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 domingo, 13 de marzo de 2005  
Entrevista. La decana de la UNR que no se calla nada
Raquel Chiara: "La estatura académica de los universitarios ha disminuido en el país"
"En la universidad los roles están confusos. No pueden los estudiantes diseñar los planes de estudio", advierte

Adrián Gerber / La Capital

Es la decana más mediática de los doce que tiene la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y no porque le gusten los flashes, sino porque se ha visto obligada a tener un alto grado de exposición pública para defender, ante la reacción de algunos sectores estudiantiles, el profundo cambio institucional que está encabezando en la Facultad de Medicina. Así, debió enfrentar una dura resistencia al examen de ingreso, las prácticas obligatorias y, esta semana, al reclamo de que se deje pasar de año a los alumnos que no tienen aprobadas las materias del ciclo anterior. El jueves pasado la facultad estuvo tomada, la misma situación se vivió en 2003 durante 28 días seguidos y además sufrió dos escraches frente a su propia casa. Ahora, el centro de estudiantes anunció para mañana una nueva protesta en la puerta del decanato. "Estas situaciones desgastan, pero el privilegio de estar donde estoy y poder llevar adelante lo que uno siempre pensó que había que hacer supera todo", dice la decana de Medicina, Raquel Madis Chiara.

Afirma que no va a dar marcha atrás con las correlatividades y se indigna porque la agrupación de izquierda que lidera el centro de estudiantes se tomó "como costumbre" no acatar las resoluciones del consejo directivo, el órgano democrático de la facultad. Señala que hay alumnos que fracasan porque no han hecho el esfuerzo para adaptarse a la metodología de la nueva currícula, que propicia "el estudio continuo con dedicación diaria, y en cambio sólo estudian para rendir". Y lanza una advertencia: "Por favor, comencemos a reubicar los roles en la universidad. El alumno puede aportar la mirada, pero no tiene la capacidad para analizar la estructura académica, que le corresponde diseñar a los académicos. Pero acá parece que los roles están confusos, algunas veces invertidos, y cuando no están bien definidos es un síntoma de enfermedad institucional".

Chiara propone realizar la entrevista en su casa ("Mi despacho es un despelote", dice). Su departamento, cerca de la Aduana, está bien ambientado. En el living impactan la vista panorámica al río y un simpático caballo de calesita macizo instalado sobre un pie de hierro. "Las cosas infantiles siempre alegran los lugares. Aparte, este caballo tiene una mirada desafiante, porque los que tienen la mirada baja me dan tristeza", subraya.

Habla de una manera franca, sin pelos en la lengua, y despliega un espíritu crítico cuando aborda cada tema. Nació hace 63 años en Fray Luis Beltrán, hizo la secundaria en el Nacional de San Lorenzo y se recibió de médica en la propia UNR. De joven militó durante un período en el PDP, pero luego caminó políticamente al margen de las estructuras ("No van con mi forma de ser, soy muy contraventora", se autodefine). Así, llegó a ser secretaria de Salud en Beltrán de la mano de un gobierno peronista, ocupó el mismo cargo en una gestión radical, fue secretaria de Bienestar Social en Capitán Bermúdez con el PJ y decana de Medicina desde el 99 con los votos del socialismo. "Muchas veces me da la sensación de ser un francotirador, cosa que es muy desaconsejable, porque los francotiradores quedan solos, pero también digo que quien sabe para dónde va nunca camina mucho tiempo solo", concluye.

Se considera progresista y defensora de la universidad pública, pero no simpatiza con los eslóganes que a veces hasta carecen de sentido común. La reforma que encabeza en la facultad no sólo modificó el plan de estudio -después de 80 años de status quo- y el sistema de ingreso, sino que cambió el perfil del profesional que sale de sus aulas.

Durante su gestión, Medicina fue también destacada por su excelencia académica tras aprobar el examen de calidad de la Coneau (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), la única en Rosario que hasta ahora tiene esta distinción.

"La universidad se ha quedado corriendo atrás de la historia en lugar de ser una institución anticipatoria. Estamos todo el tiempo tironeando de la frazada corta, y el único tema parece que es el presupuesto. ¿Pero es tan así el problema presupuestario? ¿O esto es lo que no nos permite sumergirnos en los debates académicos de fondo que tiene que afrontar la universidad? Creo que la estatura académica de los universitarios en la Argentina ha disminuido", dispara.

-¿Y por qué es tan pobre el debate académico en la universidad?

-Porque no se crean las condiciones para la discusión. Y no sólo para debatir el ingreso de los estudiantes, sino también la permanencia y el egreso, porque es un todo. Y acá estoy hablando también del perfil profesional que está requiriendo la sociedad. Hay ciertos aspectos de la autonomía que son intocables, como la libertad de cátedra, el régimen de concurso y la forma de gobierno, pero hay toda otra serie de acciones de la universidad que tiene que estar acorde a las políticas de Estado. Sin embargo, hay una universidad metida entre muros defendiendo la autonomía, que en este último aspecto termina en aislamiento, sin enterarse de la realidad y de lo que está demandando la sociedad.

