| domingo, 09 de enero de 2005 | Danzaterapia: Invitación al movimiento Con más de 60 años de experiencia en el escenario y más de 40 de danzaterapeuta, a los 82 años, María Fux, bailarina y coreógrafa pasa la mayor parte de sus días compartiendo vivencias a través del movimiento frente a grupos de diversas edades o dictando cursos y seminarios de formación para docentes, fisioterapeutas, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, médicos y profesores de gimnasia en su escuela y en los centros de formación en danzaterapia que llevan su nombre, e imparten su método en Florencia, Milán y Trieste en Italia, en Madrid, Zaragoza (España) y en San Pablo (Brasil). En esta nota reflexiona y cuenta cómo trabaja para estimular la sensibilidad de los alumnos a través de la expresión corporal.
"Los cambios se perciben desde la primera clase. Ayer, por ejemplo, vino una joven de 25 años con muletas. Nunca había hecho danza. Entonces, con una música preciosa de fondo y con todo el grupo en el suelo, comencé a hablar de los movimientos cerrados que no se abren, de todo eso que está adentro del cuerpo de ella y de todos nosotros. Trabajamos con los movimientos cerrados y de pronto, ella comenzó a tener celeridad. No te imaginás cómo trabajó toda la clase, cómo movió sus brazos, cómo movió sus piernas, cómo fue cambiando de lugar y cómo se fue. La constatación de que había percibido cambios fue su sonrisa y la gratificación del abrazo al despedirse", narra la bailarina.
Fux muestra con orgullo el resultado de sus búsquedas en el escenario teatral convencida de que "la danza no puede estar alejada de la sociedad en que se vive, ni de los problemas del hombre cotidiano y fundamentalmente, no debe ser privilegio de aquellos que se dicen dotados, sino patrimonio de la educación como asignatura de gran valor estético y formativo".
Hace más de cuarenta años que integra grupos separados por edades, incluyendo la asistencia a discapacitados y ancianos: "Todos somos deficitarios de alguna cosa y muchos de nosotros ni vemos, ni escuchamos, ni sentimos. El movimiento creativo está en todas las personas, aún en aquéllas que tienen más déficit. Lo que yo hago es integrar. No trabajo con discapacitados, sino con la gente. En ciertos grupos hay personas que tienen más problemas que uno. Trabajo con ciertas imposibilidades que se hacen posibles. Siempre digo que el cuerpo sí, puede, si uno lo estimula, y lo que hago es estimular las áreas dormidas".
Así trabaja de manera integrada con gente que es sorda, o con síndrome de Down o con cierta espasticidad o que tiene muchos problemas de aislamiento o sufre alguna enfermedad mental. Parte del concepto de que el individuo está en el grupo y que este ayuda al individuo. No obstante, admite ciertas limitaciones para trabajar con ciegos: "Trato de trabajar de manera aislada de un grupo que ve porque necesitan otro tipo de espacio, especialmente en los primeros encuentros".
En su estudio, a través del movimiento, estimula la sensibilidad de sus alumnos, según explica, en busca de la expresión de la unidad cuerpo mente: "Está todo unido. Yo no divido lo que piensa la cabeza de lo que sienten los pies. Muchas de las personas que vienen acá jamás han sentido la música como cuerpo y por eso utilizo imágenes que dan a la música la posibilidad corporizarse a través de ellas".
La coreógrafa ejemplifica: "Digo que la música es como un hilo que aparece en el aire. Podemos tomarla y esa música puede tener continuidad o puede romperse por partes: si la música aparece y es un hilo en continuidad, yo no la rompo. Y eso genera que el cuerpo vaya produciendo formas. Si la música se corta, yo trabajo sobre una base rítmica. La música, la percusión, las palabras o el color, la línea, la forma porque para la gente que no escucha,son estímulos que favorecen la sensibilidad y corporizan el movimiento".
Trabajo creativo
María Fux no se cansa de repetir que no es psicóloga, que no hace interpretaciones y que no da recetas: "Soy una artista que, a través de un trabajo creativo, he encontrado un método que logra cambios mediante el movimiento. Lo único que hago es estimular las potencialidades que todos tienen. Nunca hablo de curar, sino de cambiar. Y, cualquiera sea el tipo de problema, siempre habrá algo que se pueda modificar; aunque es preciso aclarar que el solo movimiento no hace que uno cambie, así como no todas las personas están predispuestas a un cambio. Tiene que ver, también, con el momento oportuno. Algunas veces, no es el momento justo para recibir un aporte o para abrirse ante alguna dificultad".
"Los logros llegan cuando las circunstancias están dadas, no por la sola voluntad o insistencia", sintetizaba en la extensa entrevista realizada por su discípula Betina M. Bensignor en su libro "Qué es la danzaterapia". La sensación de no poder, explica, es el principal generador de la falta de confianza: "Cuando bailamos, expresamos no sólo la belleza, sino también los miedos, la rabia, la angustia, el dolor. Cada uno de esos estados son personajes que viven dentro de nosotros y que pugnan por salir con la misma intensidad con que nos resistimos a dejarlos aflorar o a reconocerlos como propios. Y es a través de la danza, más que con la palabra, como logran encontrar esa salida", concluye.
Cristina Susana Gozzi enviar nota por e-mail | | Fotos | | |