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 domingo, 13 de marzo de 2005  
"Tienen la Justicia a su favor"
Segun Gaby Weber, el lavado de dinero nazi en la Argentina remite al primer gobierno peronista

Rodolfo Montes / La Capital

Nació y se crió en Stuttgart, muy cerca de la mítica sede originaria de la Mercedes Benz, una fábrica de autos que no necesita presentaciones. Periodista, investigadora, lleva casi 20 años viviendo entre Uruguay y la Argentina. En los últimos cinco años se dedicó por completo a develar la responsabilidad criminal de los dueños de la famosa marca cuyo logo -la inconfundible estrella dentro de un círculo, que viaja oronda sobre el radiador de sus autos platinados- tuvo en la desaparición de quince obreros durante los años de plomo en la planta de González Catán.

Pero como quien tira de un hilo suelto, y casi sin proponérselo termina destejiendo toda la prenda, Gaby Weber acabó por probar el gigantesco lavado de dinero nazi en la Argentina peronista de la posguerra, la intervención de la CIA en la captura del más famoso criminal de guerra nazi que vivió en la Argentina Adolf Eichmann -empleado de Mercedes Benz Argentina (MBA)-, y más cerca en el tiempo, la vinculación de los directivos de MBA con el plan de robos de bebés nacidos en cautiverio, durante la dictadura de Videla y compañía.

Documentos, testimonios, entrevistas en la Argentina, Alemania, Estados Unidos y Europa constituyen en "La conexión alemana", su libro, una investigación contundente. Gaby Weber también es autora y directora del documental "Milagros no hay", emitido por Canal 7 el 25 de marzo de 2004 y que en Rosario se pudo ver en el Centro Cultural La Toma. "En Alemania los medios de comunicación no comentan este trabajo, hay censura" reveló la autora a Señales, en una charla a pocos metros de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires.

-¿Por qué en Alemania no tiene difusión tu trabajo?

-Porque Mercedes Benz es la mayor empresa industrial europea. Gasta una fortuna en propaganda para sus productos, pero también para su marca y su imagen. Invierte en los partidos políticos, y en medios de comunicación privados. Ellos tienen a la Justicia a su favor. A pesar de los juicios contra la impunidad, que se llevaron adelante en Alemania, terminaron absueltos porque la Justicia dijo que "no puede probarse que los desaparecidos estén muertos". Algo contrario a toda la jurisdicción internacional, pero lo lograron.

-¿Cómo fue la connivencia del terrorismo de Estado con la empresa Mercedes Benz?

-El terrorismo de Estado empezó, como sabemos, con la Triple A, antes del golpe militar. La Triple A se conformó con sindicalistas y policías. Y las listas de los trabajadores molestos de la Mercedes las armaron en el sindicato Smata, que dirigía José Rodríguez. El ministro de Trabajo de entonces, Carlos Ruckauf, junto con Rodríguez pide el despido de 115 trabajadores en 1975. Eso está documentado. Hasta el golpe, Ruckauf y Rodríguez son parte de la represión, que luego toman en sus manos directamente las Fuerzas Armadas. Pero las listas de obreros molestos ya estaban confeccionadas y son utilizadas por los militares. Luego, el que dirige las torturas y los secuestros en la Mercedes Benz, el comisario Rubén Lavallén, involucrado directamente en la desaparición de los trabajadores, se convierte en el jefe de seguridad de la planta de González Catán, en 1978. Y se apropia de una hija de desaparecidos, Paula Logares, a quien inscribió como hija suya recién nacida el 25 de julio de 1978, a pesar de que Paula, para entonces, ya tenía casi dos años de edad. Lavallén

tiene una orden de detención desde hace casi un año, pero nadie lo va a buscar. Técnicamente está prófugo.


Munición gruesa
Pero Lavallén no es el único acusado en esta historia por apropiación de hijos de desaparecidos. También afronta cargos similares Juan Ronaldo Tasselkraut, gerente de producción de la fábrica de González Catán entre 1975 y 1982, año en que fue trasladado a España. "Después se tuvo que retirar de la Mercedes por denuncias de colaboración con la desaparición de obreros argentinos, que fueron presentadas en la asamblea de accionistas en Berlín", cuenta Weber.

