| miércoles, 21 de julio de 2004 | El calvario de dos pacientes El pronunciamiento de la Justicia ha generado reacciones encontradas de diversos sectores de la sociedad, que también mantienen diferencias viscerales respecto de la interrupción de las gestaciones, de los abortos.
Las argumentaciones judiciales esgrimidas no ahondan en las posiciones éticas.
Precisamente en ese contexto, Alberto Bochatey Chanetón, sacerdote y director de la cátedra de bioética de la Universidad Católica Argentina (UCA) de Buenos Aires, señaló a La Capital que se debe considerar que, en los casos de anencefalia, "se está ante dos pacientes. El primero es el bebé, que tiene una patología que le va a impedir vivir después de 24 horas de nacido. El segundo paciente es la mamá, que recibe la noticia de que está gestando un hijo gravemente enfermo, que además sabe a ciencia cierta cuánto va a vivir su hijo, y que es muy poco tiempo".
Bochatey recordó también al padre de la criatura enferma, que por lo general no se tiene en cuenta, y que sufre como la madre. "Es el caso de dos, o tres personas que sufren. Las emociones y las sensaciones de una mujer embarazada son muy fuertes, pero a pesar de todo no se justifica eliminar al vida del enfermo, por más que el final sea conocido".
Consideró que resulta una deformación ética querer cortar la vida del no nacido. "Nosotros no decimos, respecto de una persona nacida que le quedan pocos meses de vida, bueno, matémosla porque está muy enferma. Esto es eutanasia, y en el caso de los no nacidos, resulta una eugenesia".
Para Bochatey, los jueces que han admitido la interrupción de embarazos por anencefalia "incurren en una deformación ética propio de este modernismo, que se basa en el accionar de los derechos subjetivos, y no en el valor objetivo de la vida". enviar nota por e-mail | | |