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 miércoles, 28 de julio de 2004

La crisis política

La tormenta que sacudió al gobierno nacional después de los graves incidentes ocurridos frente a la Legislatura porteña, con el tema de la inseguridad como eje del conflicto, desembocó en el pedido de renuncia presidencial al ministro de Justicia después de que éste denunciara la existencia de "mafias" en la Side, la Policía Federal y el Poder Judicial. Las declaraciones que a posteriori de su partida efectuó el mismo Gustavo Beliz -especialista en despedidas intempestivas del poder- no hicieron sino agudizar el estado de incertidumbre que se vive, y que insólitamente en la Argentina no tiene esta vez a la economía como principal protagonista.

El estado de fragmentación social que padece la República, sumado al grado de violencia verbal que caracteriza a los discursos de todo el arco dirigencial -sin excluir, por supuesto, al propio oficialismo-, dista de contribuir a crear el clima de armonía que se necesita como el agua para impulsar la ansiada reconstrucción. Y así, mientras los datos macroeconómicos estimulan al optimismo -ayer, sin más, se difundió la disminución en las cifras de pobres e indigentes dentro del territorio nacional-, se asiste insólitamente al feroz choque entre sectores que deberían enfrentar unidos la compleja coyuntura.

Algo, sin embargo, está bien claro: el ejemplo debe partir del gobierno. Sumar -y no restar, ni dividir- debe ser una consigna ineludible, la que tendría que presidir cada uno de sus actos y gestos políticos. Ello no quiere decir que se abandonen líneas de acción irrenunciables, ni que se ceda territorio en espacios que sólo les incumben a quienes ejercen el poder en base a una decisión popular expresada en las urnas. Sí, en cambio, significa que se debe practicar la autocrítica y ejercer la autoridad con ponderación, sin sobreactuaciones irritantes.

La elección del santafesino Horacio Rosatti como el hombre que estará al frente de la conflictiva cartera de Justicia parece encuadrarse dentro de los parámetros vigentes -establecidos por el presidente Kirchner- para enfrentar el dilema piquetero. "Ni represión salvaje, ni inacción" fue una de las ideas fuerza que hizo llegar Rosatti a la sociedad como consigna clave de su gestión futura. En ese delicado equilibrio, que por ahora no encuentra una cristalización efectiva en el terreno de los hechos, es que deberá manejarse el ex intendente de la capital provincial si aspira a que el barco que timonea llegue a puerto. Algo que, por otra parte, es interés de toda la ciudadanía argentina.

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