| El Círculo, un siglo de orgullo local El teatro será escenario de la inauguración, las sesiones plenarias y la clausura del Congreso Cuando pasado se abran las puertas del teatro El Círculo para recibir a autoridades, intelectuales, escritores y lingüistas, se estarán abriendo cien años de historia cultural de la ciudad, de esplendores y contratiempos, de orgullos y piqueta.
El Círculo es mucho más que un teatro; está concebido como un verdadero centro cultural por el que pasan diariamente más de 500 estudiantes de actividades vinculadas al arte y el espectáculo. Pero es también un orgullo y emblema de Rosario, de la época de crecimiento cuantitativo y cualitativo en la que fue concebido, de su historia. En palabras del director de la Asociación Cultural El Círculo, Guido Martínez Carbonell, "el teatro es para Rosario un emblema de la sociedad, de la historia y del arte rosarinos; un reflejo vivo del sentir creativo de nuestra gente".
Hijo de una ciudad que crecía en población (de 110 mil a 200 mil habitantes entre 1900 y 1910), economía y consumo de productos culturales, se convirtió en un ágora donde la sociedad podía ver y ser vista, un reflejo de su esplendor, su riqueza e incluso de su estratificación.
El edificio, que se empezó a construir en 1888 pero debió esperar hasta el 7 de junio de 1904 para ver abiertas sus puertas, se inspira en el primero en su tipo, el Regio di Parma (1619), que inauguró la forma de herradura, copiada después por el resto de los teatros del mundo. Su sala principal está rodeada de otros ambientes que además de ofrecer alternativas de trabajo funcionan como caja de resonancia. La sala La Opera tiene siete niveles, además de los fosos, dos subsuelos que contribuyen a la acústica, un plafond superior al estilo de los teatros de ópera y una torre de 40 metros sobre el escenario, desde donde se comandan los 25 telones.
Su sala ha sido elogiada por los grandes artistas y líricos del mundo, desde Enrico Caruso en adelante. Con sus 1.500 localidades (aproximadas y oscilantes), en su decoración predominan el bordó de los tapizados y el oro de las molduras. Su telón principal fue pintado por Giuseppe Carmignani, y es una réplica del que adorna el escenario del Regio di Parma, obra de Giovani Battista Borghesi, titulado "El triunfo de Palas", donde se muestra a personajes mitológicos en una reunión alegórica del triunfo de la sabiduría. La cúpula, también pintada por Carmignani, presenta una serie de musas entre las que se intercalan las caras de grandes concertistas, un grupo de querubines y por último un rosetón de chapa filigranada.
Pero la sala principal no es el único atractivo de El Círculo. Su ingreso, con sus cuatro columnas de capitel corintio y sus mosaicos venecianos que conducen a la puerta almohadillada, funciona como la primera ágora y también como el preludio de la magnificencia que se va a observar. El foyer (sala Ciro Tognazzi), segunda sala en importancia, con capacidad para 200 butacas, fue concebido con un sentido funcional pero también social: era el lugar donde se daba cita en los intervalos la alta sociedad, en una época donde ir al teatro era también ir a mostrarse.
Las salas Vila Ortiz y Juan Trillas completan la estructura que rodea a la sala principal, y sirven fundamentalmente para exposiciones y conciertos menores. El subsuelo de la platea, conocido como las catacumbas, alberga al Museo de Arte Sacro de Eduardo Barnes. Son los moldes originales de obras que se levantan en la ciudad en bronce o cemento, y entre las que se destaca el Via Crucis. El bar La Opera, ubicado en la ochava de la planta baja, los camarines y las salas donde funcionan el Centro de Comedias Musicales, la Escuela de Ballet Ruso y la Opera Rosario completan este complejo que tiene mucho para mostrar por sí mismo.
El 7 de junio de 1904, con la puesta en escena de "Otello", de Giuseppe Verdi, se inauguró en la esquina de Comercio -hoy Laprida- y Mendoza el teatro La Opera, uno de los más grandes de América.
La historia había comenzado seis años antes, en 1888, cuando se formó una sociedad anónima para la construcción del teatro. Rosario había crecido a ritmo vertiginoso de la mano de la inmigración y el crecimiento económico. Era una ciudad cosmopolita ávida de consumo cultural, con una gran oferta de espectáculos. Un gran teatro coronaría este fenómeno finisecular. Y los constructores del teatro no se andarían con chiquitas.
Mientras el teatro brillaba con sus funciones, a algunas cuadras del lugar se formaba una institución que después sería clave: la Asociación Cultural El Círculo, que no era sino el Círculo de la Biblioteca Argentina, un grupo que quería fomentar la llegada a Rosario de espectáculos de jerarquía. Esta sociedad fue la que salvó de la piqueta al teatro, cuando en la década del 40, y después de un proceso de deterioro y fracasos, los herederos de Emilio Schiffer, el propietario original, planearon demolerlo. Desde 1943 el teatro le pertenece a la sociedad.
El escenario de la sala La Opera recuerda la presencia de un sinnúmero de personajes destacados. Como ejemplo puede recordarse que los rosarinos pudieron disfrutar de Enrico Caruso y Begnamino Gigli en la lírica, los grandes compositores y directores Igor Stravinsky y Pietro Marcagni, pianistas de la talla de Artur Rubinstein, orquestas como la Filarmónica de Moscú dirigida por Kiril Kondrashin, la National Symphony of Washington dirigida por el gran maestro y chelista Mstislav Rostropovich, la orquesta de Viena, la de Praga, la de la RAI; de la legendaria Maia Plissetskaia y el American Ballet y Maurice Bejart en danza.
Hoy, El Círculo está listo para ser la sede del III Congreso Internacional de la Lengua. El entorno adquirió el aspecto que tenía cuando se abrió entre calles empedradas, y su interior fue rescatado tras una minuciosa restauración y la instalación de un sistema de aire acondicionado.
"Desde el punto de vista cultural nos llena de orgullo ser sede de uno de los eventos más importantes de la historia de Rosario, y en lo edilicio y patrimonial significó la concreción de la restauración integral del teatro, coincidente con su centenario", afirma Martínez Carbonell.
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