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 domingo, 02 de enero de 2005  
El cartero del fútbol
¿Te acordás, hermano?... de Juan Humberto Manili
El ex insai derecho de El Favorito de Rosario, Chaco For Ever y la reserva de Vélez es un personaje de Saladillo que trabajó de mensajero y operario en la estación La Bajada y recorrió el país durante 37 años con el Correo

Miguel Pisano / La Capital

Juan Manili es un personaje del Saladillo que fue mensajero de la estación La Bajada, insai derecho de El Favorito, Chaco For Ever y la reserva de Vélez, y recorrió el país durante 37 años con el Correo, en épocas en las que no se podía dar el lujo de dejar un empleo seguro para probar suerte en el fútbol, al extremo que casi todos los jugadores velezanos trabajaban en la empresa postal.

Juan Humberto Manili nació el 3 de setiembre de 1919 en Ayacucho y Estado de Israel, al lado de la quinta Perelli, una enorme plantación de perales que abarcaba casi totalmente la enorme manzana que se extiende entre ambas calles, Uriburu y 1º de Mayo, que existió hasta mediados de la década del 40, frente a la vieja estación La Bajada, donde su padre trabajaba de capataz de cambistas en la Compañía General.

La Bajada era un típico barrio de ferroviarios como los Cornero, los Boeri y los Martello, que debe su nombre a la estación insólitamente demolida en el 61, en una metáfora del país.

El viejo José Manili era un siciliano que llegó a los 20 años y que trabajó en el tendido de numerosas vías férreas en la provincia de Buenos Aires, que su hijo Juan recita de memoria como los equipos de antaño: "Uranga, La Vanguardia, Sargento Cabral, Cañada Rica, General Gelli, Mariano Benítez, 12 de Agosto, Francisco Ayerza, Pergamino, Tambo Nuevo, Rancagua, Arroyo Dulce, Tacuarí, Salto, Villar, Mercedes, el ramal a Patricios, el ramal a Vedia que sale de Pergamino. Mi viejo vivía en las cuadrillas hasta que vino a Rosario y lo ascendieron, fue cambista y después fue el mejor capataz de cambistas que tuvo La Bajada, en épocas en las que había 12. Y un día del año 35 le preguntaron de Buenos Aires si tenía un hijo para trabajar de mensajero. Entonces empecé a los 15 años y me acuerdo de que no agarraba Uriburu porque tenía empedrado de macadán, para cuidar la bicicleta".

Juan recuerda siempre la infausta mañana del 61 cuando el Ejército comenzó a demoler la estación La Bajada, como hizo luego con el país: "La estación tenía unos grandes ventanales que daban a Ayacucho. Ataron unos cables a las paredes y las quisieron tumbar con los tanques, pero no pudieron porque se les cortaban. Mirá que les advertimos, pero no nos hicieron caso porque eran cabezones. Estuvieron como diez horas hasta que abandonaron y se fueron, y finalmente a los tres días tuvieron que dinamitarla para tirarla abajo".

Otro país por donde se lo mire, La Bajada pertenecía a la Compañía General de los ingleses y contaba con 18 vías y amplios terrenos que se extendían entre Ayacucho y Pavón desde Esteban de Luca hasta Doctor Riva, del ferrocarril De Rosario a Puerto Belgrano.

Manili comenzó a jugar a los 12 años en un campito de Salvá e Hilarión de la Quintana, donde estaba el baratillo El Favorito, de don Juan Tropea: "Nos juntábamos a jugar a la noche. Un día decidimos formar un cuadro y le preguntamos si podíamos ponerle El Favorito. No sólo estuvo de acuerdo sino que nos compró las camisetas de Vélez y nos llevaban con la chata a jugar por todos lados. En el primer partido le ganamos 4 a 1 a Tiro Suizo, en su primera cancha que estaba en Corrientes y Arijón. El Favorito empezó a agrandarse y a jugar en la Liga Zona Sur, dirigido por el Gordo Sacco, que tenía una fábrica de soda. Trajo a los mejores jugadores como Battagliero, Seguer, el Flaco Soneiro, un fulbá que jugó en Newell's. Debuté en la primera a los 16 años y tuve la gran suerte de jugar con Battagliero, que fue el mejor jugador de esos tiempos, que prefería jugar en El Favorito y no en Tigre".

La primera cancha estaba en Larrea y Salvá, donde ahora se halla el Club Sáenz Peña: "La cancha estaba en el otro sentido y tenía arcos con red de alambre. En una final contra Alumni, un cuadro que ahora se llama Ñaró, tuve la gran suerte de hacer el gol del triunfo con una volea que pegó en el alambre y volvió hasta mediacancha".

Después de la colimba en el 11, Manili se fue con el ferrocarril a trabajar en Sargento Cabral, donde jugó de insai derecho en Independiente con el Cholo Diez, un centrojás de Ferro, River y la selección. Después jugó en Sport de Salto. Bravas épocas en las que los ferroviarios trabajaban 12 horas con los ingleses y desde peón hasta jefe tenían que hacer de todo, como limpiar el water clos, sacar los yuyos del andén y vender boletos: "Esto no es para mí, a pesar de que ganaba 120 pesos en el 44, que era mucha guita. Un día salió un aviso en La Prensa para trabajar de telegrafista en el Correo y al otro día me tomé el tren y me fui a rendir al Correo Central en Buenos Aires. Y antes de la semana me mandaron a trabajar a Resistencia, donde ganaba 180 pesos más 20 porque era Territorio Nacional. Trabajaba seis horas, de camisa y corbata, y tenía 20 ó 30 minutos para tomar el café".

Ahí Manili jugó cuatro años en Regional, en Chaco For Ever y en el seleccionado de la Liga Chaqueña: "Entonces no había categorías de ascenso como ahora, entonces la AFA organizaba amistosos entre los equipos de primera y los del interior en los feriados nacionales. Unión y Vélez me quisieron llevar, pero no me daban el traslado en el Correo. Entonces no pagaban nada, así que no podía dejar el empleo para probar suerte en el fútbol. En Resistencia jugamos con el chaqueño Espinoza, un centrofóbal que después jugó en Vélez y Boca. Casi todos los jugadores de Vélez trabajaban en el Correo y Espinoza me llevó a Vélez, donde jugué algunos partidos en la reserva, pero en el 51 largué porque no podía llegar a la primera porque jugaban todos esos monstruos y me volví a Rosario, donde jugué en los veteranos de Sáenz Peña y El Favorito, con Florentino Malaponte, hasta los 54 años, en las canchas que había donde está la fábrica de Oltolini, entre Ayacucho, Lamadrid, Pavón y Esteban de Luca".

El Cartero Manili, un personaje del Saladillo que recorrió el país entre el ferrocarril, el correo y el fútbol, en las épocas de la pelota de tientos. l
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Manili y un telégrafo, todo un símbolo de su pasado en el Correo.

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