 | lunes, 01 de noviembre de 2004 | Tener un oficio El 80% de los jefes de hogar que se capacitaron en albañilería son mujeres La semana pasada hubo 74 "graduados" en Rosario y ya se anotaron otros 80 para un nuevo curso. Sus testimonios Silvina Dezorzi / La Capital Plomada, fratacho, martillo, nivel. Esas fueron algunas de las herramientas que aprendieron a usar 74 jefas y jefes de hogar desocupados de Rosario que durante ocho semanas y cuatro horas diarias se sumaron al Programa Nacional de Capacitación en Albañilería. La semana pasada terminaron sus cursos con certificado en mano y la famosa libreta de aportes patronales para el fondo de desempleo que se usa en el gremio de la construcción, toda una promesa de trabajo. En Santa Fe el programa estuvo a cargo de la Coordinadora Provincial de Educación y Trabajo, la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) y el Instituto de Estadísticas y Registro de la Industria de la Construcción. Ahora se viene una segunda tanda, abierta a todos los desempleados -y no sólo a quienes cobran un plan-, donde ya hay 80 inscriptos para cursar el doble de horas de capacitación. ¿Algo curioso?: que el 80 por ciento de los aprendices de albañil fueron mujeres.
Diez de esas chicas pertenecen a la cooperativa de trabajo del barrio Santa Lucía, en el extremo oeste de Rosario, donde viven 625 familias con muchísimos chicos (el 52 por ciento de la población), la enorme mayoría gracias a los planes Jefas y Jefes de Hogar Desocupados.
Después de recibirse de aprendices de albañil en los cursos de capacitación, ya trabajan en las obras de refacción del teatro El Círculo junto a otros miembros de la cooperativa. "En mi vida me imaginé que iba a terminar trabajando de albañil, pero fue una oportunidad de conseguir laburo y estoy recontenta, me gusta hacerlo", confía a La Capital Valentina González, madre de cuatro chicos enteramente a su cargo.
Dos de sus compañeras, María Inés Escarlón (22, un nene) y Ana María Andrada (52, tres hijos), comparten su entusiasmo. Dicen que todos se rieron cuando contaron que se capacitarían en albañilería hasta que las vieron levantar una pared: cavar los cimientos, poner las hiladas, revocarla. "Cuando una no tiene nada y está sola tiene que aprender a desenvolverse en todo. Y no es verdad eso que dicen de que es cosa de hombres", afirma Ana María.
María Inés cuenta que su marido, también albañil, ni siquiera le creyó cuando le dijo que le haría la competencia. "Demostré que yo podía, que no era un trabajo de hombres, tan sucio y pesado como decían. Llegás cansada y con el cemento se arruinan mucho las manos, es cierto, pero vale la pena", sostiene.
Las tres mujeres apuestan a que si se capacitan lograrán finalmente reemplazar la ayuda social por un "trabajo con sueldo digno". Y tanto el presidente como la secretaria de la cooperativa, Adrián Gauna y María del Luján Sayueque, reclaman que se multipliquen los cursos de capacitación. Por ejemplo, en terminaciones (alfombrado, colocación de cerámicos), electricidad, carpintería y herrería, oficios con salida laboral.
Gauna sostiene, además, que contratar mujeres tiene ventajas comparativas: "Su trabajo puede ser más rendidor que el de los hombres porque muchas veces en los barrios hay una cultura difundida del alcohol que la mujer no tiene. Y en albañilería se da el problema de los lunes, del fin de semana, que con las mujeres tampoco ocurre: vienen los domingos, vienen los lunes, tienen que quedarse dos horas más porque algo no se terminó y se quedan cinco. Son accesibles, prolijas, vienen bien".
En la Uocra no se sorprenden. "No es de ahora que venimos capacitando mujeres, pero lo importante no es qué sexo se tenga, sino que se creen empleos genuinos para que todo el mundo tenga oportunidad de trabajar", dice el secretario general del gremio, Oscar Astrada.
¿Aguja en un pajar o tendencia? En un universo tan grande de desocupados como el que sigue registrándose en Rosario, capacitar a 70 u 80 personas por curso puede parecer una aguja en un pajar. Pero también una señal de la avidez que tiene mucha gente por aprender un oficio, de la aspiración por volver del asistencialismo al trabajo genuino, de la necesidad de reinsertarse, de la tenaz dislocación de roles tradicionales entre hombres y mujeres.
"Cotidianamente es lo que venimos notando en el tema social: que las mujeres parecen más dispuestas a pelearla, a salir adelante. El hombre, en cambio, tradicionalmente jefe de familia, sufre más el desempleo como una culpa por no poder llevar un sueldo a su casa y a veces tira para atrás o se deprime", explica el secretario de Promoción Comunitaria provincial, Osvaldo Miatello.
La idea es que tanto las mujeres como los hombres capacitados sean tomados después para un trabajo efectivo. Por ejemplo, por el Programa Federal de Construcción de Viviendas, que levantará unas 5 mil unidades habitacionales sólo en Rosario y tiene a la contratación de jefes de hogar desocupados como una obligación explícita. "Si la gente sabe trabajar va a ser mucho más fácil integrarla", sostiene el funcionario.
El plan de capacitación en el que confluyen Promoción y la cartera educativa dentro de la Coordinadora Provincial de Educación y Trabajo junto a la Uocra es sólo uno de los que, según Miatello, ya lograron reincorporar al sistema educativo a más de 8 mil beneficiarios de planes sociales en toda la provincia, dentro del programa Estudiar Vale la Pena. Tan fuerte aparece como necesidad, que para el 2005 los inscriptos adultos superan las 15 mil plazas. Y eso sin contar el proyecto Volver a la Escuela, orientado a los adolescentes, para que terminen su escolaridad o aprendan un oficio.
Los próximos cursos, que ya cubrieron su cupo, serán de albañilería y armado y encofrado de hormigón. El resto de los inscriptos quedará en lista de espera: la idea, dicen, es que la capacitación laboral sea, cada vez más, una política de Estado. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Ana María, Valentina y María Inés trabajan en las obras de El Círculo. | | |