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 miércoles, 01 de diciembre de 2004  
El "salvavidas" al que todos se aferraron

Carlos Roberto Morán / La Capital

Durante catorce años la ley de lemas significó la carta de triunfo por excelencia para el peronismo santafesino. La oposición, en todos sus matices, reclamó durante todo ese período la derogación del controvertido y discutido sistema electoral que, sin embargo, para su sanción contó con el explícito apoyo de Horacio Usandizaga, quien buscaba así quitarse de en medio a su rival interno, Luis Changui Cáceres.

La ley de lemas fue, como la primera candidatura de Carlos Reutemann a la Gobernación, un verdadero "manotón de ahogado" del PJ y, más concretamente, de Víctor Reviglio, quien en sus últimos meses de mandato comenzó a percibir el creciente descontento del electorado y su decisión de inclinar la balanza en beneficio del por entonces intendente rosarino.

Ambas iniciativas: el sistema electoral de doble voto simultáneo importado del Uruguay y la candidatura de Reutemann fueron recibidas con escepticismo por los entendidos, pero al peronismo terminó dándole excelentes resultados porque triunfó cuando pocos creían que lo podía hacer después de los escándalos producidos por Carlos Aurelio Martínez y Antonio Andrés Vanrell y le permitió seguir gobernando una provincia que parecía estar dispuesta a cambiar de signo político.

Aunque la oposición pudo rehacerse en determinadas elecciones legislativas y en las de constituyentes de 1994, el PJ venció en los comicios ejecutivos de 1995, 1999 y 2003. Los peronistas sostuvieron siempre que los lemas permitían la aparición de nuevas figuras, mientras que la oposición y no pocos observadores insistían en que se distorsionaba la voluntad del elector y que el sistema daba lugar a toda clase de componendas.

Aunque Reutemann pudo sostener en 1999 que no había necesitado de los lemas para ganarle a Usandizaga ya que contó con 900 mil votos de apoyo, tanto en su primer mandato como en los dos de Obeid la ley auxilió de esas candidaturas. De no haber existido la norma en cuestión, en 1991 y 1995 hubiese triunfado, y el año pasado, Hermes Binner. El sistema electoral fue también utilizado por la oposición, en su gran mayoría, a pesar de que en todos estos años reclamó insistentemente su cambio por otro más transparente.

Desde ayer esto pertenece al pasado y ahora el electorado deberá aprender el abc de las internas abiertas, simultáneas y obligatorias. Será el gran reto para que oficialistas y opositores muestren que el sistema de votación se beneficia con el cambio. Al tiempo que nuevos nombres se hagan ver en el hoy más que alicaído sistema de los partidos políticos de Santa Fe.
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