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 domingo, 06 de marzo de 2005  
Reestructuración. Dos economistas de posiciones contrapuestas analizan lo que viene
El día después del canje de deuda

Dos economistas de posiciones contrapuestas analizan lo que viene. Jorge Avila dijo que ahora crecerá la inversión directa local y extranjera, salvo imponderables. Aldo Ferrer cree que se deben poner barreras a los fondos golondrina para evitar una burbuja especulativa.


"Es necesario conseguir una refinanciación con el FMI"
Después de escuchar la presentación de los números finales del canje de deuda en default, donde el presidente Néstor Kirchner incluyó críticas hacia varios economistas y periodistas, entre los que estuvieron hombres del Cema, el economista Jorge Avila, quien es profesor de esa institución, no perdió su temple y trazó un escenario posdefault donde sorprenden algunos datos: con la reestructuración de bonos el riesgo país (¿se acuerda?) dejará las nubes de los 5.000 puntos para colocarse en los 460 puntos, 140 por debajo del promedio durante la década pasada.

  Coincide con la mayoría de los economistas que con la “salida del default ganamos todos” y que la cotización de los nuevos bonos “son auspiciosas”. Dentro de las diferencias: el gobierno debe ofrecer una segunda oportunidad para los acreedores que se quedaron afuera del canje. Con poco tiempo debido por distintos compromisos, Avila habló con La Capital sobre el horizonte que se abre tras la salida del default.

  —¿Cuál es el escenario posdefault para la Argentina?

  —La salida del default despejará considerablemente el horizonte inversor argentino. El rebote económico del último par de años debería convertirse en crecimiento sostenido. Una señal anticipada en tal sentido es la cotización de los nuevos bonos posdefault en Wall Street, que arrojó el miércoles pasado una prima de riesgo-argentino de 460 puntos básicos, apenas 70 puntos por encima del riesgo-brasileño y 140 puntos por debajo del riesgo-argentino promedio de la década de 1990. Esto no es poca cosa. Significa que las empresas argentinas podrán regresar en breve al mercado internacional de crédito y que renacerá el crédito hipotecario y prendario en el país.

  —¿Cuál es la agenda que debe encarar el gobierno a partir de ahora?

  —Acuerdo stand-by con el FMI para refinanciar los vencimientos de capital con el organismo de este año, renegociación de los contratos y las tarifas de las empresas privatizadas, y la búsqueda de una salida para la deuda que no entró en el canje. En ese orden. El FMI también presionará al gobierno para que compense a los bancos por los amparos judiciales.

  —¿Quién ganó y quién perdió?

  —Con la salida del default ganamos todos, incluso los tenedores de bonos, quienes ahora asumirán la pérdida y mirarán hacia adelante. Está claro que con la filosofía y la política económica de Kirchner y Lavagna el país no puede pagar más de lo que ofreció. Con una política de reformas podría haber pagado más, pero Kirchner y Lavagna no creen que las reformas sean oportunas ni convenientes.

  —¿Esto sienta un precedente en materia de salidas de procesos de reestructuración de deuda pública para otras naciones?

  —No tengo una opinión definida al respecto. Hay un grupo de economistas franceses que opina que obligará a redefinir el criterio internacional para juzgar el grado de éxito de una renegociación de deuda soberana. Quizás algún gobernante de un país extranjero endeudado piense que la Argentina salió beneficiada de la declaración del default. Pero cuando repase el caos de los años 2001-2002 cambiará de opinión.

  —En particular, ¿qué previsión tiene para la evolución del dólar e inflación?

  —En Argentina rige desde mediados de 2002, y en especial desde principios de 2003, una suerte de convertibilidad informal de tres pesos por dólar y, salvo presiones del sector industrial, creo que el gobierno mantendrá este régimen. La inflación puede así aumentar, pero sin desbocarse, a medida que suban los precios de los servicios públicos y los salarios, como ocurriera en el período 1991-1994.

  —¿Qué previsiones maneja para los nuevos bonos?

  —Lucen auspiciosas.

  —¿Cómo queda parado el FMI?

  —No lo sé, y no creo que importe demasiado a nuestros efectos.

  —¿El gobierno necesita realizar un acuerdo rápido con el FMI?

  —Sin duda. Es necesario para conseguir la refinanciación de amortizaciones de 5.000 millones de dólares que vencen a lo largo de 2005. Habrá un acuerdo stand-by, sin reformas estructurales, que el gobierno no está dispuesto a hacer, y con las metas clásicas en materia fiscal y monetaria, que el gobierno viene cumpliendo holgadamente.

  —¿Qué pasará con los acreedores que decidieron no entrar al canje de deuda?

  —Imagino que por decisión propia y por sugerencia firme del FMI y del Grupo de los Siete (G7), el gobierno les ofrecerá una segunda posibilidad de ingresar en el canje, después de la firma del acuerdo con el Fondo.

  —¿Llegarán inversiones a partir de ahora?

  —Empezarán a llegar. Pero lo más importante es que probablemente cese la fuga. A los efectos prácticos, el ingreso de fondos tiene igual impacto sobre la actividad económica que el cese de las salidas.

  —¿Acuerda con la estrategia que pretende implementar el gobierno para las inversiones golondrinas?

