Pasión por la desmesura

El director muestra nuevos personajes excéntricos

A los 26 años, poco tiempo después de graduarse en Filosofía, Alex de la Iglesia tuvo su primer acierto con el corto "Mirindas asesinas", de 1991, que sirvió para que su compatriota Pedro Almodóvar le financiara en 1993 su primer largometraje, "Acción mutante", que obtuvo tres premios Goya y proyectó al director como un referente de una nueva generación de espectadores a los cuales ya no conformaban los antiguos relatos, pero cuyo escepticismo supo el realizador supo fusionarlo con humor.

A los minusválidos guerreros de "Mirindas asesinas" que luchan por hacer justicia en una sociedad que los marginó, de la Iglesia sumó más tarde una prolífica galería de personajes descentrados, pero siempre muy humanos aún en sus delirios.

Así lo confirmó dos años más tarde en "El día de la bestia". Allí un sacerdote piadoso y estudioso de los Evangelios descubre el día en que nacerá el Anticristo y, contra su naturaleza bondadosa, se embarca en una saga de crímenes con la esperanza de acercarse al Mal.

Con "Perdita Durango", de 1997, y su pareja de asesinos voluptuosos, pareció alejarse del buen camino, pero lo retomó dos años más tarde en "Muertos de risa", con una pareja de célebres y veteranos actores cómicos que un día dejan salir el odio mutuo que se profesan.

En 2000 rodó "La comunidad" donde muestra a una inescrupulosa empleada de una inmobiliaria que encuentra una fortuna; luego vino "800 balas", en 2002, a través de la cual logró una síntesis de su interés en el cine y el humor negro.