 | | martes, 30 de noviembre de 2004 | Una boga trucha Quise homenajear a algunos amigos extranjeros participantes del Congreso de la Lengua con una de nuestras magníficas bogas. Nada mejor que hacerles conocer una de las parrillas de pescado de la costa. El lugar donde frecuentemente concurro estaba lleno de gente y otros tantos en espera. Por eso fuimos a otro cercano y muy amplio. Comimos mal, las bogas eran pequeñas y con más espinas que carne. Una cucaracha (también pequeña, debo reconocer) se paseaba por la mesa. Al dar por finalizada la frustrante cena pedí la cuenta. Esta tenía la forma de simple tira de sumadora, sin detalle ni identificación alguna del local. Solicité una factura o ticket formal. El dueño o encargado se presentó diligente a explicarnos que dado que este tipo de locales de la zona se hallaban en terrenos fiscales, no poseían habilitación, fiscalización, ni control alguno. Obviamente, tampoco el comprobante requerido. Preocupados por la índole y calidad de nuestra ingesta, nos retiramos pacíficamente, meditando sobre los privilegios gozados por aquellos al margen de la ley.
DNI. 5.936.118
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