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 domingo, 15 de agosto de 2004

Venezuela decide el futuro de Chávez en un clima de fuerte polarización
El presidente dijo que respetará el resultado, pero hay temor a que el bando perdedor desate la violencia

Caracas. - Los venezolanos van hoy al referendo que decidirá el destino del presidente Hugo Chávez divididos políticamente y socialmente y temerosos ante un posible caos si el referendo se ve empañado por denuncias de fraude del que resulte perdedor. Ayer, víspera de la consulta, tampoco fue una jornada tranquila en cuanto a declaraciones: Chávez volvió a dirigirse a la prensa para decir que "el triunfo va a ser fulminante", mientras que la oposición alertó sobre el desempeño que podrían tener algunos militares de alto grado. Chávez, de todas formas, tranquilizó al secretario general de la OEA, César Gaviria, y al ex presidente Jimmy Carter acerca de que respetará el resultado del referendo.

El sábado el gobierno reavivó la incertidumbre al advertir a través de su ministro de Energía, Rafael Ramírez, que si Chávez pierde, "nadie" aceptará esa decisión. "Uno no sabe lo que va a pasar mañana y ahorita estoy comprando algunas cositas que me faltaron. Esperemos que mañana no pase nada porque hay muchos cuentos", comentó Rodolfo Escalona, un pintor de 36 años, en el mercado popular de Quinta Crespo de Caracas.

Durante una reunión con los observadores internacionales, la oposición indicó que si bien espera un "comportamiento institucional" de parte de las FFAA -que tienen a su cargo la custodia y el control de los lugares de votación- expresó dudas sobre algunos jefes de guarnición. Timoteo Zambrano, uno de los coordinadores de enlaces internacionales, advirtió que en las últimas horas ha habido confrontaciones con algunos jefes militares que hacen prever posibles "turbulencias" durante la votación. "Hay sectores institucionales, pero hay otro sector que actúa como brazo político del régimen", advirtió. Se trataría de jefes castrenses que participan en el plan de custodia del voto y que "están dando una interpretación distinta de las leyes, más allá de su papel de garantes de la seguridad del proceso. Quieren tomar acciones puertas adentro del recinto electoral. Lo hemos indicado en un documento al Centro Carter y a las misiones de la OEA y de la ONU".

Pese a este clima que no preanuncia nada bueno, la tranquilidad imperaba ayer en el país, cuyas calles y avenidas centrales están tapizadas con propaganda electoral a favor de cada una de las opciones: el "Sí" que propugna la oposición y el "No" en apoyo al gobierno, opciones ante la pregunta de si Chávez debe dejar anticipadamente el cargo.

Algunos nerviosos compradores en un supermercado del barrio de Santa Mónica, en el sur de Caracas, se pertrechaban de enlatados de atún, sardinas, botellones de agua y velas. Maritza Gutiérrez, una secretaria de 52 años, confesó que tiene miedo que los chavistas, "cuando se vean perdidos", salgan a las calles a matar a los opositores. Este temor de las clases medias surge de declaraciones de chavistas radicales que expresan estar dispuestos a defender la "revolución" que lidera Chávez derramando sangre. "Si ellos (la oposición) hacen una tracalería (trampa), el pueblo en armas los va a parar, nos los vamos a llevar por el pico, vamos a acabar con ellos. Estamos armados", amenazó Toño Olivero, del partido Unión Popular Venezolano.

César Gaviria confió a la prensa que creía que las fuerzas políticas aceptarán los resultados que presente el Consejo Nacional Electoral (CNE). "No puedo decir que no existe un riesgo de violencia, existe algo, pero no podría decir que es un riesgo alto", afirmó.


Una sociedad dividida
Venezuela aparece como una sociedad políticamente polarizada, expresión de una visible y profunda división y desigualdad social. A simple vista se ve esta realidad social que marca las fronteras de las dos Caracas: por un lado la realidad de las villas miseria de las laderas de los cerros, de las casas ocupadas, de los asentamientos y barrios ocultos. Esta realidad se derrama en la ciudad a través de los miles de trabajadores informales y vendedores ambulantes que pululan en el centro; en los cientos de desvencijados autos que hacen de taxis truchos; en los sin techo y sin pan pero con mucho alcohol encima.

Enfrente, la otra Caracas, la del este y otras zonas de su endiablada geografía, la de sus barrios exclusivos cuyos muros rematan en alambradas. Pero también está la Caracas de las viviendas de una escasa y atemorizada clase media, con sus departamentos en edificios torres, enrejados en sus entradas, con puertas de reja superpuestas a las normales de madera en cada unidad. No por casualidad la creciente inseguridad es uno de los principales reclamos de la oposición, en una ciudad que se hace casi desierta después de las 10 de la noche y donde se roban 130 autos por día, según estadísticas policiales.

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Los venezolanos definen su futuro en una elección muy especial.

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