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 viernes, 31 de diciembre de 2004  
La extensión del tiempo escolar

El aumento efectivo de las horas de clase es una herramienta fundamental para fortalecer los aprendizajes de los alumnos en el aula. Así lo demuestran distintas experiencias puestas en marcha en la región, como la desarrollada en la República de Chile, donde hace siete años comenzó en forma progresiva la extensión de la jornada escolar (con clases durante la mañana y la tarde), que hoy llega al 66 % de las escuelas. Un informe preparado por la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (Iipe) de la Unesco plantea el debate sobre la extensión de la jornada escolar y la cantidad de días de clase.

"Dentro de dos años, la ampliación de la jornada de clase llegará a todas las escuelas. Y a lo largo de todo el trayecto escolar, un alumno habrá cursado entre dos y tres años más de clases en relación con el régimen anterior", graficó el doctor José Pablo Arellano, ex ministro de Educación de Chile (1996-2000), al exponer en el XVII Congreso Nacional Crea 2004, realizado en septiembre último en Mar del Plata.

En Chile, primero se extendió el calendario escolar dos semanas y luego se intensificó la jornada escolar, lo que permitió pasar de 868 a 1.000 horas de clase al año en la enseñanza básica y a 1.216 en la educación media.

Avanzar en la extensión horaria de la jornada escolar requiere más inversión en sueldos docentes, reformas edilicias y construcción de escuelas, además de quebrar la tendencia dominante los años 60 y 70, cuando tanto en Chile como en la Argentina se promovió que en un mismo edificio funcionaran escuelas en dos turnos -jornadas simples- para tener más cantidad de alumnos en las aulas.

En la Argentina apenas el 5,48 % de los alumnos concurre a escuelas de jornada completa. Sobre un total de 8.087.907 estudiantes, 7.643.940 cursa en escuelas de jornada simple y 443.967 en colegios de doble escolaridad.

La proporción varía en las distintas jurisdicciones y es la ciudad de Buenos Aires la que presenta un porcentaje más altos de escuelas de jornada completa. En la enseñanza primaria, el 25 % de los alumnos concurre a este tipo de establecimientos: 71.754 chicos, frente a una población de 291.820.

Precisamente, en la jurisdicción porteña se puso en marcha hace tres años un programa piloto de extensión horaria en dos escuelas, que aumentaron media hora el tiempo de clase. La experiencia es ahora objeto de análisis para su eventual ampliación a otros establecimientos.

En las escuelas, que reúnen en conjunto una población de 350 alumnos, la experiencia comprendió el agregado de 30 minutos, tanto a la mañana como a la tarde, para fortalecer el aprendizaje de lengua y matemática. Al cabo de un año, la ampliación horaria significó un aumento equivalente a 20 días más de clases.

Como corresponde, los maestros reciben un plus salarial proporcional a la media hora más de trabajo en el aula. Además, se puso en marcha un programa intensivo de capacitación docente, con jornadas de organización institucional dedicadas a acompañar el cambio.

La doctora Silvina Gvirtz, directora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, consideró entre las reformas pendientes la necesidad de establecer una tendencia hacia la doble jornada escolar.

En tiempos en que más del 50 % de la población escolar vive bajo la línea de pobreza, estimó indispensable garantizar las condiciones de educabilidad, cumpliendo los requerimientos mínimos de nutrición, salud y vestimenta, mediante la articulación con los centros de salud y la creación de una ficha sanitaria.

También recomendó fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje, una de cuyas herramientas debería ser la ampliación horaria, e iniciar cambios en el modo de gobierno de las instituciones escolares.


Comida y escuela
"Generar las condiciones de educabilidad en el esquema de cuatro horas de clases es muy difícil. Si les enseñamos sin darles de comer, sin satisfacer sus necesidades básicas, los chicos no aprenden. Si les damos de comer, no hay tiempo para enseñar. Por eso debemos ampliar la jornada escolar", sugirió la investigadora, al recordar que en los países desarrollados la jornada de clase tiene una extensión promedio de seis horas por día.

La propuesta de modificar el gobierno de la institución escolar apunta a eliminar las barreras de la burocracia y establecer sistemas de decisiones más eficientes, que influirán positivamente en una mejor calidad de los aprendizajes de los chicos. "En la Argentina hubo desconcentración de las escuelas, que fueron traspasadas de la Nación a las provincias. Pero las instituciones siguen siendo manejadas con un esquema centralizado. La toma de decisiones está alejada de las escuelas, lo que lentifica el proceso, no garantiza el consenso con los docentes y alumnos involucrados y hace crecer los riesgos de tomar decisiones desacertadas por falta de información", explicó la doctora Gvirtz.

Un elemento esencial, agregó, es cómo se usa el tiempo en la escuela. Habría que convencer a los padres de la importancia que significa en el proceso educativo que su hijo no llegue tarde a clase.
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