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 domingo, 09 de enero de 2005  
¿Bajo control? Hay 202 locales nocturnos y sólo 33 son confiterías bailables
Las trampas y las irregularidades que se esconden en el negocio de la noche rosarina
Muchos tienen habilitación de cantina, pero funcionan como disco. Otros tienen testaferros como titulares

Los boliches están otra vez en la mira. El trágico incendio en la disco porteña República Cromañón empujó a la Municipalidad de Rosario a potenciar los controles, y para eso puso en la calle un centenar de inspectores para recorrer los 202 locales habilitados en la ciudad con diferentes rubros: 144 bares, 33 confiterías bailables, ocho peñas, tres discotecas, un night club y dos whiskerías. Pero para muchos esto es "más de lo mismo". Es que la noche está llena de trampas: algunas por negligencia, cuando no por connivencia de empresarios y los encargados de controlarlos.

"En los negocios de la noche hay una red de corrupción institucionalizada", admitió el propio titular de Gobierno municipal, Juan Carlos Zabalza, en febrero de 2004, luego de las protestas de los vecinos de Pichincha por ruidos molestos.

Desde esa fecha, los dichos de Zabalza no fueron investigados. Pero sí son muchos los que describen los mecanismos usados por los empresarios para eludir las normativas: se habilitan locales como bares o cantinas, pero funcionan como boliches; no respetan el factor ocupacional (la cantidad de gente que puede entrar); y se admite el ingreso de menores, que una vez adentro compran bebidas alcohólicas sin control.

Pero esto no es gratuito. Sólo en 2004, se produjeron en Rosario dos hechos que podrían haber terminado en una tragedia. En febrero pasado en La Usina (Hernández 898), 30 jóvenes cayeron desde un puente cuando salían de la disco. El local está sobre una plataforma en aguas del Paraná y sólo tenía capacidad para 256 personas, pero había mil.

Otro incidente tuvo lugar en octubre, cuando una avalancha de 4 mil personas casi le cuesta la vida a una joven, que sufrió asfixia. El desbande se dio en la disco Jade (Colombres al 1300), que en rigor está habilitada como cantina y donde no pueden entrar más de mil personas.

Para el concejal peronista José Elmir los incidentes no son casuales. "La Intendencia intenta hacer algo, pero la realidad indica que las acciones distan de garantizar las condiciones mínimas de seguridad", aseguró.

Es más, su par radical Jorge Boasso consideró que las autoridades "actúan espasmódicamente ante accidentes, en lugar de prevenirlos".

La visión de los dueños de las disco es diferente. Para ellos el problema es que las normativas no son equitativas. "Las confiterías cumplen un sin fin de requisitos y están muy controladas. Hace un año, todas las noches tenemos un inspector que controla nivel de ocupación, puertas de emergencia y extinguidores. Eso no pasa en los bares y cantinas donde incluso se baila, y donde se producen los accidentes", sostuvo el dueño de Madame, Daniel Alvarez.

La treta de habilitar un comercio como cantina con amenización musical (rubros donde exigen menos condiciones de seguridad) y hacerlo funcionar como una disco no es nueva. En septiembre de 2000, la ex titular de Registración e Inspección, Analía Antik, la describió al dedillo: "Las cantinas no tienen que respetar un metraje, no se les pide adicionales de policía. Por eso, las habilitan así, tergiversándole el rubro y funcionan como boliches", dijo a La Capital.

Y otra de las maniobras, según detalló Elmir, es que "muchos boliches aparecen a nombre de testaferros que en realidad no tienen con qué responder patrimonialmente en caso de conflicto o accidente".

Además, también las transformaciones que sufrió la ordenanza vigente que fija las condiciones de seguridad generaron suspicacias. El primer cambio fue, justamente, la modificación del ancho mínimo de las salidas de emergencia.

"La ordenanza se aprobó en el 91 y se reglamentó mediante un decreto firmado en 2002, que redujo el ancho de 1,50 metros para cada una de las puertas a 1,10 sumando las dos salidas obligatorias", apuntó el concejal Boasso.

Además, en 1999, la Fundación Ayuda al Quemado llevó al Concejo una batería de medidas para implementar en los boliches, que incluían rociadores automáticos y cuentapersonas en sus accesos. "Esto fue aprobado y se dio a los dueños de los locales un plazo de 180 días para adecuarse. Pero cuando salió la última ordenanza, todo esto quedó en la nada", advirtió el titular de la fundación, Osvaldo Fredi.


La vieja Registración
Las sospechas de corrupción en la noche rosarina tampoco son nuevas. La vieja Dirección General de Registración e Inspección (DGReI, que fue desdoblada en dos reparticiones) fue denunciada en varias oportunidades, y una de ellas fue en septiembre de 2000 cuando llovieron en la Municipalidad denuncias de empresarios que decían estar "hartos" de los "aprietes" de inspectores que exigían hasta 500 pesos semanales.

El municipio llevó el caso a la Justicia y para marzo de 2001 se ordenó la detención de Julio José Occhi, jefe de Espectáculos Nocturnos de la repartición, y dos de sus subalternos: Maximiliano Aidar y Ariel Segovia, a quienes se les sumó después un cuarto detenido.

Según las denuncias, Aidar y Segovia eran los encargados de "apretar" a los empresarios. Para eso, invocaban a Occhi, quien se defendió diciendo que era víctima de una persecución por parte de sus jefes.

En medio de este panorama, los concejales crearon una comisión investigadora de la controvertida DGReI, que funcionó hasta mayo de 2003. En sus conclusiones, describe el funcionamiento de una "administración paralela en la repartición" y devela cómo los inspectores omitían labrar actas frente a la verificación de irregularidades.

Es más, hace unos años, se elaboró un proyecto para crear un cuerpo de auditores externos que evaluaran el trabajo de control. Pero la iniciativa nunca fue puesta en práctica. "El sindicato de municipales se opuso rotundamente", confió una fuente a La Capital, que también aseguró que "esa es la única forma de poder cortar con el circuito de impunidad porque los inspectores saben perfectamente qué está habilitado y cuál trabaja irregularmente".
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La Diosa estaba habilitada como cantina pero funcionaba como disco.

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