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 domingo, 14 de noviembre de 2004  
"La vulgaridad y la pobreza son dos males de la lengua argentina"
El presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Barcia, adelanta los debates que impulsará el congreso

El próximo miércoles, cuando los Reyes de España dejen inaugurado el III Congreso Internacional de la Lengua Española, Pedro Barcia podrá respirar tranquilo. Es que al presidente de la Academia Argentina de Letras le correspondió la organización del programa académico del encuentro que reunirá durante tres días en Rosario a unos 150 investigadores, profesionales y escritores. De los debates que impulsará el congreso, Barcia hace hincapié en un punto: las políticas que deben desarrollar los gobiernos para "emplazar la vulgaridad y la pobreza", dos males que juzga "endémicos de la lengua argentina" y que están estrechamente relacionados con el deterioro de la enseñanza del idioma en los planes de estudio de las escuelas y profesorados del país.

"Este es un debate capital -sostiene- para que dejemos de mirar para otro lado, porque es cierto que este problema es compartido por muchos países, pero también hay que entender que mal de muchos consuelo de tontos".

-El Ministerio de Educación de la Nación lanzó un plan de lectura que incluye la distribución de libros en canchas de fútbol, playas y clubes. ¿Esto es suficiente?

-Toda cuestión de repartir libros es positiva porque pueden caer en buenas manos. Pero la cuestión de raíz no es ésta, sino enseñar a leer. La gente no lee, lee poco, o no lee comprensivamente. Hay que reformar la enseñanza de la lectura desde el jardín de infantes. Repartir libros es un fomento a la lectura, pero no es atender a la clave de la cosa. Hay que generar el interés y la habilidad lectora. Si nos creemos que repartir libros es la solución, estamos perdidos.

-¿Por dónde pasaría entonces el tema?

-Por una reforma profunda de la enseñanza de la lectoescritura en la escuela primaria. Es tan elemental que muchos no se dan cuenta de esto. Los maestros tienen que empezar a enseñar lengua. Y las universidades tienen que formar profesores especializados en el sistema lingüístico propio. Es lamentable porque en la medida en que se enseñe bien una lengua, los alumnos rápidamente van a destacarse en el estudio.

Sin embargo, este será sólo uno de los aspectos que trate el congreso, organizado a partir de dos conceptos que a priori se podrían pensar como contradictorios: la identidad lingüística y la globalización.

-¿Cómo se sitúa el español en este escenario?

-En general, en el marco de la globalización, se da también una lucha entre lenguas que procuran imponerse como las lenguas de la globalización. Indudablemente el inglés ha tenido esta ventaja por que tanto en el campo científico y sobre todo en el campo de la electrónica se ha impuesto con mucha firmeza. En Internet más del 70 por ciento de los contenidos son de ascendencia inglesa. Y como segunda lengua, que disputa espacio al inglés y que entre las lenguas modernas está en crecimiento, tenemos al español que da muestras de muchísima capacidad expansiva y consolidante. Por esto, el otro enfoque es la globalización del español, en el sentido que ya no se trata de luchar contra el inglés, sino de lograr una difusión creciente de un español global.

-¿Qué quiere decir con eso?

-Que se necesita acordar un léxico básicamente compartido con la mayor cantidad de naciones hispanohablantes con un mínimo de rasgos dialectales o regionales. En este caso se ha avanzado en el campo de los noticieros de televisión como la CNN, o los diarios digitalizados, también en el campo del doblaje de películas o de telenovelas, donde ya se está empleando más del 98 por ciento de este español general, o español neutro por llamarlo de alguna manera.

-¿Qué pasa entonces con las diferencias propias de cada país o cada región?

-Este es otro aspecto del problema porque la internacionalización del español tiene de positivo el hecho de que facilita la expansión de una lengua consolidada y también facilita el mundo de la comunicación y el de la negociación, porque en la medida de que se habla una lengua con elementos comunes esto se agiliza. Lo que tiene de adverso es que se dejan de lado los rasgos identitarios de la región o de la Nación que aparecen muy marcados en la lengua. Entonces, uno de los temas de este congreso será analizar hasta dónde esta relación oscilante, cambiante, insegura y conflictiva entre identidad y globalización se va a dar.

-¿Qué espera que quede una vez que finalice el congreso?

-Primero que todos los congresistas que lleguen del exterior se lleven una buena impresión, que deseen volver al país y que sientan que han asistido a un congreso excelente y provechoso. Además, que a las autoridades del país les quede claro que las políticas lingüísticas tienen que estudiarse seriamente, asumirse y aplicarse, e inclusive si es necesario hacerlo con rigor, y que no nos vengan a decir que las multas son fachistas...

-¿A qué se refiere?

-Es lo que nos respondió un funcionario del Comfer (Comité Federal de Radiodifusión) cuando le dijimos que había que vigilar más las formas de vulgaridad y de pobreza de los medios de comunicación. Creo que esto es importante y hay que revisarlo. En segundo lugar, está el tema de la educación, porque entendemos que es necesario llevar a cabo una reforma intensa. Pero no se trata de saltar los puentes y volar todo, sino sobre lo hecho, se puede remodelar y edificar.
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Para Barcia hay que reformar la enseñanza de la lectura desde el jardín de infantes.

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