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 lunes, 08 de noviembre de 2004  
Sigue sin dar el salto de calidad
Ñuls, además de la punta, dejó dudas

José M. Petunchi / La Capital

Los hinchas rojinegros, que le dieron un marco espectacular al Coloso, se fueron en silencio del estadio. Con la cabeza gacha, mascullando bronca y destilando su frustración por otra chance desperdiciada. Porque ayer ante Lanús, al igual que hace una semana ante Almagro, no pudo dar el salto de calidad que se requiere en partidos como estos para agrandar la ilusión de su gente. Ese salto que dan los equipos capaces de despejar los escollos -o los fantasmas en este caso- en su camino al título. Son esos partidos que determinan un antes y un después en un proceso. Pero Newell's se quedó en el intento y su sueño de campeón empieza a generar más interrogantes cada día. Sobre todo ahora que se bajó de la punta del torneo -ahora en manos de Estudiantes-, que deberá volver a correr de atrás y que su futuro en el certamen ya no depende sólo de ellos.

"Estos son los partidos que hay que ganar si queremos ser campeones", dijo el Tolo Gallego al día siguiente del empate ante Arsenal en Buenos Aires, aunque tranquilamente se pudo utilizar tras el traspié ante Almagro o ahora que dejó escapar otros dos puntos ante Lanús para sus aspiraciones de estar bien arriba. Es que estos son los puntos que a la hora del balance se terminan lamentando. No sólo por haber cedido la punta, sino porque ahora, además del Pincha y Vélez, River se metió de lleno en la pelea. Y se sabe que cuando la batalla es con los grandes, la lucha es desigual.

Pero si Newell's quiere seguir dando pelea deberá parar la pelota, ponerla bajo la suela y pensar más en los preocupantes déficits que viene mostrando en los últimos partidos. Uno de ellos -quizá el más importante- es su falta de gol, ya que si no logra meterla no hay manera de que pueda ganar. Independientemente de la envergadura del rival. Aunque, esta vez -extrañó horrores a Marino-, tampoco logró armar un circuito futbolístico que permitiera disimular eso.

A esto hay que agregarle la presión que sienten algunos jugadores, a los cuales los traiciona -y pierde- el nerviosismo, que termina condicionando su accionar. Eso deriva en imprecisión y determina la lógica impaciencia de los de afuera, que, inconcientemente, le agregan más confusión a la cosa.

Pero lo peor del caso es que quien debería, por su experiencia y por el rol que desempeña, poner un poco de calma y mesura como el Tolo Gallego, con la locura y desesperación que transmite desde el banco no hace más que echar leña al fuego y exasperar a los de adentro y a los de afuera, lo que termina haciendo un cóctel explosivo y poco aconsejable. Además, si el encargado de ver las cosas con mayor calma y serenidad enloquece, qué se le puede pedir a sus dirigidos. Esto, sumado a otros factores, conlleva a que los rojinegros no puedan dar ese salto de categoría tan necesario para encarar el tramo final del torneo.
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Borghello sigue con la polvora mojada.

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