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 domingo, 28 de noviembre de 2004  
Catamarca: Paredes de adobe
Entre Tinogasta y Fiambalá se conservan antiguas iglesias y oratorios

La Ruta del Adobe, en Catamarca, abarca sitios de valor histórico y cultural a lo largo de un trayecto de 50 kilómetros de viejas construcciones de barro y paja, en su mayoría iglesias y oratorios.

El circuito fue implementado por la secretaría de Turismo, organismo que imprimió folletos e instaló cartelería informativa en cada monumento, desde su comienzo en Tinogasta hasta el final en Fiambalá.

En Tinogasta, "reunión de pueblos" en quechua, cabecera del departamento del mismo nombre, el comienzo de la ruta es en Casagrande, la vieja casona situada en la esquina de las calles Moreno y Constitución.

El dueño de la finca, el vicecónsul de Chile Rodolfo Orella, la compró en 1897, cuando allí se instaló el Batallón Cazadores de los Andes, en el momento de un conflicto con Chile que no llegó a mayores.

Ahora Casagrande es un complejo turístico formado por un restaurante, un hospedaje de 14 plazas -que en enero próximo serán 25- y un local de venta de artesanías. Los dueños actuales son Bárbara, bisnieta de Orella, y Rodolfo Benza, su marido, jefe del departamento de Turismo de la comuna. En total, Tinogasta cuenta con 120 plazas hoteleras, distribuidas en hoteles de una estrella y hospedajes familiares.

El otro sitio de Tinogasta relevado dentro de La Ruta del Adobe es el actual Centro Cultural -donde funciona la secretaría de Cultura del municipio-, que fue un hospital y que más lejos en el tiempo perteneció a la familia riojana Bazán.


Vides y olivos
A 16 kilómetros de allí está El Puesto, un pueblo con fincas rodeadas de cultivos de vides y olivos, y el oratorio de adobe que la familia Orquera construyó en 1740.

Las imágenes -una Virgen del Rosario, un Cristo crucificado, un San Antonio y un cuadro de la Santísima Virgen amamantando al niño- fueron traídas desde Chuquisaca, Perú, por las hermanas Martina y Mariana Asiaris, que llegaron a Tinogasta luego de pasar por Calama y San Pedro de Atacama, en Chile.

La Ruta del Adobe continúa en Anillaco, vieja población que le dio su nombre al Anillaco de La Rioja, un lugar que en el siglo XVIII se usaba para el engorde del ganado por sus buenas pasturas.

En estas tierras por las que caminó en 1536 Diego de Almagro, el primer español que recorrió el noroeste de la Argentina y que descubrió Chile a través de un paso cordillerano, hay una iglesia restaurada y la casona que perteneció a Juan Gregorio Bazán y Pedrasa, un mayorazgo ahora totalmente en ruinas.

A la entrada de Fiambalá, final de La Ruta del Adobe, está la iglesia de San Pedro, de paredes blanquísimas, y al lado la antigua Comandancia de Armas y un Museo de Sitio. Para más información contactarse con la página de Internet: www.turismocatamarca.gov.ar
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