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 domingo, 18 de julio de 2004

"No tenemos armas ni equipos y encima no nos consideran"
Héctor Armoa, baleado en un operativo en el que se le trabó la pistola, acumula críticas para la fuerza y "la sociedad"

"Los policías no somos todos iguales. Hay buenos y malos. Hay choros y asesinos, pero también hay agentes que valen la pena y que dan la vida por la sociedad". Con los ojos vidriosos el sargento Héctor Armoa refuta las objeciones que pesan sobre la fuerza policial y que están relacionadas con denuncias de abusos de violencia. "Muchas veces la sociedad es como la gata Flora", propone este sargento herido en servicio hace más de dos años. Armoa tiene dos balas en su cuerpo, una en el omóplato izquierdo y otra en su columna, que estuvo a punto de dejarlo paralítico.

Armoa no cesará de proclamar y defender a la persona que hay debajo del uniforme policial. "Yo entré a la policía porque siempre me gustó. ¿Pero qué pasa? El policía mata a un delincuente en un enfrentamiento y le sacan el arma, va preso o queda demorado... Tiene miles de problemas. Un delincuente mata a un policía y al otro día está en la calle", explica. Lo del sargento es un prejuicio sin sustento: un delincuente al que la Justicia le pruebe un asesinato pasará como mínimo ocho años de prisión y como máximo 25. Y un policía, como cualquier ciudadano, irá preso legítimamente si se le prueba que cometió el homicidio doloso de una persona.

Para Armoa la mala reputación que tiene la policía ante los ojos de la sociedad es culpa de sus jefes, a quienes reprocha el deficiente armamento de la tropa. "Hay cacos que tienen Glock, FAL, M-16 A1, que son fusiles de guerra. La M-16 A1 como el FAL llevan balas de teflón, la que nosotros llamamos la mata policías, que te traspasa una plancha de acero como si fuera una lata de gaseosa. A nosotros nos dan basura. Y todos los años dicen «a la policía le vamos a dar chalecos antibala y armamento» ¿Qué armamento? ¿Las Browning? Son basura, que las tienen tiradas, las arreglan un poco y se las dan al vigilante. Desde que entré en la policía tuve tres de esas y las tres se trabaron", cuenta este sargento de la sub 23ª. Quien cuando fue herido sufrió un defecto con su arma policial.

"Tenemos que comprarnos los chalecos antibala, igual que el uniforme, que si no lo tenemos, nos sancionan. Hasta las balas tenemos que comprar para una pistola miserable que dos por tres se traba", protesta.

El sargento alega que no le sacaron el arma. "La entregué porque me conozco", explica. "Son muchas las injusticias que pasan los policías, porque nosotros somos lo que ponemos la cabeza. No los jefes. En el momento del procedimiento, cuando estaban robando la farmacia, yo podría haberme ido para otro lado y evitar el enfrentamiento. Y esto no me pasaba. ¿Pero qué pasa? Empiezan con que el policía tiene debilidad moral, te hacen un sumario y te echan. Y si vos ponés la cabeza como hice yo o cualquier otro policía, te crucifican. Cuando matás a un delincuente te crucifican. Parece que esperan que maten al policía y no al delincuente", proclama.

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El sargento Héctor Armoa.

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