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 domingo, 28 de noviembre de 2004  
Primera persona
Beatriz Actis: "La literatura nos conecta con lo cercano y con lo universal"
La escritora santafesina propone un puente hacia la memoria regional al recopilar leyendas orales en su último libro

Marcela Isaías / La Capital

Las narraciones orales que trasmiten creencias populares tienen la virtud de ser reconocidas por el énfasis que el narrador pone en el relato, la vivacidad que cobran los personajes que protagonizan las historias y la habilidad para instalar en quien las escucha la sensación de la duda sobre la veracidad de lo que se cuenta. Así, se suceden relatos sobre aparecidos, luces cuyo origen nadie logra determinar o bien animales fantásticos de los cuales muy pocos pueden dar cuenta luego de verlos.

Cada uno de estos relatos tiene la particularidad de funcionar como verdadero "vehículo de las historias familiares, sociales, y por tanto de la memoria colectiva". Al menos así lo define la escritora santafesina Beatriz Actis cuando se refiere a su último libro: "Historias de fantasmas, bichos y aventureros. Leyendas y relatos de la tradición oral", de Homo Sapiens Ediciones (ver aparte).

Beatriz Actis es egresada en Letras de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), ha publicado novelas y libros de formación docente. Recibió los premios Haroldo Conti y Fondo Nacional de las Artes en narrativa. Insiste con la idea que su nuevo libro pretende ser "un puente hacia nuestra memoria regional, atravesada por relatos que reúnen elementos autóctonos junto con otros de herencia europea", además de invitar a dialogar con otros libros.

-¿Cómo nace la idea de escribir este libro?

-Este es un proyecto editorial que surgió a partir de la idea de relevar historias populares, de la tradición oral de la provincia. Estas historias importan porque tienen que ver con los procesos de configuración de la conciencia social y de la identidad cultural y lingüística. Al mismo tiempo, se pensó en realizar versiones para niños de tales historias, pero con el acento puesto en la escritura, es decir que no se tratara de la mera transposición de relatos de la lengua oral a la lengua escrita, sino de que se los recreara y, en muchos casos, se los construyera. "El Embolsadito", por ejemplo, retoma una historia que circula desde hace años por la costa santafesina pero a la vez tiene como personaje protagónico a un europeo devorado por América, que es una figura tomada del tronco de la literatura escrita. Es decir, también se pretende establecer un diálogo con otros libros, remitir a otros textos, ya que la literatura, sabemos, se abre necesariamente a la referencia intertextual. Y, para dar otro ejemplo, "Historia de un mosquito aventurero", que se desarrolla en Rosario, no es un relato ni lineal ni literal, ya que en él, y a través del humor, se conjugan diversas y variadas historias, algunas tomadas de la tradición oral y otras inventadas.

-Decís -en el prólogo- que tu libro pretende ser un puente hacia la memoria regional y colectiva, también que el escritor es "aquél que sabe oír". Estas afirmaciones ¿definen un modo de hacer escritura para chicos?

-Sí, en cuanto a recrear historias de la tradición oral, que hacen justamente a la memoria individual y colectiva, como en este caso; sin embargo, agregaría que la literatura representa en general la posibilidad de vinculación con los otros, con la historia y con el mundo, es decir no sólo con lo más íntimo y cercano sino con lo más distante y universal; como se señala en el prólogo, el territorio común de la literatura proporciona una herencia variada, multiforme, que conecta, por un lado, con nuestras raíces y ámbitos próximos pero que también permite la ampliación de nuestro universo cultural, la posibilidad de la metáfora. En el caso de otros cuentos para niños, con otras temáticas no necesariamente ligadas a la base folklórica, agregaría a la definición anterior que un escritor mira la realidad de otra manera en el sentido de que puede "descubrir" aspectos poco evidentes de aquélla. Por ejemplo, los cuentos que juegan con el absurdo -y que son los que más me divierte escribir- tienen que ver, me parece, con esa manera particular de mirar lo cotidiano, con lo que podríamos llamar una mirada "tangencial" sobre la realidad de todos los días que descubre sus facetas extrañas y muchas veces humorísticas. Así, hábitos rutinarios o circunstancias cotidianas pueden llegar a convertirse en puerta de entrada a un mundo extraordinario, y ese es un "modo" interesante de la literatura para niños.

-A la hora de recoger y llevar a la escritura estas historias de fantasmas y aparecidos, ¿cuál fue el desafío que debiste sortear para conservar el atractivo propio de las historias difundidas y conocidas oralmente?

-Traté de que el suspenso, la emoción, la intriga, el terror estuvieran sostenidos por recursos narrativos; de que estuvieran presentes en estos cuentos ciertas marcas propias de la tradición oral, como las distintas versiones de una misma historia, las zonas veladas y secretas de una trama realista que finalmente se descubren como aparentes y, por eso, el relato deviene en fantástico. Sin embargo, y más allá de que realmente me gusta contar historias, creo que el trabajo literario no es tanto sobre las historias sino sobre el lenguaje.

-¿Qué libro o historia para chicos te gustaría escribir ahora?

-Estoy escribiendo una novela para niños y jóvenes que se desarrolla en Cayastá, en donde se encuentran las ruinas de Santa Fe la Vieja, y una serie de cuentos para los más chiquitos que tienen solamente a gatos como protagonistas. Me gustaría escribir poesía para niños, algo que nunca he hecho.

-Latinoamérica tiene una gran tradición de narradores, de historias ricas, cargadas de descripciones y personajes (García Márquez y lo que recoge tu libro son una muestra). ¿Se sabe sacar provecho de esta riqueza para promocionar la lectura en las aulas?

-Ciertas literaturas que se inscriben en estéticas que podríamos considerar de algún modo "vitalistas", o bien las poéticas particulares de escritores que se encuadran en tales estéticas y que resultan particularmente vigorosas, sin duda pueden atraer en especial a los más jóvenes. En las aulas debería repensarse el corpus de textos y autores seleccionados para, a partir de allí, incluir otros, que sean exponentes de variadas poéticas personales y líneas estéticas; en definitiva, reformular o al menos abrir, ampliar el canon literario escolar.

-A través de distintas actividades y en nombre del Congreso de la Lengua se ha favorecido que la palabra pase a escena. ¿Qué considerás que debería hacerse para conservar este protagonismo de la lectura y la escritura y que no sea sólo algo del momento?

-La lectura y la escritura, para ser efectivas, deberían ser concebidas como procesos permanentes. Es imperiosa la necesidad de trabajar en políticas de lectura que incentiven experiencias en distintos espacios de la vida social (familia, bibliotecas populares, sociedades barriales, centros de jubilados, gremios, diversas asociaciones de base) a través de la promoción y el apoyo a los espacios comunitarios ligados al mundo del libro y propiciando las relaciones entre estos espacios y la escuela, de modo de potenciar a ésta como espacio público de construcción colectiva, lo cual implica ampliar y aunar los ámbitos de producción cultural y educativa, socializar el conocimiento y consolidar o recrear lazos de pluralismo: la lectura es una práctica social y, por lo tanto, esencialmente vinculante.
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"El absurdo descubre facetas extrañas de la realidad".

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