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 domingo, 15 de agosto de 2004

Rosario desconocida: la cultura y su reflejo

José Mario Bonacci (*)

En su inconmensurable universo poético, Italo Calvino nos pasea por "Las ciudades invisibles" nacidas de su imaginación, a través de los relatos de Marco Polo al Kublai Kan, demostrando el siempre apasionante empeño por aprisionar el alma de las ciudades.

Con esta obra literaria nos permite acercarnos a un posible juego de imágenes que impresionan y hacen pensar en el propio lugar elegido para vivir, variando solamente el momento histórico y el panorama vivencial: "Los antiguos descubrieron a Valdrada a orillas de un lago. Así el viajero ve al llegar dos ciudades: una directa a orillas del lago y una de reflejo invertido. No existe o sucede algo en una Valdrada que la otra Valdrada no repita. Sus habitantes saben que todos sus actos son a la vez ese acto y su imagen especular posee la particular dignidad de las imágenes, y esta conciencia les veda abandonarse por un sólo instante al azar y al olvido".

"En cambio Raissa, ciudad triste, se arma por un hilo invisible que enlaza por un instante un ser viviente a otro y se destruye. Luego vuelve a tenderse el hilo entre puntos en movimiento dibujando rápidas figuras y a cada segundo la ciudad infeliz contiene a una ciudad feliz que ni siquiera sabe que existe".

"Marozia consiste también en dos ciudades: la del ratón y la de la golondrina. Ambas cambian en el tiempo pero no así su relación: la segunda es la que está por librarse de la prisión de la primera".

Y una más: "la verdadera Berenice es una sucesión en el tiempo de ciudades diferentes, alternadamente justas e injustas. Todas las Berenices futuras están ya presentes en este instante, envueltas una dentro de la otra, estrechas, apretadas, inextrincables".


Búsqueda de identidad
Como grupo social organizado y sensible, como hijos de una gran ciudad, podemos buscar su alma y sus manifestaciones. Con sorpresa podemos descubrir que aquí en la pampa húmeda es también posible descubrir que como en Berenice, tenemos enlazadas una ciudad y otra, y otra más, y que sólo hace falta desentrañarlas. Como en Marozia podemos hacer nacer a la ciudad de la golondrina, sepultando para siempre a la del ratón. Cual si estuviéramos en Raizza, hacer nacer una ciudad feliz de cuya realidad quizá no tenemos noción, pero sobre todo, como en Valdrada, podemos ver nuestra propia imagen duplicada en el espejo fluvial del Paraná y tomar conciencia de lo nefasto del abandono a las leyes del azar y del olvido.

Cada error, cada reflejo, estará acusándonos como una suerte de conciencia paralela. Un río que es conciencia puede también serlo de menciones, recuerdos, exaltaciones, un torrente indomable que catalice nuestro espíritu y nuestra idiosincracia como ciudad.

Esta Rosario que creció casi sola, sin guía, por las suyas, llevada al tráfago marcado por los tiempos, por sus condiciones, por su geografía, con el aporte de algunas bien intencionadas acciones de sus ciudadanos y un golpe de casualidad, tiene hoy oportunidad de ser un formidable balcón de cultura mencionándose en la corriente de su río, metafóricamente el vehículo integrador con los mares espirituales del mundo.

Una ciudad es todas las ciudades. Todas las ciudades son una ciudad. Reflejos, memorias, actitudes, intenciones, herencias y proyecciones, son aportes que cristalizan su destino final.

Las maravillosas "Ciudades invisibles" de Calvino pueden germinar en la nuestra a través del camino afianzado en nuestro destino cultural, en nuestra realidad expresiva, en la capacidad de organización. Tiene valor excepcional en esta ambición el cordón histórico-cultural, cuyo primer eslabón fue representado por el Parque de España y su formidable influencia concientizadora para recuperar una costa que estuvo durante más de un siglo y medio, birlada a los ojos y al uso de los ciudadanos.


Entre llanuras e islas
Una orilla que se presenta como límite preciso entre tierra y agua, entre río y pampa, entre llanura e islas, con horizontes infinitos cubiertos por un cielo que inspiró a Belgrano para que allí naciera la bandera nacional. Este mismo cielo constituye una verdadera pantalla poética para proyectar todo lo que conforma el sentimiento de ciudad: las tradiciones, la historia, las etapas en el tiempo, los sueños y las esperanzas del futuro. Para toda su comunidad, sin olvidos, sin exclusiones y con memoria fortalecida y actuante en todo momento, como motor fundante del porvenir alimentado con el combustible de la esperanza continua, deseada y justa.

Y para dejar a quienes nos sucedan un futuro, una ciudad consistente, culta y preparada para integrarse con propios y ajenos en un porvenir que ya se explaya hacia tiempos de cambios fantásticos e inimaginables, cuando los olvidos que hoy arrastran al hombre en sus acciones se reparen en realidades globalizadoras de la justicia y la igualdad para todos los que habiten este pequeño gran planeta que vaga en el cosmos buscando su destino.

Será entonces el tiempo de la concreción ambicionada y verdadera. La ciudad junto a sus hermanas del mundo, expresándose como una totalidad afianzada y coherente navegando en una corriente que conduzca hacia la inclusión en la historia de una humanidad más humana, de una injusticia muerta y sepultada para siempre, de un amanecer más luminoso en el decurso de los tiempos que todos soñamos y merecemos.

Han comenzado a manifestarse algunos hechos antes impensados y el ritmo continúa en un "crescendo" cuasi sinfónico-musical no imaginable hace apenas veinte años atrás. Por eso será necesario en nuestro próximo encuentro un recorrido que puntualice los aportes presentes y futuros a este cordón orillero y fluvial.

Un límite que no frena y que en cambio expande el alma de la ciudad hacia los horizontes del mundo como propio de un lugar que busca el diálogo sin escollos y sin murallas en su decurso.

(*)Arquitecto

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El Parque España inició la recuperación edilicia de la costa céntrica rosarina.

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