| miércoles, 11 de agosto de 2004 | Falta de límites Es lamentable que sigamos asistiendo y permitiendo el caos generalizado que presenta nuestro país. Está todo tan trastocado que las actitudes del gobierno, desde el presidente hacia abajo, me llevan a hacer un paralelismo y recordar la propuesta de una conocida pediatra, bien intencionada imagino, pero equivocada. La propuesta aceptada en aquellos años, derivó en una actitud permisiva, justificadora y relativizadora de las demandas, caprichos y conductas de los pequeños, ante el "temor" de pasar a ser padres represores y causantes de "traumas" en un futuro. Los efectos de esa falta de límites fueron muy bien planteados por un gran pensador nuestro preocupado por las conductas humanas, en su libro "El miedo a los hijos". Nos damos cuenta de ello ante la problemática que presentan nuestro jóvenes y que no podemos ignorar. Como padres, tuvimos y tenemos el deber de enseñar al niño, al joven, el respeto hacia el otro, implicando entre otras cosas, aceptar los límites. Reglas y límites que deben estar establecidos dentro de una sociedad (que se precie de tal) y la cual conformamos como adultos que somos. Por supuesto, una sociedad elige instituciones para que la representen, la protejan y la lleven a cabo. Es su obligación y responsabilidad. El poner límites no es reprimir. Es poner orden. Es encontrar un equilibrio. Es contener. Pero hoy vemos en nuestro país que esas instituciones en vez de proteger, pactar y contemplar a la mayoría de una sociedad que sólo desea vivir en paz, lo hace con grupos de corruptos, vagos y delincuentes. Grupos hipócritas en su accionar, pues sólo los mueve un afán político y no el verdadero y auténtico movimiento solidario hacia los que realmente (y son muchísimos) trabajan duramente para poder seguir adelante. El gobierno parece tener miedo a decir basta, de poner orden, de hacer cumplir las leyes y las más mínimas reglas de convivencia. Cuidado señores del gobierno, con esta actitud permisiva e irresponsable nos han llevado a vivir en una sociedad desengañada y temerosa manejada por el miedo a unos pocos; nos están enfrentando unos con otros. Señores del gobierno, no sigan siendo necios, no sigan jugando con la emotividad del pueblo argentino: el país se les está yendo de las manos por no querer enfrentar con coraje y honestidad la realidad que nos aqueja. Quizás, algunos o muchos de nosotros como padres lamentamos no haber sabido poner en su debido momento los límites necesarios a nuestros hijos. Como gobierno, ustedes también habrán de lamentarlo en un futuro.
Luz Valenzuela, CI 801.540
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