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 domingo, 24 de octubre de 2004

Los déficits educativos amenazan la recuperación

Así como el titular de la Producción, Oscar Madoery, prefiere hablar de desarrollo en vez de crecimiento, la economista Ana Inés Navarro elige el término recuperación. Crecimiento, aclara, implicaría que se está mejor de como ya se estuvo.

"Lo que se ve en Rosario es una recuperación sólida y diversificada en distintas actividades económicas", afirma, incluido el empleo. Además, valora un cambio de ánimo entre los rosarinos, que "por primera vez en años parecen sentirse a gusto con su ciudad" y vuelven a apostar por ella. "Esa percepción tiene que ver con lo económico, pero también con lo que ocurre a nivel cultural", dice, incluido el próximo Congreso de la Lengua Española, al que define como un "certificado ISO 9000 de calidad".

Sin embargo, no todo es optimismo, también vislumbra amenazas. La principal, que la recuperación al no ser equitativa ni homogénea difícilmente alcance a sectores con severos déficits de educación y "capital humano", algo que conspira contra cualquier despegue social y su propia inserción en el sistema productivo.

La visión de Navarro, investigadora y docente en la Universidad Austral y la Universidad Nacional de Rosario, es que efectivamente se advierte una recuperación económica en la ciudad y la región. El fenómeno alcanza al empleo (no así al salario), los ingresos por renta agropecuaria, el comercio, los servicios, el consumo e incluso la industria manufacturera.

Navarro explica que el actual cambio y los precios internacionales benefician a la región por el tipo de bienes que produce y comercializa. Y rescata que el beneficio no esté atado en exclusiva a la soja, sino a una canasta productiva que augura una "rentabilidad importante hacia adelante".

Se trata de una cadena. Esos recursos regionales impactan sobre Rosario con una mayor demanda de bienes y servicios. "La oferta de la ciudad en ese campo hoy está mucho más compacta y diversificada", dice. Y la cultura no ocupa un lugar menor.

Plantea que el Congreso de la Lengua tracciona "hacia adelante" una oferta cultural "formal e informal" que Rosario siempre tuvo y logró mantener pese a la crisis. Y analiza cómo la percepción favorable desde afuera y de los propios rosarinos hacia su ciudad contribuye a dinamizar muchas cosas. La refacción integral del Hospital Centenario o del teatro El Círculo son otras dos ilustraciones de que incluso "muchos actores sociales del sector privado" sienten que es momento de dar a Rosario una nueva oportunidad.

-¿Se puede hablar de crecimiento?

-Crecimiento es siempre estar por encima de donde se estuvo antes. Y acá no superamos los mejores niveles de empleo ni de producción de la década del 90. Si hoy se mira el desempleo real, sin contar los planes jefas y jefes de hogar desocupados, tenemos tasas de casi un 19 %. Aún no se puede hablar de crecimiento, sí de una recuperación bastante sólida y diversificada.

Pero, ¿qué puede poner en riesgo ese proceso? "La pregunta podría ser qué hacemos para sostener esto. Los factores externos no se pueden controlar, por ejemplo, los precios internacionales", afirma. Tampoco las políticas nacionales.

La principal amenaza para la investigadora no es tanto macroeconómica como social. No sólo porque esa recuperación "no es equitativa ni homogénea", sino también por el déficit de "capital humano", en términos educativos y de capacitación, que aun creciendo el empleo impediría a muchos conseguirlo. "Hoy ya se ve cómo falta personal técnico calificado", advierte. Y señala que "para que la economía crezca", el sector público y el privado deberán revertir esas carencias.

Esos déficits son radicales entre los "migrantes por desesperación que llegan a Rosario", explica. Y en esa posibilidad advierte un riesgo con plus: que si la ciudad muestra cada vez mejores indicadores económicos, el fenómeno migratorio se reproduzca o se amplíe.

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