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 miércoles, 28 de julio de 2004

México 1968: El salto que pulverizó el sistema óptico de medición
En la altura mexicana, el estadounidense Beamon batió el récord por 55 centímetros

Los Juegos Olímpicos de México 1968 se realizaron en un contexto internacional complicado y el país azteca también contaba con sus problemas internos. Más allá de eso, en lo deportivo, hubo un condimento especial y que preocupó a más de uno: la altura (2.300 metros sobre el nivel del mar). La falta de oxígeno en el aire permitió numerosos récords mundiales en las carreras cortas, pero resultó desastroso para los competidores de resistencia, excepto para aquellos que habían entrenado en la altura. Las naciones africanas tuvieron una excelente actuación, en especial Kenia y Etiopía, países acostumbrados a la altitud. El efecto positivo de la altitud se dio en las carreras de velocidad y en los saltos. El récord mundial más famoso, que tuvo una vigencia de casi 23 años, lo logró el estadounidense Robert Beamon en el salto en largo.

Tras su primer intento, los oficiales fueron los primeros en darse cuenta de que algo importante había ocurrido. Es que el sofisticado aparato óptico de medición fue demasiado corto y se debió recurrir a una cinta métrica metálica para calcular la distancia. Unos minutos más tarde, tres números aparecen en el tablero electrónico: 8,90. Nadie podía creerlo.

Desde Jesse Owens, en 1935, el récord mundial se había mejorado en apenas 21 centímetros. En apenas unos segundos, Beamon pulverizó esa marca por 55 centímetros. Recién en 1991 otro estadounidense, Michael Powell, logró saltar 8,95 para acabar con la leyenda.

Otro récord que tendrá larga duración fueron los 9,95 segundos obtenidos por el estadounidense James Hines en los 100 metros llanos, marca que recién fue batida 15 años más tarde por su compatriota Calvin Smith. Esta carrera fue la primera en la historia de los Juegos en la que todos los finalistas fueron corredores negros.

Apareció en escena la figura del estadounidense Mark Spitz, quien se llevó en esta oportunidad dos medallas de oro (en las postas de 4 x 100 y 4 x 200 metros libre), una de plata (100 metros mariposa) y una de bronce (100 metros libre).

En los pesos pesados del boxeo, la medalla de oro fue para un inexperto boxeador, quien solamente había realizado 18 combates antes de los Juegos. Se trataba de George Foreman. El 22 de enero de 1973, noqueó a Joe Frazier y ganó el título mundial de la categoría. Se retiró en 1977, pero diez años más tarde regresó a los cuadriláteros. El 5 de noviembre de 1994 asombró al mundo cuando venció a Michael Moorer volviendo a obtener el título de los pesos pesados a los 45 años.

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