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 domingo, 15 de agosto de 2004

Un carrilero de los 50
¿Te acordás hermano?... de Osvaldo José Justo Arroyo
Era un 8 de ida y vuelta y gol. Se inició en Sportivo Pasco, jugó en la reserva de Newell's y en la tercera de River. Pero le tocó la Marina y le cortó la ilusión de primera millonaria. Más tarde jugó en Colombia

Javier Parenti / La Capital

Ni le hablen de la colimba. Menos de la Marina. Si por culpa del sorteo, allá por el año 1954 tuvo que dejar de jugar nada menos que en River. "No me pudieron salvar para que me quedara en Buenos Aires y así tuve que resignarme a perder mi lugar en el club. Jugaba en la tercera y venía bien, estaba como entrenador don Renato Cesarini y arriba en mi puesto actuaban Gambardella en reserva y nada menos que Prado en primera", explica Osvaldo Arroyo en los primeros recuerdos que atesora su memoria y que bien documentado tiene en el típico álbum de fotos de hojas marrones prolijamente cuidado.

"Jugaba de 8 y tenía un gran ida y vuelta. Como si fuera un carrilero de hoy. Eso sí, llegaba mucho arriba y marcaba goles. Me encantaba hacerlos y siempre buscaba, no me conformaba con correr y dar pases. Era de patear desde afuera del área y tenía buena dirección, por eso hice muchos goles. Además me ayudaba que tenía un buen físico", se autoevalúa Arroyo.

Su llegada a River fue después de que en Newell's no le quisieron hacer el contrato que "después de siete años en el club creo que lo merecía, por rendimiento y después de haber jugado también en los preliminares del fútbol mayor", explica y aclara que finalmente le dieron el pase libre por insistencia de su padre y reclamo de los millonarios.

"Me había ido a probar junto a Yofré y Mastrogiuseppe. Eramos 300 jugadores y por suerte anduve bien, por eso Cesarini aprobó mi incorporación", señala Osvaldo y cuenta como perlita de aquel día que "en un momento me acerqué a él y le pregunté qué anotaba, porque veía que al lado de cada nombre escribía dos letras cf y sf. Me dijo que significaban con futuro y sin futuro".

Entre los principales recuerdos de aquel paso, Arroyo rescata que "sólo iba los miércoles a practicar y el fin de semana a jugar. Entonces me perdía las clases en el Nacional Nº 2 y pese a que viajaba solo desde acá y en San Nicolás subía otro pibe que jugaba en reserva con el que charlábamos siempre, nada menos que Enrique Omar Sívori".

Pero llegó la obligación de hacer el servicio militar. "Siempre digo que pasé 25 meses, 10 días y tres revoluciones, como cuando cayó Perón en el 55", repasa en la memoria y sigue: "Me tocó en Puerto Belgrano y estando allá se enteraron en el club Sporting de Punta Alta y me llevaron a jugar. Pero cuando me dieron la baja volví a Rosario".

"Entonces me surgió la posibilidad de ir a Colombia. Ya era después de la época de El Dorado, pero todavía quedaban muy buenos jugadores y el campeonato era muy competitivo. Me llevó Fabrini al Quindío, donde estuve dos años, en 1957 y 1958. Eramos siete argentinos en el equipo, el arquero Acciolo, Pais, Lombardo, Marcolini, López, Urruti y yo. Hasta que me volví. Si bien querían que me quedara no acepté porque había demasiada violencia y además me quería casar", confiesa. Y lo hizo.

"Personalmente no tuve problemas en Colombia, pero por ejemplo un día estaba tomando un café en un bar y se sentaron a mi mesa dos hombres y pusieron sus revólveres arriba, no te imaginás como salí", recuerda para enseguida contar la vez que "vi como en una esquina acribillaron a balazos a un policía como si nada. Es que allá te decían enseguida nos damos balas en cualquier momento".

Y cuando regresó a Rosario lo fueron a buscar para jugar en Central Córdoba. Sin embargo la carrera en los charrúas fue demasiado corta. Sólo jugó un partido en primera división. "Fue ante Ferro, en Caballito, y perdimos 4 a 0. Y lo peor fue que me lesioné. En el segundo tiempo se largó a llover y como no teníamos botines para el barro en una jugada resbalé y quedé con las piernas demasiado estiradas. Sufrí un desgarro en la ingle que me paró por tres meses".

Y como la costumbre de entonces era que los pueblos buscaran jugadores de nivel, Osvaldo llegó a Villa Eloísa, en la liga Cañadense. "Después fui a Sport Club de Cañada de Gómez, en 1961 y 1962 (campeón), y de ahí a Sarmiento de Leones, donde también salimos campeones".

Y en el 64 "jugué en Correa, en Atlético, junto a compañeros y amigos como Estrella, Coronel, Boveri y Vitale. Ese año salimos campeones al ganarle la final a Villa Eloísa en cancha de ellos. Me acuerdo que el club fletó un tren especial para todo el pueblo y hasta el sacerdote fue al partido".

Como broche de sus recuerdos quedó algo muy importante en su vida. Su nacimiento futbolístico. "Sportivo Pasco fue el club donde empecé a tutearme con los grandes del fútbol. Es que fue un club del que salieron muchos cracks, entre otros como Humberto Rosa, Nardiello, Biagioli, Ramacciotti, Mastrogiuseppe, Dandrú. Pero el gran responsable fue el delegado De Nicola, quien nos formó y nos repartió entre Newell's y Central a esa gran camada de pibes".

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Osvaldo Arroyo estuvo a un paso de jugar con las figuras de River y se dio el gusto de lucir la banda roja en 1954.


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