-Pero ustedes ahora están trabajando en sintonía con el Ministerio de Salud de la Nación.

-Sí, ya se ha puesto en marcha el programa de médicos comunitarios que intenta reconvertir a los profesionales ya formados porque no están capacitados para ejercer las acciones de salud que se requieren en el país. El médico en su esquema de formación, que es muy hegemónico, todavía cree que tiene la posibilidad de pensar por el otro. Pero la salud no es sólo vacunas y medicación, sino también saneamiento ambiental, cloacas, trabajo digno, educación...

-Cada año los exámenes de ingreso en Medicina y en otras facultades del país dejan un tendal de bochados. ¿Tenemos una juventud burra?

-No, para nada creo que estos alumnos no sean inteligentes. Lo que sí creo es que no han podido elaborar la cultura del esfuerzo, porque emprender una carrera como Medicina requiere estar dispuesto a estudiar seis o siete horas por día. La falta de esta cultura de estudiar forma parte de un sistema educativo que ha ido decayendo en general. Y la responsabilidad es de todos, todos tenemos algo que rever.

-El cambio del plan de estudio se hizo bajo la premisa de "humanizar a los futuros médicos". ¿Cómo se condice eso con algunos profesionales que cobran plus, prescriben prácticas innecesarias o reciben premios de laboratorios por recetar sus medicamentos?

-No se condice para nada, pero si institucionalmente trabajamos lo humanístico, la ética y sobre todo que la profesión de médico es una profesión de servicio y no un servicio a beneficio del médico, si podemos dar este cambio de estructura, vamos a tener repercusión en este sentido. Además, la crisis del país ha desvirtuado el trabajo médico, como el hecho más sencillo que obliga a atender un paciente cada diez minutos. Con ese escaso tiempo se debe desvestir en el pasillo y uno lo debe tirar con la ropa afuera del consultorio. Y encima no da lugar a lo que ocho de cada diez pacientes van a buscar, que es la oreja de alguien en quien tienen confianza. Porque el poder del médico es tal que es la única profesión que autoriza a verte desnudo. Y no poder contener toda esa entrega es una pérdida muy grande para lo que es nuestra profesión. Entonces el individuo desaparece, y aparece el hígado, el pulmón, porque eso sí se puede contener en un placa, auscultando... En diez minutos no se puede contener a un ser humano.

-Si en la Argentina sobran médicos, como dijo el ministro Ginés González García, ¿por qué el servicio de salud no es de buena calidad?

-Varias son las razones: primero, los médicos están concentrados en grandes centros de población, mientras hay lugares del país con ausencia total de profesionales. Y también influye la desvalorización del médico clínico. Pareciera que todos tenemos que ser especialistas porque en los aranceles del nomenclador una consulta vale muy poco, pero una práctica especializada vale mucho. Entonces todos los médicos buscan la especialidad, cuando lo que la sociedad necesita es ese médico clínico de cabecera que alguna vez existió, comprometido con la familia y que sabe cuándo debe derivar al especialista. Ese es el que falta y los otros son los que sobran.

-¿Por qué los médicos tienen cierto resquemor con el psicoanálisis?

-Es que ahí está el poder y la omnipotencia. Considerar que el paciente es eminentemente un ser biológico y el área de la subjetividad no existe es un desconocimiento que hace rechazar la psicología. Este antagonismo entre las disciplinas es muy torpe.

-¿Y usted hace terapia?

-Tuve trece años de psicoanálisis, que es lo que me permite en este momento estar soportando los lugares que estoy soportando. Y por otra parte el ejercicio de la medicina es muy duro. Viví años realizando autopsias, y para poder hacerlas tuve que construir muchas defensas neuróticas porque el dolor y la muerte no lo tiene nadie superado. Muchas veces necesitamos transformarnos en supermujeres o superhombres para poder resistir la dureza de nuestra práctica. Fíjese si un cirujano no fuese agresivo, ¿usted sabe lo que es hacer un tajo en un abdomen? Entonces por ahí hay que munirse de agresividad para ciertas cosas y no pensar que al otro le va a doler, porque si no, uno no lo hace. A mi psicoanálisis le debo haberme dado cuenta de mi debilidad, pero también le debo que si yo en este momento veo alguien que sangra me desmayo. El médico que se necesita es el que es consciente de sus límites. No estaré para atender a un accidentado, que si lo tengo que atender lo hago y me desmayo después, pero sí para luchar por la salud pública, para educar, para formar un médico distinto.


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"La universidad se quedó corriendo atrás de la historia".

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