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 domingo, 28 de noviembre de 2004  
EL cazador oculto: Filosofía barata y zapatos de goma

Ricardo Luque / La Capital

Algunos se deprimen, otros salen a matar o a morir, la mayoría lo pasa sin pena ni gloria, aunque lo mejor es celebrarlo, porque cuarenta años no se cumplen todos los días. O mejor, se cumplen sólo una vez. Y así lo entendieron los popes de Canal 5 que festejaron el bendito cumpleaños tirando la casa por la ventana. O más o menos, porque a decir verdad el catering de la fiesta, aunque delicioso, era escaso. Si no hubieran visto a celebrities como Ariel Bulsicco corriendo en zig-zag detrás de las meseras en busca de un canapé. Sudoroso y con la camisa abierta hasta el ombligo parecía un barra brava de Chacarita. Pero poco podía hacer para mejorar su aspecto. Satchmo estaba repleto y pedía a gritos aire acondicionado. Para combatir el calor los invitados no tuvieron más remedio que sumergirse en los ríos de champagne que corrían por el salón. Lo curioso es que nadie se ahogó, aunque más de uno pedía a gritos un salvavidas. Hubieran visto el estado en que estaba Augusto Saracco, que anduvo yendo y viniendo con un par de copas en la mano con tanta mala fortuna que nunca encontró a su socia "good life", Alicia Asanza, y tuvo que tomarse todo él solito. Y eso que la niña, que con el pelo recogido lucía como Jenna Jameson disfrazada de Evita, lo esperó toda la noche junto a la escalera del VIP. Un buen lugar, hasta que arrancó el show de La Mosca y explotó la pista de baile. Alejandro Grandinetti se sacudía frenéticamente como si hubiera sufrido un repentino ataque de nervios, Lucas Ameriso se contoneaba con la gracia de un enyesado de la cabeza a los pies, Claudio Tedeschi zapateaba tratando de seguirle el ritmo a la morocha de vestido rojo que hacía palmas como una gitana en un tablao. Entre ellos se cruzaba una y otra vez un trencito al que el Pelado Yorlano trataba de sumar a Silvia Resoalve, pero la locutora se había puesto un vestido tan ajustado y resbaladizo que se le escapaba entre los dedos. Roberto Caferra también parecía bailar, pero no lo hacía. En realidad, daba saltitos tratando de evitar que le pisaran los flamantes zapatos 28 Sport que le regalaron para su cumpleaños. Y, hay que decirlo, le quedaban peor que los enormes aretes plateados que lucía muy orondo Oscar Fernández Fini. Lo que no es poco.
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