| sábado, 17 de julio de 2004 | Fueron a robar sueldos, pero se llevaron poco más que decepción Dos ladrones que buscaban plata grande golpearon y maniataron al encargadode una constructora. Se consolaron con 115 pesos, un fax y una calculadora Dos jóvenes hampones lograron burlar la confianza del encargado de personal de una empresa constructora del barrio de Pichincha, que los confundió con aspirantes a conseguir empleo, pero pudieron llevarse muy poco dinero, un teléfono fax y una calculadora. Fue un golpe audaz, porque ocurrió a plena luz del día en una zona muy transitada, sobre Ovidio Lagos al 100 bis. Los ladrones dejaron maniatado y tirado en el piso de un baño al encargado -único empleado presente en el lugar- y habrían huido en motocicleta.
Lucio Martínez, de 64 años, llegó a su puesto de trabajo en la firma San Jorge SRL minutos antes de las 8. El local queda en Lagos entre Güemes y Aristóbulo del Valle. Como a la media hora un muchacho bien vestido, que tendría unos 25 años, se paró frente a la puerta. El arribo del joven al lugar no le llamó la atención a Martínez, acostumbrado a recibir a postulantes para ocupar diversos puestos en distintas obras. "Siempre vienen a preguntar si hay trabajo, dejan sus datos y se van. Después se los llama en caso de comenzar una obra. Por eso pensé que venían por algún puesto. Son esos momentos en que uno confía de la gente. Así que me acerqué a la puerta y le abrí sin sospechar nada", contó a La Capital.
Todo quedó en claro cuando Martínez tiró del picaporte de la puerta. El muchacho, vestido con vaquero azul y campera gris, desenfundó un arma, lo encañonó y lo empujó hacia el interior. "No conozco de armas, pero tenía un revólver chico, sería un calibre 22. Atrás de éste, entró otro más y entre los dos comenzaron a apretarme para que les dijera dónde estaba el dinero", señaló el hombre mientras intentaba recomponer el orden de su oficina luego del paso de los delincuentes.
"Suponían que manejábamos dinero en efectivo, cosa que no es así. Acá nunca hubo dinero, creyeron que al ser una empresa de construcción y al estar al final de quincena podrían haber estado los sueldos", especuló en el empleado. Las explicaciones que les dio a los asaltantes no fueron convincentes para ellos y entonces terminó tirado en el piso boca a bajo. "Muchachos quédense tranquilos. Acá no manejamos plata", les dijo una vez Martínez.
La eternidad en cinco minutos Los hampones, que actuaron a cara descubierta, le ataron las manos a la espalda y le entrelazaron los pies con los cordones de los zapatos. Mientras uno lo amarraba, el otro comenzaba a revolver los cajones de la oficina en busca de los billetes. Después, arrastraron a la víctima hasta un pequeño baño. Así, con el empleado ya completamente bajo control, el dúo comenzó a revistar todo en forma más violenta. "Estuvieron un rato buscando. Hasta arrancaron los cables del teléfono y de la computadora. Calculo que habrán sido unos cinco minutos que parecieron una eternidad", confió Lucio.
Fastidiados de no ver resultados, uno de ellos volvió hacia donde estaba Martínez y le advirtió: "Decime dónde está la plata o te quemo". Sin terminar de pronunciar la frase descargó un par de puntapiés sobre el administrativo que estaba más que indefenso. "Sinceramente creí que sería peor porque no encontraban dinero. Pero fue lo único que me hicieron", sostuvo la víctima. Los ladrones siguieron revisando todo unos minutos y se marcharon. Se llevaron un fax, una calculadora, 115 pesos que Martínez tenía en los bolsillos y su reloj pulsera.
El encargado no pudo ver nada porque estaba en el baño. "Escuché que arrancaba una moto al lado de la empresa. Supongo que huyeron así, aunque nadie en la calle vio nada raro". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Lucio Martínez quedó atado y tirado. | | |