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 martes, 30 de noviembre de 2004  
"Vamos a mover cielo y tierra para averiguar quién mató a nuestro hijo"
Enterraron ayer al chico de 17 años asesinado el domingo de una puñalada en Rioja y Corrientes
Los padres de Angel Ramírez dicen ignorar quién fue su agresor. El chico estaba en 9º año y trabajaba en un pool

Aunque no saben qué ocurrió, Angel Ramírez y su esposa María Luisa parecen tener la certeza de que averiguarán cómo mataron a su hijo Angel, de 17 años, en una gresca ocurrida en el centro la madrugada del domingo. "Vamos a mover cielo y tierra para saberlo, el que lo mató tiene que pagar por lo que hizo", dijeron en un dúo de voces entrecortadas los padres del adolescente en su casa de Grandoli al 3700, horas después de enterrar por segunda vez a un hijo.

Angel, de 48 años, y su esposa de 49, ya debieron soportar tiempo atrás la muerte de un hijo de 25 años en un accidente de moto. Y el domingo la fatalidad volvió a tocar la puerta de su humilde vivienda lindera con la Villa del Tanque, donde tienen una pequeña despensa: poco antes de las 7 su hijo Angel -el tercero de cuatro- moría en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) como consecuencia de una puñalada recibida en una refriega.

La gresca ocurrió en la esquina de Rioja y Corrientes, a pocas cuadras del boliche donde previamente se habían encontrado los agresores -al menos siete- y sus dos víctimas. Para la policía, el dispar enfrentamiento tuvo origen en el propio barrio de Angel y de su amigo Héctor Sosa, de 27 años, quien ayer había sido transferido a una sala común y se recuperaba de sus heridas de arma blanca en el Heca. Según los pocos datos que habían llegado a los padres del chico, una supuesta barra de Garibaldi estaría relacionada con la muerte del menor.

"No sabemos nada de esa barra, nosotros somos gente de trabajo", marcó posición Angel, un plomero a quien su hijo solía acompañar en algunas changas cuando no iba a la escuela -cursaba 9º año de EGB de la escuela Isabel La Católica- o no estaba atendiendo un negocio de pool y videojuegos que sus padres le habían ayudado a instalar en Ayacucho y 24 de Septiembre. Esa barra, de la que dijeron no tener información, les remitió a otra que supo asolar el barrio: la barra de Torombolo, detenido meses atrás, acusado de variados delitos y de recibir protección de parte del personal de la comisaría 16ª, lo que provocó la remoción de un jefe que estuvo en esa seccional, inamovible, durante una década.

"La gente le tenía miedo a esa barra, pero no podemos permitir que eso vuelva a pasar", dijo el padre, dispuesto a que se esclarezca el caso. "Hablan de un tal Tato, que dicen que vive en un pasaje por acá cerca. Los otros chicos tienen que saber lo que pasó", dijo en alusión a Sosa y a otro muchacho apodado Cirilo que dijeron que también estaba con su hijo, aunque la información preliminar hablaba de sólo dos agredidos.

Según contaron a este diario, a los padres de Angel no les constaba que su hijo hubiera tenido problemas con gente del barrio. Sí le habían recomendado que no fuera a bailar al boliche La Zona, de Corrientes al 400. "Me enteré que hay un mal ambiente en ese lugar. Me dijeron que hasta las chicas entran armadas con cuchillos", sostuvo la madre, quien pidió que "la policía controle las salidas de los boliches".Desde la Jefatura de Policía ayer habían comenzado a pesquisar el entorno del muchacho asesinado, pero no habían reunido ninguna pista sobre los responsables del crimen.

Ayer Angel fue enterrado en el cementerio de La Piedad, luego de ser velado en casa de una familia amiga en Colón al 3700. El dolor y la impotencia de sus familiares todavía impedía que asomara la bronca. Tímidamente, sus padres reclamaron justicia, palabra sagrada que en el mejor de los casos no será más que un escueto paliativo para un futuro de ausencia.
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Angel Ramírez vivía en Grandoli al 3800.

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