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 lunes, 18 de octubre de 2004

Una batahola al salir de un boliche casi le cuesta la vida a una chica
La Municipalidad la clausuró y más de 4 mil asistentes se agolparon en la puerta. Una marea humana cayó sobre la joven, de 18 años, que sufrió asfixia por compresión y escoriaciones. Hubo otros cuatro lesionados

Belén Aladro se despertó ayer a la tarde en una cama del sanatorio Mapaci y no recordaba nada de lo que había ocurrido la noche anterior. Poco menos de doce horas antes había quedado atrapada en una montaña de personas que intentaba salir de un boliche de la zona norte de la ciudad. El incidente sobrevino cuando dos inspectores municipales clausuraron la discoteca y dieron la orden de cerrarla. Así, cuando las luces de los escenarios se habían apagado, miles de chicos caminaron en dirección a la puerta, pero la pasión encendida de un grupo de jóvenes canallas y leprosos derivó en empujones y apretujones. Belén terminó aprisionada en el suelo con varios cuerpos encima de ella. Anoche estaba internada en terapia intensiva, pero había recobrado la lucidez y los médicos descartaron algún daño neurológico. No fue la única persona herida. Tres chicos y otra joven también resultaron lastimados, aunque fueron dados de alta de los centros asistenciales a los que fueron derivados.

Alberto Aladro es el padre de Belén, de 18 años. En el amanecer de ayer recibió una llamada telefónica que lo inquietó. Rocío, la hermana menor de Belén, se había contactado para contarle lo que había ocurrido. Rocío estaba en estado de shock y balbuceaba por lo que Alberto no lograba descifrar lo que le decía. Sólo sabía que sus dos hijas habían ido a bailar junto a un grupo de amigos al boliche Jade, ubicado en Colombres al 1300, en la zona ribereña norte de la ciudad. Y desde allí llamaba Rocío. "Recién entendí cuando un amigo me lo explicó en forma más clara", contó Alberto ayer a la tarde en la sala de espera del sanatorio donde su hija se repone de las lesiones.

El relato del muchacho lo estremeció. Un desmoronamiento, jóvenes tirados en el suelo y paramédicos socorriendo a los heridos fue su patética descripción. Quince minutos después, Alberto llegó al boliche cuando una marea humana se alejaba de la discoteca. "Algunos chicos renqueaban y otros estaban ahogados por la falta de aire", recordó.

Después, entre la maraña, pudo divisar a su hija. Estaba sobre una ambulancia, inconciente y conectada a un respirador artificial. Los médicos le dijeron que debía ser trasladada con urgencia a un centro médico. Un rato después, Alberto pudo reconstruir el incidente cuando habló con Rocío.

A las 5.30, según dijo la menor, dos inspectores de la Dirección de Inspección municipal llegaron para colocarle la faja de clausura a la discoteca, aunque nadie pudo precisar los motivos. Los dos funcionarios también ordenaron que en media hora más la confitería debía cerrar sus puertas, unas dos horas antes del horario habitual.

Cuando la música había dejado de sonar en las pistas de baile, los jóvenes comenzaron a abandonar el local casi al mismo tiempo que la rivalidad tradicional entre quienes alientan los colores de Newell's y Central aumentaba en intensidad. "Parecía una masa humana que se movía", explicó la joven. En contados segundos, los casi 4.200 chicos y chicas quedaron entrampados cerca de la puerta de salida y empezaron a desplomarse de a uno al piso. "Se amontonaron y se generó una avalancha cuando empezaron a empujarse", explicó el padre de Belén.

Ya para entonces, algunos chicos se revolcaban en el suelo tratando de esquivar los pisotones de quienes pugnaban también por salir. Una amiga de Belén escuchó su grito desesperado pidiendo ayuda. La chica estiró su brazo e intentó tomarla. Pero su esfuerzo fue en vano. Belén estaba inmóvil, aprisionada por los cuerpos de otros adolescentes. "Siempre tuvo cuatro chicos arriba de ella hasta que un policía logró rescatarla", contó Aladro.

Cuando la liberaron de la montaña humana, Belén no podía respirar. Una asfixia por comprensión torácica se lo impedía. Sobre su cuerpo habían quedado las huellas del incidente: "Contusiones en la cara, escoriaciones y "marcas de tacos de zapato" en el abdomen completaban el cuadro.

Cerca de las 3 y media de la tarde de ayer, Belén abrió sus ojos y sus padres y sus hermanos respiraron aliviados. Los médicos también lo hicieron. Las tomografías de cabeza, espalda y abdomen indicaron que no tenía lesiones internas. La chica recuperó el conocimiento y dijo que no sabía dónde estaba. Sólo memoraba el momento en que había salido de su casa de Gálvez al 2500, la madrugada del domingo.

En la noche de ayer se abrazó con sus compañeros de la escuela media donde cursa el último año del Polimodal. Ya respiraba por sus propios medios y hoy seguirá el tratamiento médico en una cama de terapia intermedia.

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Detrás del portón de acceso al boliche pudo desatarse una tragedia.

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