| domingo, 15 de agosto de 2004 | La tormenta en la CGT es seguida desde cerca por el gobierno Más temprano de lo que podía presumirse, la CGT tuvo su primer frente de tormenta interno, cuando uno de los integrantes del triunvirato que la conduce, el camionero Hugo Moyano, lanzó la audaz jugada de recibir a uno de los líderes piqueteros, Raúl Castells.
La dura objeción de la cosecretaria general Susana Rueda (ver página 15) y su correlato en hechos posteriores repicaron fuerte, tanto afuera como en las entrañas de la central gremial, que finalmente sorteó a los ponchazos el primer temblor desde que se sellara con alfileres la reunificación sindical.
Moyano abrió las puertas de la CGT a un Castells con el que anduvo a los abrazos como en tiempos no muy lejanos, cuando los acercaron las preferencias políticas previas a las elecciones presidenciales del año pasado.
La actitud del camionero, evalúan sus colegas rivales, tuvo la intención de dar una muestra de fortaleza y de toma de decisiones unilateral para erigirse como el verdadero mandamás de la CGT.
También permite otras lecturas, como puede ser la de tratar de
neutralizar a Castells en su explicitada pretensión de "recuperar la calle" que los gremialistas perdieron en los últimos años a manos de los piqueteros, aunque sabido es que el dirigente del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados no es precisamente un hueso fácil de roer.
Y, además, la eventual intención de mostrarle los dientes al gobierno de Néstor Kirchner, que ahora observa hasta con cierto recelo los movimientos del dirigente sindical al que había apostado una importante cantidad de fichas. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Kirchner se inquieta por el acercamiento entre Moyano y Castells. | | |