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 domingo, 18 de julio de 2004

Las ruinas, excepcional testimonio del pasado

En noviembre de 1573 Juan de Garay fundó la ciudad de Santa Fe a orillas del río Los Quiloazas, hoy denominado San Javier. La traza fundacional constaba de seis manzanas de este a oeste y 11 de norte a sur. El centro de la vida de la ciudad era la plaza de Armas; en sus cercanías se edificaron el cabildo y la parroquial, luego se instalaron los conventos de San Francisco, Santo Domingo y La Merced, y la iglesia y colegio de la Compañía de Jesús.

Los vecinos recibieron solares equivalentes a un cuarto de manzana, en los cuales hicieron sus casas. Las manzanas más alejadas de la plaza fueron repartidas enteras, para dedicarlas al cultivo de frutales. En las primeras décadas, se plantaron viñas para elaborar vino.

A mediados del siglo XVII, el cabildo ordenó el traslado de la ciudad a 80 kilómetros al sur, en la desembocadura del río Salado, con el nombre de Santa Fe de la Vera Cruz, actual capital provincial. La decisión se debió, entre otras causas, al aislamiento en que quedaba la ciudad en tiempos de creciente del río.

Hoy, Santa Fe la Vieja -que quedó despoblada y abandonada definitivamente en la década de 1660- constituye un excepcional testimonio de la vida urbana en tiempos tempranos del período hispánico en el Río de la Plata, y es fuente permanente de investigación y conocimiento para la historia de los orígenes de la ciudad hispanoamericana.

En el mismo sitio en que la ciudad fue fundada, el visitante puede recorrer las calles trazadas por Garay y visitar las ruinas de la iglesia de San Francisco, donde están sepultados -junto a otros vecinos- la hija del fundador, Jerónima de Contreras, y su esposo Hernandarias, primer gobernador criollo del Río de la Plata. En las ruinas de la casa de González de Ataide se puede conocer la planta típica de la vivienda santafesina de la primera mitad del siglo XVII y su técnica constructiva.

Diversos aspectos de la vida de la ciudad y de sus pobladores españoles, mestizos, aborígenes y africanos pueden apreciarse mediante los objetos arqueológicos que se exhiben en el Museo de Sitio. Una gran maqueta muestra cómo era la ciudad en el momento de máxima ocupación.

Anualmente se realiza junto a las ruinas la Fiesta de la Yerra, entre junio y julio, recordando que en 1576 en Santa Fe la Vieja se marcó el ganado por primera vez en el Río de la Plata, y en noviembre la Fiesta Provincial de la Doma, en la que se clasifican los jinetes que representan a la provincia en festivales nacionales.

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Los restos de los primeros habitantes.

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Propician que Santa Fe la Vieja sea declarada patrimonio de la humanidad


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