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 sábado, 07 de agosto de 2004

Un plan que depende de la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe
La educación, eje de un programa de inclusión de jóvenes en riesgo
La propuesta incluye a pedagogos sociales

Fabiana Monti / La Capital

Es sabido que los índices de chicos excluidos del sistema educativo son altos. La pobreza y la marginalidad han dado lugar a distintos programas de carácter nacional, provincial y municipal, estrategias todas que intentan ser un puente que permita a estos jóvenes incorporarse al tejido social. El Programa de Inclusión de Niños y Jóvenes dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe es uno de ellos. A partir de un equipo interdisciplinario formado por psicólogos, maestros, trabajadores sociales y ahora también pedagogos sociales, están trabajando en tres barrios de Rosario donde el eje principal es la educación tanto formal como no formal.

Si bien el programa comenzó a gestarse a principios de año, en mayo empezó la primera etapa que fue contactarse con las organizaciones y las escuelas de los barrios Ludueña Norte, Ludueña Sur y Triángulo, de manera de poder explorar las necesidades de los jóvenes del lugar.

"Los destinatarios de esta iniciativa son los chicos de entre 11 y 18 años, que viven bajo condiciones de extrema pobreza", indicó Edda María de Lourdes Melano Bee, una de las pedagogas sociales que trabaja en el programa. "Son chicos que están al borde de todo. Por eso tomamos a la educación como un eje vertebrador no sólo para integrarlos al sistema educativo sino al tejido social", acotó.

Dado que las realidades son múltiples, existen diferentes proyectos en los que, de acuerdo a las necesidades que se detecten, los chicos que se acercan son incorporados a los mismos.

Los proyectos que componen el programa son el de deporte, donde participan profesores de educación física y se trabaja la recreación y el tiempo libre; el de educación formal, donde hay docentes que diseñan estrategias para incorporarlos a la escuela; educación no formal a través de talleres de expresión, teatro, escritura; el de ciudadanía, en donde el énfasis está puesto en su formación como ciudadanos con derechos y obligaciones; además del de capacitación laboral, donde se pretende educarlos en la cultura del trabajo, por ejemplo, formando microemprendimientos.

"El proyecto se va armando en el campo y es un trabajo lento", explicó Susana Zupanovich, otra de las pedagogas sociales que participan del mismo."Lo primordial es devolverles la confianza porque están privados de todos, desde lo afectivo, los códigos lingüísticos y lo que se intenta es que puedan descubrir que hay otro mundo para ellos".

Si bien en el programa trabaja un equipo interdisciplinario, la incorporación de las primeras graduadas de la carrera de pedagogía social en Rosario le da otro aporte al mismo. "La pedagogía social atraviesa todos los programas. Siempre hemos estado centrados en la enseñanza-aprendizaje y precisamente de lo que se trata es de devolverle a la pedagogía la parte social, que en parte nos hemos olvidado", explicaron las profesionales.

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