Punta del Este: Un sueño casi perfecto

Descanso y diversión en Mantra, un enorme resort, spa y casino que engalana la costa uruguaya

Jorge Levit / La Capital

No es cierto que la historia haya llegado a su fin, como bien dijo el escritor Carlos Fuentes en su magistral ponencia al inaugurar el III Congreso Internacional de la Lengua. Salvando las distancias, en materia de placer para el turista también se siguen escribiendo nuevos capítulos y descubriendo variantes originales sobre cómo convertir unos días de vacaciones en un sueño casi perfecto.

En Punta del Este, más exactamente en la localidad de La Barra, se levantó hace pocos años el resort Mantra, que integra la exclusiva cadena internacional The Leading Small Hotel of the World. Fue una inversión de 50 millones de dólares para construir un complejo turístico innovador en medio de un bosque de pinos y a metros del mar. Su arquitectura, sobria y elegante al estilo europeo, se distribuye en medio de un florido parque de terrazas exclusivas con una piscina de agua templada como fondo.

El hotel cuenta con 88 habitaciones y 12 suites. Tienen entre 37 y 42 metros cuadrados y la más grande se desarrolla en 95 metros cuadrados. A la tradicional amabilidad uruguaya se le suma personal internacional. Un "maitre" francés pero con buen castellano es el encargado de conducir el restaurante. En total, la planta de personal de Mantra asciende a 500 personas.

Recién después de algunas horas de haber ingresado al resort se está en condiciones de dar pasos firmes y seguros. Los inmensos espacios y un complejo distribuido en tres pisos demandan algo de atención para conocer todas las instalaciones.

Almorzar comida mediterránea (un brunch) en la pileta al aire libre o dentro del restaurante no es una decisión fácil de tomar. Pese al promedio de 20 grados de temperatura registrados el fin de semana pasado, la mayoría de los turistas optó por la primera elección. Y cuando descubrieron que la temperatura del agua era igual o superior a la de su propio cuerpo, la fiesta fue completa. Fue en ese momento cuando los mozos dejaron de reponer salmón rosado ahumado y champán francés porque dentro del agua, obvio, está prohibido comer.

Por la tarde, recorrer el spa del hotel es una brillante idea. Si algún miligramo de estrés todavía queda en el cuerpo, terapistas especializadas lo harán desaparecer con masajes de todas las técnicas y latitudes. Desde uno indicado para el "jet lag" hasta otro de una tradición hindú de 500 años. Después, eso sí, cuesta algunos minutos regresar a este mundo porque los casi 60 minutos de tratamiento transportan al "paciente" como al mago Harry Potter en su escoba voladora.

Con tanto "afloje" corporal, el apetito se abre más temprano de lo habitual. Un salón de té con masas y tortas intenta calmar los ánimos hasta la hora de la cena, que puede servirse en un coqueto restaurante a luz de las velas o en el ballroom, un salón con capacidad para 600 personas donde habitualmente se ofrecen espectáculos. Fue allí donde el sábado pasado María Martha Serra Lima hizo emocionar a un público que conocía perfectamente sus consagradas canciones.

Sobre la medianoche se encienden las luces de la tentación. ¡Hablamos del casino, claro!, donde una amplia sala cobija todos los juegos tradicionales y cientos de máquinas tragamonedas. Si uno se reconoce como un apostador de jerarquía, es admirador de la literatura rusa y especialmente de "El jugador", de Fiodor Dostoyevski, una sala vip se "esconde" entre bambalinas. Allí se apuesta fuerte y sólo entre pocos.

Y si todavía el cuerpo lo permite, hay más cosas por hacer antes de entregarse a un "merecido" descanso: una pasada por el business center para verificar el e-mail y navegar por banda ancha en Internet, un cafecito a la luz del fuego de un hogar a leña o pedir una película en DVD para hacerla funcionar en la TV de la habitación. Ya es hora de aminorar la actividad porque el día siguiente se vuelve a presentar tan "agotador" y "estresante" como el anterior.

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Piscina al aire libre y agua templada antes del verano.