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 miércoles, 17 de noviembre de 2004  
Crimen en la madrugada. Trágico fin de un robo en la esquina de Corrientes y Zeballos
Mataron de una certera puñalada al dueño de un tradicional bar
Luis Miguelez habría sido sorprendido cuando cerraba el local. Le llevaron algo de plata y un equipo de música

El dueño de un tradicional bar ubicado en Zeballos y Corrientes, en pleno centro de la ciudad, fue asesinado de una puñalada en el pecho ayer a la madrugada dentro del mismo local que atendía desde hacía casi ocho años. La policía tiene como primera hipótesis la del robo, ya que se detectó la faltante de dinero en efectivo y de un equipo de música. Sin embargo, los pesquisas sufren por estas horas un gran impedimento: la falta de testigos directos que puedan aportar datos certeros sobre lo ocurrido. Por eso hasta anoche no había pistas firmes sobre él o los autores del ataque.

El cadáver de Luis Alberto Miguelez, de 54 años y propietario de "El bar de Luis", fue descubierto poco después de las 5 de la mañana por el empleado que se hace cargo de la limpieza del local. El muchacho llegó como de costumbre para cumplir con sus tareas y lo que primero le llamó la atención fue encontrar la puerta principal abierta, con un cartel que promocionaba una pizza por 3 pesos todavía colocado en el exterior.

Es que Miguelez, quien trabajaba en el turno de la noche y era el último en irse del local, también estaba encargado de entrar los carteles promocionales que día a día ocupaban la vereda y bajar una a una las persianas.

Por ello el empleado ingresó pensando lo peor y no tardó en confirmar sus malas presunciones. Primero se encontró con algunos vasos y botellas rotos y un desorden propio de una pelea. Miguelez se encontraba sentado en el piso y recostado contra un sofá en el sector "fumadores". El área, en la que hay un pool y un metegol, está separada del resto del salón por un tabique de madera. Al comprobar que su patrón estaba muerto, el muchacho llamó a la policía. Apenas unos minutos después, apareció por el lugar María Melba, la mujer de Miguelez, quien tenía por costumbre preparar la lista de proveedores a primera hora.


Vasos rotos y botellas tiradas
Luego fue el arribo de los efectivos de la Brigada de Homicidios, de la seccional 2ª (por razones de jurisdicción) y peritos de la División Criminalística de la Unidad Regional II. También estuvo en el lugar el juez de instrucción en turno, Carlos Triglia.

El comisario principal José Luis Juárez, titular de la 2ª, comentó que Miguelez había recibido una profunda puñalada en el pecho, a la altura del corazón. "Fue una lesión que afectó directamente al corazón, presuntamente realizada con un cuchillo tipo tramontina", agregó. La policía secuestró en el lugar el arma homicida.

"En torno al muerto había cierto desorden, algunos vasos rotos y tirados por el piso. También había botellas desparramadas. Esto nos hace entender que pudo haber una pelea y posterior robo. Se comprobó que faltaba dinero de la caja y que se habían llevado un minicomponente y herramientas. También intentaron robarse un horno a microondas, pero en el apuro decidieron dejarlo", señaló Juárez. La policía no había podido dar ayer con testigos del hecho, aunque Juárez manifestó que se siguen un "par de pistas que no pueden ser mencionadas para no entorpecer la investigación".

Según las primeras presunciones, don Luis fue sorprendido por él o los delincuentes en el momento en que cerraba el bar, alrededor de las 3 de la mañana. Por eso, el cartel de ofertas quedó sobre la vereda y la persiana de la puerta no llegó a bajarse.

"No lo puedo creer. Seguro que se resistió a un robo", afirmó uno de los tantos parroquianos que se llegaron hasta el bar a poco de conocerse la noticia del crimen. El negocio ocupa la ochava noroeste, donde ayer sus persianas permanecieron bajas. En la puerta alguien colocó un cartel con la leyenda "Cerrado por duelo". En el interior del negocio, un amplio y rústico salón donde predominan las tradicionales sillas de madera de bares, quedaron los rastros de la presencia policial.

Mesas, sillas, vasos, botellas de cerveza, tazas de café y sifones, entre otros elementos, habían sido rociados por los detectives con talco blanco en busca de huellas digitales. Desde afuera, en el sector "fumadores", se podía apreciar claramente que allí había sucedido algo violento. Vidrios esparcidos por el suelo, más polvo blanco, un metegol corrido de su lugar, un microondas tirado en el medio de un montículo de basura, eran los indicios de que allí se centraba la escena de un crimen.

"¿Te enteraste?", le preguntó Ana María a otra vecina de Zeballos al 1400. "Lo mataron a Luisito", siguió. Las muestras de pesar y conmoción en la esquina eran comprobables a media mañana con sólo permanecer unos minutos frente al local. Muchos clientes del bar, acostumbrados al cafecito matinal, desfilaban frente a las vidrieras de "El bar de Luis" y miraban hacia el interior como en busca de alguna respuesta.
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El "Bar de Luis", ubicado en Corrientes y Zeballos.

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