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 domingo, 02 de enero de 2005  
Granaderos en Rosario y ¡a la carga!

Carlos Duclos / La Capital

Si su destino como turista es Londres, cualquier agente de viajes le dirá que si hay algo que no puede perderse es la ceremonia de cambio de guardia que se realiza cada día, desde el año 1660, en el Palacio de Buckingham. Sin lugar a dudas le recomendará también el Cambio de Guardia en Horse Guards Parade, Whitehall. Usted verá la guardia montada y la guardia especial de la reina en sus tradicionales trajes mientras avanzan desde las barracas de Hyde Park. Claro que este es el aspecto turístico de los famosos cambios de guardia londinenses. Para los ingleses hay un importante aspecto histórico y tradicional. No es sólo un acto protocolar o un suceso de color. ¿Qué tiene que ver esto con Rosario? Pues en la última sesión del año que acaba de transcurrir el Concejo Municipal aprobó sobre tablas un plausible proyecto de la edila Victoria Ramírez que contempla que se habilite al intendente municipal de Rosario, Miguel Lifschitz, y a todos los integrantes del Concejo Municipal "a realizar las gestiones necesarias ante la Presidencia de la Nación y ante las autoridades civiles y militares correspondientes, a los fines de que se establezca en la ciudad de Rosario un destacamento del Cuerpo de Granaderos, como custodios del Pabellón Nacional del Monumento Nacional a la Bandera y como partícipes activos en las ceremonias diarias de izamiento y arriado de la bandera, que se realizan en el mástil mayor del mismo, donde lucirán sus atuendos típicos y entonarán las melodías pertinentes a cada momento". Asimismo, el proyecto contempla que se invite a participar de las gestiones a la intendenta de la Municipalidad de San Lorenzo, "teniendo en cuenta la posibilidad de que los efectivos del futuro destacamento de Granaderos podrían efectuar similares actividades a las propuestas en el artículo anterior, en el Campo de la Gloria en la ciudad vecina de San Lorenzo, lo que también permitiría coordinar un recorrido turístico vinculado a lo histórico".

Ciertamente, y desde el punto de vista turístico, el proyecto es interesante. Y no lo será menos para los rosarinos desde el punto de vista histórico, no sólo porque el célebre regimiento comandado por el genial José de San Martín tuvo su bautismo de fuego en tierras santafesinas, sino porque en Rosario otro célebre y honorable hombre, el general Manuel Belgrano, estampó el sello definitivo de la voluntad de independencia creando la bandera nacional. La presencia entonces de un destacamento del Regimiento de Granaderos a Caballos en la ciudad se constituiría en una trascendente reivindicación para una sociedad que tuvo una participación importante en toda la historia nacional.

Desde el punto de vista turístico, y bueno es recordarlo, Rosario cuenta con un paisaje bellísimo, un movimiento cultural intenso y centros comerciales interesantes. Cuenta también con una infraestructura gastronómica y hotelera aceptable y un aeropuerto remodelado. Pero lamentablemente, y duele reconocerlo, adolece de una política en materia de turismo que calificarla de regular sería concederle demasiado. Si algo de turismo hay en Rosario se debe a la llegada de personas del interior alentadas por los vientos económicos favorables que soplan en el campo y por el puente que ahora une a la ciudad con Entre Ríos. Pero esta es una ciudad que tiene para ofrecer a todo el turismo nacional y especialmente internacional escenarios verdaderamente cautivantes. La simple y natural presencia de uno de los ríos más caudalosos del mundo concede a esta urbe una ventaja notable. Claro que es mucho más lo que puede brindarse y mucho lo que podría hacerse para mejorar el aspecto turístico que es, en todas partes del mundo menos aquí, una actividad a la que los gobernantes le ponen especial cuidado. Es absolutamente incomprensible que los turistas extranjeros que llegan a la ciudad de Buenos Aires no se acerquen a Rosario estando a no más de cuatro horas de viaje por autopista y con la posibilidad de hacerlo por una red vial con características históricas interesantes y el paisaje puntual y espléndido concedido por la Pampa Húmeda. Esto sucede simplemente porque los gobernantes no se han encargado de promocionar debidamente a la región y todo lo rico que ella encierra. No se puede dejar de mencionar, de paso, la lamentable e infeliz actitud del gobierno provincial de no haber dado aún rapidez al trámite de instalación de un casino. ¡Deplorable!

La idea de que en Rosario esté presente un destacamento del Cuerpo de Granaderos a Caballos y de buena parte de su fanfarria para que tome a su cargo la ceremonia todos los días del izamiento y arrío del pabellón nacional debe ser apoyada enfáticamente. Es de aguardar que el intendente Miguel Lifschitz tome en sus manos el proyecto y no cese en su empeño hasta lograr su concreción. Y sería agradable a la necesidad de los rosarinos que se establezca una fuerte política en materia de turismo para que Rosario obtenga ese posicionamiento que justamente merece no sólo en el contexto nacional, sino incluso internacional. El logro de los objetivos comienza con una frase que viste al espíritu de los que triunfan. Como dijo aquel venerable general en San Lorenzo: "¡A la carga!".
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