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 miércoles, 21 de julio de 2004

El hambre de un artista
Gades nunca quiso olvidar sus humildes orígenes

Antonio Gades se convirtió, sin ser gitano, en uno de los grandes exponentes del flamenco. Como pocos llegó a dominar el baile y a exponer la necesidad de mejorar en forma permanente. "El bailarín no baila con los pies sino con la cabeza, y todos los conocimientos que pueda adquirir son pocos", dijo más de una vez.

Sin embargo, no se trataba de una pretensión de intelectual. Para Gades, había que hablar menos y bailar más. "Lo que tengo que contar lo hago sobre el escenario. La gente escribe mucho en los programas, pero luego, cuando lo ves en escena, no tiene nada que ver con lo que se explica en los papeles. Por eso a mí no me gusta contar nada en el programa. Hay que contarlo sobre el escenario", dijo en una entrevista con el diario ABC en los años 90, el periódico donde fugazmente pasó por el taller de impresión.

"Empecé a bailar por el hambre a los 16 años, mamé el flamenco en la calle. No soy ni gitano ni andaluz, y en aquella época el hijo de un obrero tenía que ser obrero. Me encantaba estudiar, pero no pude, y para sacar el cuello tenías que ser bufón", le dijo en otra ocasión al diario El País.

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