Tasselkraut, uno de los nombres clave en "La conexión alemana", "era un tipo muy autoritario, amigo de los militares, que en los años de plomo lo visitaban sin pudores, directamente en su oficina de la planta a la vista de todo el mundo. Los obreros le decían Moco verde. Eso sí, cuando se retiró se aseguró una buena jubilación y un puesto para su hijo Diego Christian en MBA, en la sede central de Avenida de Libertador 2424, que hasta hoy ocupa".

Según Weber, "Juan Ronaldo Tasselkraut tiene tres hijos. Todos adoptados en condiciones ilegales, con documentación truchada, con tachaduras y datos falsos agregados. Hasta ahora, Diego Chistian y sus hermanos se negaron a realizarse un estudio genético que pueda verificar si son, o no, hijos de desaparecidos".

-¿Esos jóvenes son parte del botín de guerra de los dictadores?

-Durante 2005 se desarrollará un juicio oral en la provincia de Buenos Aires donde, tal vez, se devele la posible participación de MBA en la apropiación de bebés durante la dictadura. Y quizá Diego Christian deba realizarse un ADN, por imperio judicial. Cosa que hasta hoy rechazó "porque todo lo que tengo que saber ya lo sé", me dijo él mismo por teléfono. Y rechazó la posibilidad de un encuentro, como propuse, cara a cara.


SECRETOS BIEN GUARDADOS
La investigación sobre la Mercedes Benz "es un caso raro", dice Weber. "Somos un pequeño grupo de personas distribuidas por el mundo, no tenemos el apoyo de nadie, pero de todas maneras logramos molestar. En estos momentos en el mundo entero, las grandes empresas -como la Mercedes- tienen más poder que los mismos gobiernos. Y deciden sobre la misma Justicia", agrega.

-¿La Mercedes y el Partido Nazi ascendieron juntos?

-Se apoyaron, sin dudas. Y a partir de 1943 la industria alemana visualiza que pierde la guerra, entonces trasladaron máquinas y bienes de capital sobre todo a Suiza. Y allí lo invirtieron. En 1949 se fundó la República Federal Alemana y se repatrían los dineros escondidos durante la guerra. Hubo dos tipos de dineros guardados en Suiza, el del Partido Nazi y el de la industria alemana. El dinero de la industria fue en gran medida resultante de las ganancias durante la guerra. ¿Cómo? Con el trabajo forzado de los prisioneros hasta que morían, y con la apropiación de las materias primas de los países que los nazis ocupan, durante la expansión.

-¿Por qué la Argentina fue un destino para los capitales del nazismo?

-La Argentina no es cualquier país para la Mercedes. Llegaron en 1951 de la mano de Jorge Antonio, gran amigo de Perón desde principios de los años cuarenta, cuando trabajó como enfermero en el hospital militar de Buenos Aires. Perón y Jorge Antonio comparten un mismo sueño: industrializar a la Argentina. Cuatro años después de traer a la Mercedes al país, en 1955, Jorge Antonio había acumulado una fortuna descomunal. Era el dueño de sesenta sociedades anónimas en casi todos los rubros, minería, agro, forestación, editorial, televisión... Se convirtió en el hombre más rico del país un hombre que hasta muy pocos años antes tenía un sueldo de enfermero. De toda esa gigantesca inversión que llegó a la Argentina, a través de Jorge Antonio, la Mercedes no pudo probar el ingreso legal ni de un sólo dólar.

-Con el golpe de 1955, esa sociedad pasa por un mal momento.

-Sí, pero luego se recupera. Con la Revolución Libertadora, Jorge Antonio va preso. Se crea la Junta de Recuperación del Patrimonio Nacional, se estudia el origen, la procedencia de los capitales, y se secuestra toda la documentación.

-Fueron los años que cerró la fábrica de González Catán.

-Sí, la Mercedes iba rumbo a perder inexorablemente el juicio porque nunca iba a poder documentar el origen de los capitales, pero en una segunda instancia judicial, en 1959 -ya con Frondizi como presidente- y luego de un fabuloso lobby diplomático sobre la Justicia argentina, logran zafar. Son absueltos porque "sin bien no pueden probar de donde vino el dinero, se trata de una falta que no habilita a intervenir sobre el capital privado", dijo un fallo. Entonces le aplican una multa, le devuelven todo el dinero confiscado y reabren la fábrica de González Catán.
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Gaby Weber, de Stuttgart a Buenos Aires.

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