| domingo, 09 de enero de 2005 | Editorial: Taxis sin sanciones Resulta a todas luces inexplicable una reciente decisión de la Secretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad, que resolvió suspender las sanciones que la misma repartición había anunciado para los taxistas que no cumplieran con el cronograma del servicio previsto para las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Es inexplicable no sólo porque el municipio no castigará a quienes irresponsablemente no cumplieron con la obligación de prestar el servicio que los rosarinos merecían aquellos días especiales, sino también -y especialmente- por el mensaje que transmite hacia los taxistas en particular y hacia los infractores en general.
Aunque ya ha sido repetido hasta el aburrimiento, el que prestan los taxis es un servicio público y por lo tanto quienes tienen licencia para hacerlo no pueden regirse por necesidades, caprichos o gustos personales. Su actividad está debidamente regulada por una ordenanza y los prestatarios deben cumplirla acabadamente. Quienes así no lo hagan deben ser sancionados como corresponde, y si el incumplimiento se repite hasta habría que evaluar la posibilidad de separarlo de la nómina de prestadores.
Antes de la llegada de las fiestas los taxistas habían advertido públicamente que no habría unidades circulando por la ciudad en los horarios pico. Los rosarinos se exponían así a no contar con el servicio en momentos clave como las horas posteriores a la Nochebuena y la llegada del Año Nuevo, o de contar con uno muy restringido a lo largo de todos esos días.
Frente a esta advertencia inaceptable, la Municipalidad salió a decir -también públicamente- que sancionaría a quienes teniendo que salir a trabajar, no lo hicieran. Inclusive elaboró un cronograma, que fue ampliamente difundido por los medios, para garantizar la circulación de un mínimo de 800 vehículos de alquiler aún en los momentos más complicados. Pero ahora que ya todo pasó, y cuando se sabe que muchos taxistas no salieron a la calle cuando debían hacerlo y no cumplieran con el mínimo de horas de trabajo que les correspondía.
Las razones que pueda dar la Municipalidad para justificar su decisión de no sancionar a los incumplidores nunca serán suficientes. En cambio, resulta inquietante intuir cuál será el mensaje que recibirán los infractores, que podrían entrever en ese gesto una licencia para reincidir ante la certeza de que finalmente no tendrán que pagar ningún costo. Y lo peor es que esto vale no sólo para los taxistas sino para cualquier otro prestatario de la Municipalidad o inclusive para los ciudadanos comunes. Total, aunque no se cumpla no pasará nada. enviar nota por e-mail | | |