| sábado, 17 de julio de 2004 | Tropiezo de un ladrón que hizo muy evidente su escape Robó en una panadería. Pero lo atraparon porque varios lo vieron cuando subía a un taxi. Su arma era una maderita Un hombre de 33 años fue detenido ayer a la mañana luego de asaltar una panadería y cafetería de Pichincha. Una vez que se apoderó de 500 pesos se escabulló perseguido por una de las empleadas. Los gritos desaforados de la chica alertaron a varios peatones que advirtieron como en su loca carrera el bandido perdía una zapatilla y se zambullía en un taxi. Pero la jugada la tenía perdida: varios ya habían identificado el vehículo y un patrullero del Comando Radioeléctrico lo cruzó en avenida Francia y el parque Scalabrini Ortiz. Cuando lo palparon, descubrieron que como toda arma llevaba un pedazo de madera.
Marcelo Laureano Martínez cayó en un taxi Peugeot 504, al que había subido a una cuadra del local asaltado. "Me peleé con mi mujer, llevame a Avellaneda y Travesía", le anunció al chofer Carlos Alberto Berna, sorprendido por la repentina aparición del pasajero con un pie descalzo y con un manojo de billetes arrugados que se escapaban por entre sus dedos.
Todo se inició en el local de La Distinción en la ochava noreste de Lagos y Salta. En una atmósfera de humeantes cafecitos y medialunas recién horneadas, estaban las empleadas y tres clientes ocupando distintas mesas.
Entre las primeras estaban Luciana, encargada de la caja, y Elizabeth, una de las mozas. Además había otras dos chicas. El asaltante ingresó alrededor de las 8. Elizabeth recordó que quería comprar facturas. "5 pesos con 35", cantó Luciana al momento de cobrarle al falso cliente.
Martínez no tenía intenciones de pagar nada. Se paró a un costado de la caja y su ademán dio a entender que esgrimía un arma de fuego escondida bajo sus ropas. Exhibió un trozo de madera a modo de culata de escopeta recortada.
Luciana trató de calmarse y cómo pudo juntó los billetes. Eran 500 pesos de la recaudación del día anterior. La escena de la apretada a Luciana fue presenciada por Elizabeth y una de sus compañeras que comprendieron enseguida lo que pasaba. Las chicas dudaron unos instantes por temor a que ocurriese algo peor. Hasta que el ladrón salió a la calle y corrió por Salta hacia el centro. Elizabeth lo hizo por una puerta lateral y gritó pidiendo ayuda.
El asaltante llegó hasta Callao, pero unos metros antes perdió una zapatilla. Luego giró hacia el norte y al alcanzar Jujuy se subió al taxi de Berna. Los testigos lo vieron claramente y dieron todos los detalles al Comando Radioeléctrico. Una patrulla alcanzó al taxi y Martínez fue conducido a la seccional 7ª, donde quedó incautado el dinero. enviar nota por e-mail | | Fotos | | El local de Ovidio Lagos y Salta. | | |