  —Siempre hay capitales golondrinas. Ahora crecerá la inversión directa local y extranjera, salvo imponderables.


"La salida del default permite ocuparse de un modelo viable"
Después de participar, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, del anuncio de la cifra final del canje, el economista Aldo Ferrer se mostró conforme con los resultados y al llegar a su oficina habló con La Capital sobre el resultado y lo que viene para la Argentina a partir de ahora. “Ganamos todos”, calificó el economista, quien no descartó la probabilidad de que el gobierno deba decidir entrar en default con el Fondo Monetario Internacional (FMI) si el organismo se pone duro en las negociaciones.

  —¿Cuál es el escenario posdefault para la Argentina?

  —La salida del default libera energía y tiempo para ocuparse de los temas fundamentales para la construcción de un modelo viable. Pero, al mismo tiempo, queda una carga de deuda importante, que es cumplible, aunque para esto es preciso que la economía siga creciendo.

  —¿Cuál es la agenda que debe encarar el gobierno a partir de ahora?

  —Es una agenda que incluye varios puntos. Uno de ellos es sostener la competitividad de la economía en su conjunto, en particular el de la industria, con un tipo de cambio que dé rentabilidad a toda la producción de bienes transables internacionalmente. También generar un espacio de rentabilidad de tal manera que la Argentina se transforme en el lugar más seguro y rentable para las inversiones. Es necesario cambiar las reglas de juego; alcanzar el crecimiento con recursos propios; y si vienen recursos complementarios no especulativos del exterior mejor. Todo esto ayudaría a un progreso considerable del país, ya que hoy la economía es gobernable. Por lo tanto, la resolución del problema de la deuda forma parte de un escenario más amplio, con una perspectiva promisoria.

  —¿Quién ganó y quién perdió?

  —En realidad ganamos todos, porque los títulos como estaban emitidos originalmente no eran cumplibles. También haber ofrecido más de lo que se ofertó hubiera sido incumplible. Creo que los que perdieron fueron los que se quedaron afuera del canje, que a partir de ahora tendrán un escenario más complicado, ya que esos papeles no tienen como contrapartida la posibilidad de canjearlos por bonos nuevos. Deberán encarar gestiones interminables. Se harán mucha mala sangre. Y no creo que sea una complicación para la Argentina.

  —¿Esto sienta un precedente en materia de salidas de procesos de reestructuración de deuda pública para otras naciones?

  —En cierta manera, dado que lo que pasó en el caso argentino es muy particular. Argentina cayó en default pero tenía un potencial económico considerable que le permitió recuperarse rápidamente, generar excedentes sensacionales tanto en el presupuesto como en la balanza de pagos y pagar deuda en términos netos por cerca de diez mil millones de dólares. Pero el default no es una medicina aconsejable para nadie. Ahora si existe otro país enfermo, que está en una situación semejante, que no puede pagar, y tiene las posibilidades de la Argentina de levantarse de la forma en lo hizo la Argentina a lo mejor se vuelve un precedente interesante.

  —¿Cuál es el impacto de la salida del default?

  —Creo que es apenas una remoción de los actos de gobierno. Falta consolidar reglas de juego y abrir espacios para la rentabilidad.

  —En particular, ¿qué previsión tiene para la evolución del dólar e inflación?

  —El dólar hay que sostenerlo, mientras subsista un superávit de la balanza comercial y de cuenta corriente. Sobre la inflación, esto no tiene efectos inflacionarios, ya que existe un aumento de la demanda de dinero. Pero si llegara a haber un efecto indeseado el Banco Central debe absorber todos los dólares, porque nunca se debió dejar de tener una política monetaria.

  —¿Qué prevé para los nuevos bonos?

  —Creo que cotizarán bien. Será una inversión atractiva. Sólo habrá que estar atentos ya que pueden aparecer algunos problemas relacionados con la posibilidad del ingreso de capital de corto plazo y producir un efecto desestabilizador. Eso hay que evitarlo.

  —¿Acuerda con la estrategia que pretende implementar el gobierno para las inversiones golondrinas?

  —Por supuesto. Debe haber restricciones muy severas para evitar que se produzca una burbuja especulativa.

  —¿Llegarán inversiones a partir de ahora?

  —Las primeras que tienen que venir son las argentinas. En todo el mundo el 95% de las inversiones se financian con el mercado interno. Aquí despilfarramos el ahorro interno. Hay que crear las condiciones necesarias. Si se logra esto se podría alcanzar una capitalización del 3% ó 4% del Producto Bruto Interno (PBI). Después si viene plata adicional del exterior a producir y no a especular perfecto. Porque cuando se sustituye la inversión local se termina como terminamos: en default.

  —¿Cómo queda parado el FMI?

  —A mí el prestigio del FMI no me preocupa mucho. Sí me preocupa cómo ahora negocia la Argentina, ya que se inicia una fase donde si no hay acuerdo no hay que descartar la ruptura.

  —¿El gobierno necesita realizar un acuerdo rápido con el FMI?

  —No. Sí depende un poco de los plazos de vencimiento. Siempre hay que tratar de acordar, pero no a cualquier costo. Pero si el FMI se pone muy duro el default con el FMI es una posibilidad abierta.


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Jorge Avila y Aldo Ferrer.

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