Vivir en lenta agonía

Quiero sumarme a una carta aparecida el 27 de febrero, titulada "Realmente un sanatorio", y otra del 28 de diciembre de 2004, ya que integro la extensa lista de quienes sufrimos la pérdida de un ser querido. Día tras día, seguimos siendo víctimas de los que alguna vez hicieron el juramento hipocrático (convertido en hipócrita). Algunos tenemos la valentía de dar la cara denunciando los hechos ocurridos en esta sección. Otros se quedan ahí, por temor, por carecer de medios o pensando para qué. En mi caso, en reiteradas oportunidades publiqué en esta sección lo ocurrido con mi esposo (médico) en un conocido sanatorio de la zona céntrica, donde después de un año y medio de dolor, llanto, impotencia y largo peregrinar, aún resulta estéril la lucha para poder lograr una respuesta de parte de autoridades del nosocomio, Colegio de Médicos (Tribunal de Etica), organismos de derechos, para que me expliquen qué ocurrió de la noche a la mañana con la vida de mi esposo. Les ruego a quienes sentimos que nos arrebataron la paz interior, no abandonen la lucha formando una cadena de denuncias públicas, de forma que no caiga en el olvido, ya que la Justicia que reclama el lector lamentablemente no existe. Deberíamos aplicarla por nuestras propias manos; pero si así sucediera tendríamos que terminar nuestros días entre rejas y los homicidas seguirían libres, como está demostrado. Sólo la justicia divina llegará, cuando en carne propia tengan que sufrir el mismo dolor que nos aqueja. Tampoco quiero involucrar a todos los médicos, como manifiesta el lector, los hay muy capaces pero creo que en estos tiempos son los menos.

DNI 3.177.263