| jueves, 18 de noviembre de 2004 | Mayorías automáticas Desde que asumió este nuevo gobierno mucho se habló sobre la llamada mayoría automática en la Corte Suprema de Justicia. Muchos aseguraron que este cuerpo de la República permitió la impunidad con que se manejó el gobierno durante la década del 90. Hoy, cual azote bíblico, la comisión de juicio político del Congreso de la Nación ejecuta sistemáticamente y con un máximo de rudeza a los integrantes de este organismo. Hasta aquí todo sería maravilloso, salvo por un pequeño detalle: estos mismos legisladores en su momento convalidaron con su acción o inacción el nombramiento de estos magistrados y dieron validez a los hoy llamados vergonzosos veredictos. La pregunta que debería hacerse el ciudadano es: ¿no será que con la dureza con que hoy se ataca a estos funcionarios se está tratando de tapar la existencia de otra mayoría automática? Es decir, ¿la que existe en el Congreso de la Nación? Nadie puede desconocer que el Congreso legalizó los nombramientos y no cuestionó el accionar de estos jueces. ¿No será que su lealtad/obediencia partidaria al jefe del Ejecutivo de turno así lo indica? Lo peor que le puede pasar a un ciudadano es dejarse engañar por el ruido que producen las actuales acciones y no debe sólo cuestionar a los hombres sino que también debe pensar en el sistema que lo propicia. Nada impide que los mismos excesos que se cometieron vuelvan a producirse. La culpa de nuestra situación actual no la tienen en "exclusividad", Menem, Cavallo, Nazareno o cualquier otro que aparezca hoy en la picota. La culpa es compartida por el Poder Legislativo, que con su acción u omisión legalizó estas acciones. Los integrantes de este Honorable Cuerpo olvidaron que "no" son sólo representantes de un partido político sino que "deberían" ser también defensores de los intereses de los votantes. Esos son, en definitiva, los intereses de la República.
Julio R. Sánchez
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