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 domingo, 09 de enero de 2005  
Habla el paciente tratado con una técnica inédita
Fabio Raimonda: "Siempre luché contra la diabetes y nunca voy a bajar los brazos"
Médicos rosarinos le implantaron células madre en su páncreas y esperan poder curar su enfermedad

Gustavo Orellano / La Capital

Arequito.- Su buen estado de ánimo lo dice todo. Se lo ve tranquilo, seguro y optimista. No es una simple sensación; se nota en su rostro y en cada frase que pronuncia. Fabio Raimonda ya está en su domicilio de Arequito y lleva una vida casi normal a menos de una semana de que sus propias células madre fueron implantadas en su páncreas, una técnica revolucionaria e innovadora a nivel mundial que fue ideada por un equipo médico rosarino y podría curar la diabetes.

Si bien respeta las indicaciones médicas, no dejó de hacer sus cosas ni de disfrutar de sus costumbres cotidianas, como ir todos los días a la sede de Belgrano para charlar con sus amigos y jugar a las cartas. Tampoco dejó de trabajar en el Snack Bar "Status", que posee con su hermano desde hace años en la esquina de 9 de Julio y San Martín. Allí recibió a La Capital para hablar sobre su vida.

"Hoy amanecí excelente y tengo ganas de hacer de todo", confía este hombre de 42 años que tomó a su enfermedad como una verdadera lucha. Asegura que pasó por momentos de "gran angustia", pero confía en que el implante al que fue sometido será la solución para superar su problema y el de mucha gente. "Hay que cuidarse, nunca bajar los brazos y tener esperanzas", le sugiere a los diabéticos que, como él, sueñan con curarse. Siente que su experiencia marcará un antes y un después en la lucha contra esta enfermedad, hasta ahora, incurable. "Sería lo máximo que está técnica de resultado, pero si no es así, seguiré luchando como hasta ahora", asegura.

-¿Cómo estás evolucionado del implante?

-Hoy (por ayer) estoy excelente, amanecí de muy buen ánimo y tengo valores normales de diabetes. Los médicos me controlan todos los días y cumplo con el régimen estricto de comidas para que el páncreas no se vea exigido y empiece a trabajar correctamente.

-¿En que cambió tu vida después de esta operación?

-Recién hace cuatro días que salí de la clínica y volví a casa, pero ya estoy trabajando y voy a los lugares que frecuentaba habitualmente.

-¿Cuándo te enteraste que eras diabético?

-A los 25 años. Como estaba excedido de peso y orinaba mucho, mi médico me indicó análisis y dieron que tenía diabetes. A partir de allí comencé a luchar contra la enfermedad y nunca bajé los brazos, aunque tuve momentos de angustia, porque es imposible evitar que se crucen por la cabeza las consecuencias que te puede traer con el tiempo esta enfermedad. Además, uno sabe que, al menos por ahora, es incurable, lo que genera angustia. Pero estoy tranquilo y esperando un buen final.

-¿Cómo surgió la posibilidad del implante y que te motivó a decidirte a realizarlo?

-En una conversación que tuve con el doctor Pedro Swirido le comenté que no podía controlar la diabetes y entonces me dijo que tenía la solución para mí. Yo no entendía nada, pero al explicarme de qué se trataba me entusiasmé y al cabo de unos días decidí ser intervenido. Después vino lo demás y ahora todo es cuestión de tiempo.

-¿Cómo fue el día de la operación?

-Ese día estaba nervioso y sufrí un coma diabético que los médicos lograron bajarlo inyectándome insulina. Después vinieron los chequeos y más tarde la extracción de las células madre y el implante. No sentí absolutamente nada y, como estaba consciente, los médicos me explicaron el procedimiento. Me trataron muy bien y aún siguen conteniéndome a cada momento. Al día siguiente de la operación me dieron el alta y regresé a Arequito.

-¿Sentiste algún cambio en el organismo?

-Estoy mejor de ánimo, aunque sigo pensando cosas y vivo pendiente de los controles para saber si los niveles de azúcar aumentan o bajan. Estoy muy ansioso por saber si todo esto dará resultado.

-Es la primera vez en el mundo que se aplica una técnica de estas características. ¿Sentís que están experimentando con tu cuerpo?

-Sí. Me siento un ratoncito (de laboratorio), pero no me preocupa porque desde el primer momento sabía que esta técnica no se había hecho nunca y lejos de dudar acepté, ya que el máximo riesgo que puedo correr es que no de resultado. Además, soy una persona de fe y tengo confianza en que todo saldrá bien.

-¿Crees que a partir esta experiencia habrá un antes y un después en la lucha contra la diabetes?

-Sí. Tengo mucha esperanza y me entusiasmo cuando me levanto de la cama y veo que tengo normales los niveles de azúcar, lo cual me da aún más ganas de encarar la vida.

-Si la técnica no funciona, ¿estás preparado para enfrentar lo que vendrá?

-Tengo la sensación interior que dará resultado, pero si no es así, tendré que depender de la insulina, como un tío de mi esposa que hace 20 años que la usa y aún sigue vivo. Mi mayor sueño es que a partir de este implante pueda curarme la diabetes o por lo menos que pueda regular la enfermedad con pastillas y sin la necesidad de inyectarme insulina.

-¿Vas a seguir realizando las actividades que hacías antes del implante?

-Seguiré trabajando en el bar, pero no voy a trasnochar. El objetivo es cuidarme al máximo y cumplir con todas las indicaciones médicas. Y tengo previsto salir a caminar porque eso ayuda mucho.

-¿Sos consciente de la expectativa que implica los resultados de tu intervención?

-Aquí en el pueblo me preguntan todos los días como estoy y están pendientes de mi evolución. Una madre me prometió que prenderá una vela y rezará para que todo salga bien y su hijo también pueda curarse. Soy consciente que detrás de esto hay mucha expectativa entre los diabéticos, pero hay que estar tranquilo.

-¿En que te apoyás cuando te sentís angustiado?

-Mi mayor bastón es mi mujer, quien me cuida y me da aliento cada vez que me angustio.
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A menos de una semana del implante, Fabio ya volvió a trabajar.

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