| domingo, 02 de enero de 2005 | La política santafesina, al diván Mauricio Maronna / La Capital En Santa Fe se largó la carrera electoral. Los petardos que venía lanzando desde hace tiempo Hermes Binner al fin hicieron impacto en el frente de la Casa Gris, de inmediato convertida en cañonera.
Créase o no, a casi nueve meses de los comicios para elegir diputado nacional el frustrado candidato a gobernador socialista ya parece ir en camino a agotar su catálogo de descalificaciones hacia el peronismo santafesino. ¿Si este es el inicio de la batalla, cómo será el desenlace cuando octubre desande el sendero hacia las urnas?
Antes de que el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, le recomendara a Binner recostarse en algún diván, el ahora verborrágico ex intendente parecía un boxeador peleando contra varias sombras imaginarias.
Siguiendo el errado camino proselitista del 2003, se tomó apenas un par de meses de tregua para chicanear a Carlos Reutemann desde todos los ángulos. "Quedó muy caliente con nuestro triunfo y la sigue. No digirió la derrota, hasta se anima a decir que habría que hacerles un test psicológico a quienes votaron al peronismo", declaró el Lole a La Capital un día antes de traspasarle el mando a Obeid. En ese tiempo era Binner el que mandaba al consultorio a los peronistas.
El lunes, el anestesista rosarino, flanqueado por Miguel Lifschitz, Rubén Giustiniani y Eduardo Di Pollina se despachó contra el Ejecutivo provincial y lo comparó con el menemismo. El gobernador encolumnó a su tropa y todos hicieron catarsis verbal repudiando semejante paralelismo. En medio de semejante catarata de disparates, bien vale separar la hojarasca.
Desde esta columna se han criticado las lagunas iniciales del Ejecutivo provincial, la pérdida de la agenda de gobierno y algunas designaciones que luego fueron corregidas. Pero comparar a Obeid con Menem es un exabrupto que descoloca al sujeto emisor.
El gobernador, en su primer período y en lo que lleva del actual, no fue protagonista de ningún hecho de corrupción y el estilo de la administración lejos está del regodeo permanente con la frivolidad.
Las descargas verbales de Binner no solamente permitieron que el justicialismo levantara la guardia, sino que también generaron malestar en Lifschitz, quien debe priorizar la relación institucional con el mandatario santafesino.
¿Qué quedó de aquel sobrio intendente que ahorraba adjetivos y se ganaba altos índices de valoración por su modo de construcción política? Según la mesa chica que rodea a Obeid, Binner experimenta en carne viva la frustración de haber quedado en un segundo plano por la eficaz gestión de Lifschitz, más tolerante y abierto a la hora de hacer política y convertido en el hacedor del boom rosarino que promocionan los medios porteños.
Una lectura más profunda de la realidad indica que las elecciones de octubre constituirán el tamiz final para quien fue derrotado el 7 de abril de 2003.
Si la lista que encabezará el socialista se impone al justicialismo, su nombre quedará refrendado para ir en busca del título de gobernador. Si vuelve a ser derrotado, su futuro político se perderá entre el laberinto y las sombras.
Lo curioso de la saga de imputaciones es que Binner logró despertar al gigante dormido en que se había convertido el PJ provincial que, por primera vez, tuvo que desalambrar la provincia para que operadores nacionales tejieran a su antojo.
Más allá del tema de moda que toca la cuerda de una lista integrada por Horacio Rosatti, María Eugenia Bielsa y Omar Perotti (adelantada en esta columna el domingo 27 de junio de 2004), el oficialismo tiene gravísimos problemas para ofrecerle al electorado una mínima renovación. Hay una entrelínea ilustrativa: la vice repite casi a diario su condición de "no peronista".
Un ex gobernador describe la situación con estas palabras: "Ella quiere decir que ni siquiera es portadora sana, que no tiene ningún virus justicialista alojado en su cuerpo. Actúa como una librepensadora pensando que los rosarinos toman distancia de todo lo que huela a peronismo".
Sin embargo, la hermana del ex director técnico del seleccionado salió con los tapones de punta no solamente contra Binner; también direccionó sus dardos hacia el Partido Socialista. Al menos se alejó de Freud y Lacan y prefirió citar a Raymond Chandler, un maestro del policial negro, para hacer notar la falta de "talento y coherencia" del referente del PS.
El anticipo de los tiempos electorales es una noticia que les genera adrenalina únicamente a los políticos involucrados. El inicio del 2005 no debería consumir el tiempo de gobernantes, legisladores y dirigentes partidarios en otra cosa que no tenga que ver con las cuestiones urgentes, que son muchas.
¿O la política santafesina, irremediablemente, es una cuestión de diván? enviar nota por e-mail | | Fotos | | |