 | lunes, 06 de diciembre de 2004 | Rehabilitacíon en Cuba Hace muchos años, desde la vuelta de Jaroslavski de Cuba, que vengo escuchando las bondades de la rehabilitación suministrada en dicha isla. Veo con profundo pesar personas embarcadas en auténticas quimeras para conseguir el dinero para enviar a algún familiar a dicho sitio cuasi milagroso. Por qué hago toda esta introducción, porque me gustaría acabar con una mentira institucionalizada. Quiero aclarar que soy médico y por lo tanto algo entiendo del tema. Me gustaría comunicarle a la población en general que para recibir un buen tratamiento de rehabilitación no es necesario viajar tantos kilómetros a la mencionada isla caribeña. Ni siquiera es necesario trasladarse a Córdoba. Por fortuna acá en Rosario, ciudad universitaria por excelencia, está la cantidad y calidad de profesionales necesaria para realizar dichos tratamientos con la misma o mayor efectividad que en Cuba, con la ventaja de un mucho menor costo. No digo que nuestros hermanos cubanos no sean buenos rehabilitadores. Pero la realidad es que ir a esa isla por un tratamiento de rehabilitación es una moda. Lógicamente que para familias con dinero como la familia Jaroslavsky ir a rehabilitarse a un spa en una playa caribeña es mucho más atractivo que ir a un instituto como Ilar, Irof o Cemeri. El problema se suscita cuando esta moda (por cuestiones ideológicas) es impuesta a personas de menores recursos que tienen que realizar actos extraordinarios para conseguir el dinero pudiendo se efectivamente bien tratadas aquí en Rosario, tanto en institutos privados como en instituciones públicas. De más está decir, que tanto la historia como el presente de la medicina argentina es muy superior tanto en producción científica como en recursos humanos y técnicos a la medicina cubana. Por favor, que las cuestiones ideológicas no comprometan el patrimonio, de por sí bastante comprometido, de nuestros compatriotas.
DNI 23.964.654
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