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 lunes, 11 de octubre de 2004

Identificándose, una mujer de Funes indicó dónde sus hijos compran droga
Lo hizo ante la policía, pero el juez federal en turno no recibió constancia. Los chicos se proveen en Rosario

Hernán Lascano / La Capital

A mediados de año la preocupación por la distribución de droga en Funes impulsó la instalación de un buzón para que los vecinos denunciaran a los que se dedicaban a comercializarla. La propuesta se materializó, se distribuyeron formularios y finalmente aparecieron un centenar de mensajes apuntando a puestos de venta. Pero la ausencia de identificación de los denunciantes debilitaba las chances de investigaciones rigurosas. Por eso lo que se produjo ahora en Funes es una novedad significativa: la denuncia policial formal de una persona que, sin refugiarse en el anonimato, señala el lugar donde sus propios hijos acuden a comprar droga para luego revenderla. No indica solamente eso, sino también el mote del individuo que se las facilita.

Los asuntos que involucran tráfico o suministro de droga suelen desarrollarse en penumbras. Pero esta denuncia puntual parece eclipsada por una oscuridad mayor. Porque pese a que lo señalado supone un delito con competencia de los tribunales federales, el juez que debió intervenir en el caso en razón de la fecha de la denuncia hasta el viernes no sabía nada del hecho. No se enteró porque nunca recibió en su despacho el parte preventivo policial donde se consignaron esos datos esenciales para iniciar una pesquisa, lo que si ocurrió en la justicia provincial, sin competencia sobre el tema.

Hasta el 27 de septiembre pasado, nadie había aportado una información de apariencia tan valiosa sobre la cuestión de estupefacientes en Funes. Ese día una mujer de 41 años, sobrepasada por un incidente familiar, acudió a la comisaría 23ª. Reveló allí que había mantenido una airada discusión con dos de sus hijos menores de edad, que llegó al punto de mayor fricción cuando uno de ellos, exaltado, la aferró del cuerpo con energía y la zamarreó para hacerla callar. En ese momento, relató la mujer, intervino un hijo mayor y trató de controlar a sus hermanos. Estos, que no cumplieron 15 años, prometieron abandonar la casa y no hablar más con la mujer.

Aún temblando por la angustia, esta mujer acudió a la comisaría y escupió toda la secuencia del incidente doméstico, que atribuyó a los estragos que provoca el contacto de sus hijos con la droga. Por esa razón, quiso dejar constancia de algo que asegura saber: el lugar donde sus hijos acuden a comprar estupefacientes -nombró dos calles de Rosario- y el sobrenombre del proveedor que se las facilita.

Los datos que refirió la mujer están asentados en el acta policial registrada por nota Nº 895 del lunes 27 de septiembre pasado. Al pie del parte figura la firma y el sello del comisario Pablo Pilotti, jefe de la seccional 23ª de Funes. Allí constan la dirección y el apodo del presunto vendedor que suministra a sus hijos droga que, según la misma denunciante, ellos revenden. Datos que quedarán fuera de esta nota para no dificultar la investigación.

Investigación que no se iniciará si el parte policial no llega al tribunal que debería actuar ante un caso así. El juez federal Nº 3 de Rosario, Jorge Venegas Echagüe, estaba en turno cuando la mujer hizo la denuncia. Fuentes del tribunal revelaron que en la oficina del magistrado desconocían en absoluto la existencia del acta policial y de su contenido. Este diario preguntó si la denuncia podía estar en conocimiento de otra dependencia del mismo tribunal federal. La inobjetable fuente que el viernes consultó La Capital dijo que partes de este estilo se notifican por partida doble: al juez y al fiscal en turno.

La mujer que hizo la denuncia vive en una casa que está muy cerca de la comisaría 23ª de Funes. Un periodista de este diario tocó el timbre de esa vivienda con la intención de acceder a más detalles en un diálogo con la denunciante. Abrió la puerta un joven que, ante el esbozo de la consulta, la cerró precipitadamente.

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Funes conocía denuncias anónimas, pero ahora tiene nombre y apellido.

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