| miércoles, 28 de julio de 2004 | Aniversario Ferro, cien años de una gran pasión La tradicional entidad de Caballito atraviesa un período crítico luego de épocas de esplendor Los cien años que hoy cumplirá el Club Ferro Carril Oeste marcan un hito en una pasión infinita.
Las raíces están profundamente incrustadas en el barrio porteño de Caballito, pero los 95 trabajadores del Ferrocarril Oeste que fundaron el club dejaron una huella que ha sido seguida de generación en generación.
Ferro y Caballito están tan ligados que parecen compartir hasta los mismos latidos y esa es una de las razones por las que en el club se preparan para celebrar una jornada irrepetible.
Los festejos comenzaron hace días y han sido de lo más variados, consecuencia directa de las múltiples disciplinas que le dan vida a Ferro, pero, como el nacimiento se produjo un 28 de julio, para hoy se programó un capítulo que será especialmente emotivo para los partidarios de la camiseta verde con cuello y puños blancos.
El plato principal se disfrutará a partir de las 19 en el Estadio Ricardo Echeverri, cuando se ponga en marcha un partido de fútbol entre el "Ferro Campeón 82-84" y "Ferro estrellas de todos los tiempos".
A continuación entrarán en escena los futbolistas del actual plantel profesional, quienes tendrán la misión en la temporada 2004-2005 de intentar el demorado regreso a primera. El equipo dirigido por José Castro se medirá con el de Talleres de Córdoba.
Antes de la caída del telón imaginario habrá un banderazo y se apreciará el fulgor de fuegos artificiales, como para que a tanta nostalgia de ninguna manera le falte compañía.
El cierre de tanta fiesta en fiesta está previsto para el sábado 7 de agosto en el gimnasio Héctor Echart, escenario de tantos episodios magníficos para los verdolagas.
Ferro fue un club filial de la empresa que le dio origen (desde 1904 hasta 1937), tuvo también un período de transición (38-47) y finalmente se puso en marcha la etapa institucional.
Creció con la clase media y llegó a tener 47 mil socios en su época de oro (entre los años 70 y 80), hasta que sufrió como por contagio su caída.
En la actualidad lo administra un fideicomiso y el fútbol es gerenciado por el poderoso empresario Gustavo Mascardi.
Se dice que los hombres pasan y las obras quedan, pero es muy sano recordar a quienes marcaron el camino con desempeños ejemplares, aun con la seguridad de incurrir en omisiones imperdonables.
Ferro tuvo en Santiago Leyden a un presidente extraordinario que lo lideró durante 30 años hasta obtener el esplendor social, institucional y deportivo.
Ferro dispuso de maestros como Carlos Griguol, Carlos Aimar y Luis Bonini que formaron futbolistas disciplinados, solidarios y competentes que revolucionaron la actividad y lograron dos campeonatos nacionales.
Con Griguol sobresalieron futbolistas como Gerónimo Cacho Saccardi (el abanderado del siglo e ídolo máximo), Juan Domingo Rocchia, Alberto Márcico, Adolfino Cañete, Oscar Garré, Héctor Cúper y Carlos Arregui, pero antes y después hubo otros destacadísimos.
La camiseta de los verdes la defendieron otros inolvidables como Renato Cesarini, Pedro Arico Suárez, Roberto Cherro, Bernardo Gandulla, Antonio Roma, Silvio Marzolini, Rubén Berón, Roque Marrapodi, Antonio Garabal, José Leonardi, Miguel Angel Tojo, Miguel Angel López, Carlos Vidal, Héctor Arregui, Germán Burgos, Roberto Ayala, Juan Esnaider y Cristian Tula.
Ferro es básquetbol porque lo guió un visionario como León Najnudel, creador de equipos formidables y padre de la Liga Nacional. En el conjunto del oeste descollaron, entre otros, el ala pivot Luis Scola, el alero Federico Kammerichs y el base Miguel Cortijo.
Ferro es vóleibol porque disfrutó de estrellas como Hugo Conte, Waldo Kantor, Esteban Martínez, Carlos Getzelevich, Daniel Tarando, Osvaldo Intrieri, Roberto Trentalance y Daniel Castelani. Es más, en la rama femenina tuvo aportes como los de Claudia Dipilia, Mirta Svampa, Claudia Casais, Verónica Solari y Karyn Kyrch.
Pero Ferro también es handball, natación, pelota a paleta, tenis, atletismo, artes marciales y, por supuesto, vacaciones alegres.
Cien años es un mojón, pero también es demasiado para sintetizarlo sin resultar tremendamente injusto. enviar nota por e-mail | | Fotos | | |