| miércoles, 05 de enero de 2005 | Crearon en Rosario la primera asociación de equinoterapia Belén Travesaro / La Capital La profesora de equitación Liliana Fornes creó la primera asociación rosarina destinada a la integración de los niños discapacitados al mundo hípico a través de la equinoterapia. La entidad ofrece la práctica de la equinoterapia a niños con parálisis cerebral, síndrome de Down, ceguera, sordera, síndrome x frágil, entre otros. "Montar a caballo les resulta agradable, ya que esbozan una sonrisa ni bien comienzan a moverse. Los niños autistas mejoran su expresión de afecto, en tanto que quienes son hiperactivos logran la relajación", destacó Fornes, quien tiene como proyecto la conformación de un grupo interdisciplinario, que incluya psicólogos y profesores de educación física, entre otros, para el seguimiento de los alumnos.
La asociación, que funciona en el Hipódromo Independencia ubicado en avenida Dante Alighieri 2000, tiene como objetivo la rehabilitación física de niños y adolescentes. "Incentivamos la recreación diferenciándonos de los clubes hípicos, donde se desarrolla la competencia. Cuando los ejercicios no salen bien, se les pide que lo repitan y nunca se los castiga. Se intensifican los aspectos positivos de los alumnos para ayudarlos a que mejoren su desempeño", explicó Fornes, quien también es profesora de Bellas Artes.
Estímulos La equinoterapia está basada en la utilización del movimiento multidimensional del caballo para el tratamiento de diferentes afecciones físicas y mentales. Con esta práctica se está expuesto a movimientos de vaivén que son similares a los que realiza el cuerpo humano al caminar. "Esto supone reacciones musculares y sensoriales frente a una serie de estímulos producidos por el paso del caballo", explicó la profesora.
El tratamiento conlleva beneficios tanto físicos como emocionales, ya que por un lado mejora el equilibrio, la postura y la movilidad, siendo útil en pacientes con parálisis, y por el otro, actúa en el plano de la comunicación y del comportamiento, reportando ventajas en los niños autistas. "Se estimula la atención y la concentración, aumenta la autoestima y seguridad en uno mismo", destacó Fornes.
Previa a la práctica de los ejercicios físicos se los guía para que adquieran confianza para montar a caballo. En las primeras clases se les enseña a soltar las manos y abrazar el animal con las piernas. De acuerdo a las necesidades de cada uno se elige qué tipo de ejercicio resulta útil. Pueden ser movimientos para el estiramiento, la relajación, mejorar la coordinación y el equilibrio.
La equinoterapia también mejora el ánimo. Muestra de ello son los siguientes testimonios que ofreció Fornes:
* Marianela, con cuatro años y parálisis cerebral, la primera vez que subió al caballo no paraba de reír a carcajadas y se relajó rápidamente.
* Evelyn, con sindrome x frágil, aprendió a manejar su yegua en todas las instalaciones del hipódromo, a ponerle la cabezada (freno) y a trotar. Cada vez que monta es tal su alegría que genera en el entorno un clima especial.
* Gonzalo, quien es ciego y sordo, cuando sube al caballo lo primero que hace es sonreír y luego al detenerlo mece su espalda para que continúe el andar. Cuando trota, sonríe con más intensidad.
Si bien la equinoterapia ofrece resultados positivos en la mayoría de los casos, está contraindicada en quienes no deben movilizar el sistema articular-muscular o poseen procesos inflamatorios.
Desde la Asociación de Equitación Integral Rosario (Adeir) ofrecen clases grupales (incluidos niños sin dificultades) con el fin de promover la integración. Para que esta práctica sea fructífera, Fornes recomienda que al igual que cualquier deporte, es conveniente hacerlo en forma periódica, al menos dos veces por semana. Los interesados en contactarse con Adeir pueden llamar al teléfono 356668 ó 155018282 o escribir al e-mail: [email protected].
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