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 domingo, 09 de enero de 2005  
Huellas del deseo y la esperanza

El Archivo de Señales del Hogar del Huérfano guarda aún los secretos de identidad de muchos hombres y mujeres que pasaron allí sus primeros días. Son más de mil piezas que fueron dejadas por las madres junto a sus niños, a veces, con la esperanza o apenas el deseo de poder identificarlos en algún mejor momento de sus vidas. Otras, para indicar que el niño o la niña no serían reclamados.

Las señales fueron rescatadas diez años atrás del sótano del Hogar por la historiadora rosarina Gabriela Dalla Corte, ahora docente de la Universidad de Barcelona, en España. Las halló casi por azar cuando llegó para iniciar su investigación sobre los niños hijos de inmigrantes que fueron abandonados.

Cartas, trozos de medallitas, estampitas recortadas, escapularios, cintas de colores, hasta batitas con las que los niños llegaron vestidos al hospicio se acumularon desde 1879 hasta 1920, fueron cuidadosamente guardadas y permanecieron olvidadas durante años. Esas señales despertaron una parte de la historia y la identidad de los pequeños que llegaron al Hogar y permanecieron 75 años con sus secretos guardados en 30 latas de galletitas Bagley.

La sociedad Damas de Caridad fue creada 1869 "por mujeres de la elite de Rosario con la tarea de fundar y administrar un Hospicio para huérfanos y expósitos". A falta de un lugar propio, los bebés eran entregados a familias particulares o a amas de leche que los albergaban en sus casas. Dalla Corte señala que de la política lanzada por el estado bajo el lema gobernar es poblar, "sólo siguió la segunda parte" y la implementación de soluciones a la masa migratoria -que en los 80 años que siguieron a 1850 superó los 6 millones de personas- quedó en manos de organizaciones particulares. De esa ausencia de una política de estado "en una de las ciudades portuarias más grandes de la Argentina" nació el Hospicio de Huérfanos y Expósitos.

Las Damas entregaban a los niños a "familias burguesas" de la sociedad, según la costumbre, sin dar cuenta a la justicia. Esa práctica aparece interrumpida en 1972 por un documento de la Defensoría de Menores que reclamó esos niños a la institución y dio comienzo a la regulación de la entrega de los menores, que aparece ausente hasta ese momento. Diez años después abrió las puertas el Hospicio de Huérfanos, que se constituyó en la via legal para la adopción.

El hogar, sin embargo, apareció desde un principio como una solución a quienes enfrentaban el nacimiento de un hijo y no contaban con la contención familiar, ni redes sociales en las que confiar el cuidado de los niños mientras conseguían trabajo o medios de vida.

Las "señales" acompañaron mayormente a los niños abandonados en el torno del Hogar, un armario giratorio empotrado en la pared que se utilizaba en los conventos para pasar cosas de un lado a otro sin que las personas se vieran.

Las madres o familias que volvieron a buscar a sus niños recuperaron las señales que dejaron en el Hospicio. Las que quedaron allí guardadas aún guardan el rastro de historia que las madres dejaron junto a sus hijos.
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