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 domingo, 21 de noviembre de 2004  
Páginas rigurosas para el lector simple y curioso
"La fuerza de las palabras hace que seamos los mismos", dice Blanca Berasátegui, editora cultural del diario El Mundo de Madrid

Rodolfo Montes / La Capital

Anidando en las entrañas de un enorme edificio, el de el diario El Mundo de Madrid, respira sin pausa el equipo de El Cultural, un suplemento independiente y tan cargado de prestigio que hasta convoca lectores de otros diarios. Allí está Blanca Berasátegui, manejando los hilos con redactores, críticos, colaboradores y compañías editoriales, para que todo suene como una orquesta afinada. Como resultado, cada jueves sale a la calle una apetecible revista cultural de 60 páginas, que acompaña la edición del periódico. Y todo por el módico precio de un euro.

Blanca comparte con Señales el armado de su viaje a Rosario, lo disfruta de antemano, pero no pierde detalle de todo lo que circula en su oficina, vidriada, abierta a la redacción. La sonoridad de su voz, el acento madrileño y la claridad de conceptos la colocan en una zona confortable, y alejada de toda crispación. "Trabajo para publicar páginas culturales rigurosas, variadas e inteligibles para el lector simple y curioso", define. Con veinte años de experiencia como editora, su especialidad es clarificar contenidos culturales, por lo general complejos y opacos. Y hasta hace pocos años, editados en clave para unos pocos entendidos.

Blanca Berasátegui fue invitada para participar en el III Congreso de la Lengua, en el panel "El español estándar y sus variedades en los medios de comunicación". Su nombre en España está asociado a El Cultural. Una marca propia que nació como proyecto en el diario ABC, se mudó a La Razón, se independizó y recaló como equipo independiente y autogestionario, desde hace cinco años, en El Mundo, segundo periódico de España -detrás de El País- y con sólo quince años de vida.

Berasátegui baja la voz, casi susurra, para dar más intimidad a una confesión: "La lengua es lo mejor que tenemos -dice-. Cada vez que estoy en Latinoamérica, y escucho hablar nuestra lengua, me digo, en silencio, sorprendida estamos tan lejos, pero la fuerza de las palabras hace que seamos lo mismo, pensamos con las mismas palabras".

-Es de mucho valor que me hayan tenido en cuenta para este Congreso en la Argentina. Los periodistas -de diferentes países- que nos dedicamos a editar las páginas culturales de un diario, que conjugamos masividad con cierto elitismo que suponen los suplementos culturales, tenemos gran interés por conocernos, por intercambiar puntos de vista.

-¿Cómo resuelve un diario masivo la tensión que supone adecuar contenidos específicos del mundo cultural a lectores diversos?

-Los que estamos en esto -en mi caso desde hace 20 años- sabemos que la clave es compatibilizar calidad con masividad. Pueden editarse suplementos culturales pensando en los escritores y sus cómplices, o pueden hacerse pensando en todos los lectores del periódico. Desde ya, yo me inclino por esta segunda hipótesis de trabajo.

-¿Cuál es la fórmula que aplica en el cultural de El Mundo?

-Lucho por sacar páginas rigurosas, variadas pero inteligibles para el lector simple y curioso. Sin ofender al lector erudito y conocedor profundo de la materia de que se trate. En el menú nuestro hablamos de libros, pero también de arte, música, cine y teatro. Estamos pensando todo el tiempo en el lector interesado y en el lector fortuito. Lo hacemos para los dos, con mucho rigor y la máxima claridad posible.

-Sin embargo, suele presumirse que ciertos temas "culturales" son necesariamente opacos para el gran público.

-Nosotros aprendimos que cuando se sabe mucho de los temas, es más sencillo comunicarlo con claridad y sencillez. Yo le agradezco a los críticos que trabajan para nuestro suplemento. Ellos han aprendido a escribir corto -500 palabras-, de hoy para mañana y revirtieron -como en la crítica de arte- una tradición de retórica hueca, incomprensible. Siempre les digo, cuando tengo un texto entre mis manos que si yo no lo entiendo, que no soy especialista en nada, pero tengo curiosidad por todo, a mí no me vale porque el lector no lo va a entender.

-¿Su desafío es llegar a todos sin resignar calidad?

-Tengo un sentido utilitario de la cultura. Si no lograra pasar esa barrera de los quince o veinte lectores ilustrados, que conocen mucho de libros, me sentiría fracasada. Yo quiero serle útil al lector, y explicarle que la cultura va con él y que no es cosa de unos pocos. Nosotros les decimos a los más de 300 mil compradores del diario El Mundo de los jueves: "esta revista cultural es para usted, para todos. Ya no estamos en el tiempo de la cultura en la torre de marfil".

-¿Qué debe hacer un suplemento cultural con libros que venden por cientos de miles, pero cuya calidad no alcanza para entrar en el canon literario?

-Tenemos que investigarlos, dar una crítica. Aunque sea una crítica mala. Como hicimos en El Cultural con el caso de "El Código Da Vinci", un libro que está en el Metro, en los hoteles, en todas partes. Cuando un libro provoca tanta atracción a tantas personas diversas en muchos países, es porque tiene algo que atrae especialmente y yo tengo la obligación de buscar de qué se trata. Aunque sea una razón ajena a la literatura, debo respetarla.

-¿Cuál criterio de jerarquización aplica a la hora de disponer los espacios en su suplemento?

-Priorizo la actualidad. Salimos con un diario y manda la novedad incluso sobre la calidad. Digo, seguro que muchos libros que criticamos favorablemente son inferiores a cualquier obra de Balzac, sin embargo no publico a Balzac cada jueves. Además, tengo la suerte de tener un crítico para cada tipo de literatura. Todas las semanas corremos el riesgo de bailar al son de las editoriales. Lo que tienes que hacer es tomar un poco de distancia, estar atenta y recorrer las librerías. Normalmente lo hago con una libretita donde anoto aquellos títulos de pequeñas editoriales que no cuentan con gran aparato de distribución y propaganda.

-"Limpia, fija y da esplendor" es el antiguo lema de la Real Academia Española, ¿se queda con algo de eso?

-"Limpiar" es una idea completamente anacrónica, más bien creo que las impurezas le dan colorido al idioma. "Fijar" mantiene su validez, y creo que es importante un nivel de cohesión para evitar rupturas y dispersión. En cuando a "dar esplendor" es parte de nuestra función a través de los suplementos culturales. Lo nuestro es abrir a las páginas a todos los escritores, de aquí y de allá, para que las palabras y los sonidos nos sean familiares.

-¿No teme que Latinoamérica "desplace" el español hacia un lugar lejano del que se habla en España?

-El lenguaje literario es el más cohesionado, el más rico, aquí y allá, de ambos lados del océano Atlántico. Por lo demás, somos conscientes que la mayor parte del español que procesa y produce el mundo ocurre fuera de España, aunque más no sea por una cuestión demográfica.
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