| sábado, 09 de octubre de 2004 | Aseguran que, ante la tragedia, lo peor es pretender hacer "borrón y cuenta nueva" Félix Temporetti: "Nuestros adolescentes exigen diálogo" El docente e investigador de la UNR afirma que la "brecha entre jóvenes y adultos agoniza" ¿Por qué un joven puede matar a sus semejantes? ¿Quiénes son responsables? ¿Qué pasó por la cabeza de Junior para entrar al aula y disparar a sus compañeros? ¿Qué hacer de aquí en más? ¿Se puede repetir un caso como este? Son estos algunos de los interrogantes que se han escuchado y se seguirán repitiendo luego de la tragedia de Carmen de Patagones, donde un joven de 15 años entró al aula, disparó y mató a tres compañeros e hirió a otros cinco en un hecho que impacta no sólo por el horror sino por lo inédito de producirse en una ciudad aparentemente apacible y en el ámbito escolar.
Justamente, si hay algo importante de rescatar en medio de tanto dolor es que "el tema se haya puesto en un espacio de discusión colectiva", dice el docente e investigador en psicología Félix Temporetti, porque entiende que lo peor que podría pasar es hacer "borrón y cuenta nueva" sobre el caso, como se intentó con una tragedia similar ocurrida en una escuela de Estados Unidos (Columbine High School).
Temporetti es docente del doctorado en psicología de la Universidad Nacional de Rosario, además de secretario de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Psicología. Ha escrito libros y artículos en que los campos de la psicología y la educación se unen. En los próximos días aparecerá su última producción, editada por Homo Sapiens: "Eso no se dice", un estudio sobre la trasgresión verbal en los niños.
Cree fervientemente que es importante abrir un espacio de diálogo verdadero entre jóvenes y adultos, entender que la escuela ya no es la de la Ilustración ni la de Sarmiento y que este hecho impactante pone "en el tapete" a todos, "incluyendo a los mismos psicólogos".
Advierte que opinar sobre el caso específico de Junior es muy aventurado, y prefiere dejar eso para el equipo de expertos abocados a tratar al joven. Pero considera que es preciso hablar sobre el hecho contundente que protagonizó el alumno de Patagones, que "produce una trasgresión delictiva en la cual rompe el no matarás y mata a sus semejantes, en aparente estado de conciencia y en el ámbito escolar".
"Y es a partir de ese impacto que no tenemos respuesta, que la gente busca sentido a este acto de locura", dice Temporetti, sobre todo porque el caso se diferencia de los hechos violentos hasta ahora conocidos en el orden de la escuela. "Lo natural y humano es buscar un sentido a lo que pasó, no puede quedar en el olvido".
Sin embargo, el profesor de la UNR señala que hay que ser muy cuidadosos porque en la necesidad de interpretar se corre el riesgo de salir por el lado fácil. "Creo que una pregunta clave desde el punto de vista de la psicología es qué paso por la cabeza de Rafael o Junior para hacer lo que hizo, y la verdad es que esto nos pone a los psicólogos en el tapete".
Faltan palabras A la hora de buscar sentido a lo que pasó en Patagones, Temporetti apunta que el de Junior es "un acto donde no hay palabras, le faltan palabras a él y a nosotros para interpretar lo que ha ocurrido". Por eso se anima a decir que es un tema vinculado con la falta de diálogo.
-¿Cómo se sigue de aquí en más?
-Lo importante, insisto, es no hacer "borrón y cuenta nueva". Si esto se borra aparecerá otro síntoma, no sé cuál. Buscar sentido, interpretar y pensar sobre lo que pasó no es una tarea que exclusivamente deban asumir la escuela y los docentes, sino la comunidad en conjunto conducida por el Estado. Este debe hacerse cargo de lo que la fantasía menemista intentó imponer: que de la escuela debían responsabilizarse todos, menos el Estado. Igual, advierto un síntoma positivo: la gente no se queda conforme con una simple explicación. Todos nos sentimos responsables, y esto es un gesto solidario importante.
-¿No es contradictorio que ocurra un hecho semejante en un momento en que proliferan los programas y proyectos orientados a la educación para la paz, los valores, la mediación escolar...?
-Es verdad. Lo que sucede es que en todos estos programas lo que hay que evitar es el discurso moralista. El amor, el odio, la muerte son humanos. Los chicos son buenos y malos. En todo caso, lo que hay que tomar es esta maldad, que siempre está valorada desde un código ético, y hacer que no sea superior a lo otro. Aquí surge otra cuestión que quiero resaltar y es la falta de alegría y de ficción que se vive en la escuela. Acá -en el caso de Junior- no hubo ficción, hubo realidad, porque no fue "como si te mato", sino "te mato".
-¿Tiene que ver su planteo con la necesidad de recuperar el aspecto lúdico en el ser humano?
-Claro. Aquí no hay juego ni posibilidad de jugar con la realidad, ni con las palabras. No hay chiste ni ironía, que son maneras en que puedo admitir la trasgresión.
-¿No cree que la escuela está llena de discursos y frases estereotipadas del tipo "no a la violencia", "no a la droga", "sí a la vida", pero sobre las cuales no hay posibilidad de explayarse demasiado?
- En el caso de Junior al discurso se lo ha puesto del lado del negro como color, de Marilyn Manson y en decir que era introvertido. Es como que hay que vestirlo de blanco, hacerlo escuchar Pimpinela y volverlo expresivo. Pero, ¿y quién entonces se hace cargo de lo negro, que es tan humano como el orden de lo blanco? Sucede que la escuela es siempre lo bueno, lo blanco, lo bonito y bendito, ese es el discurso de la escuela. El discurso del mal está puesto en la trasgresión y si hay una cosa que hacen los adolescentes es transgredir. Y saben muy bien que esa trasgresión no se puede largar frente al adulto, sino venderles otra imagen, porque de lo contrario no serán escuchados, sino censurados. Lo que debemos saber es que hay una realidad que cambió, que la escuela de Sarmiento no existe más, que el capitalismo de hoy es otro, con otras reglas de juego, y lo ocurrido es en todo caso un emergente de esa otras reglas de juego.
M.I. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Temporetti: "Ese sufrimiento que angustia debe ser aprovechado para abrir espacios de diálogo". | | |