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 miércoles, 14 de julio de 2004

Un joven ejecutó a la pareja de su abuela porque la maltrataba
Tiene 18 años, trabaja y carece de prontuario. Se deshizo del arma, pero cuando lo hallaron admitió el crimen

A sus 18 años, Pablo Biasutti se cansó de ver como su abuela era maltratada por el hombre con el cual convivía, un ex convicto de la cárcel de Coronda. Por eso, la noche del lunes llegó hasta la precaria casilla que habitaba la pareja en la zona noroeste de la ciudad, esperó que el hombre quedara solo en el interior de la vivienda y entró intempestivamente. Llevaba en su poder una pistola calibre 22 de su padre. Con esa arma efectuó los cuatro disparos que terminaron con la vida de quien maltrataba a su abuela. Después escapó a la carrera y en el camino arrojó la pistola en una zanja. La tarde de ayer, los investigadores policiales llegaron hasta su casa de barrio Ludueña y lo apresaron. No se resistió, confesó lo que hizo y quedó detenido.

Hasta ayer nada hacía pensar que Pablo adoptaría esa fatal decisión. "Es un chico totalmente limpio (sin antecedentes penales), instruido, con escuela secundaria incompleta. Es de clase media y vive con su mamá en una casa ubicada sobre calle Gorriti, en jurisdicción de la comisaría 12ª. Además es muy trabajador, ayuda a su futuro suegro en un reparto de gaseosas". Así describió un vocero de la seccional 20ª al pibe que quedó detenido por el crimen.

Todo ocurrió en Cullen al 1300 bis. Allí vivían Teresa Balchera, de 57 años, junto a su pareja, Mario Gabriel Silva, de 33, y un hijo de la mujer, de 15. La noche del lunes, poco después de las 22.30 y cuando la familia había terminado de cenar, el menor salió de la casilla para ir hasta lo de unos amigos y la mujer fue hasta el precario baño ubicado en el patio de la casa. Entonces, lo que había sido el final de una cena más derivó en tragedia.

Cuando Silva se quedó solo, Pablo irrumpió en el lugar y disparó cuatro veces la pistola 22. Las balas le perforaron la cabeza y el cuello y cayó pesadamente debajo de la mesa en la que había cenado. Las estampidas fueron escuchadas por Teresa, que salió corriendo del baño y al ingresar a la casilla encontró el cuerpo sin vida de su pareja. Nadie más estaba en el lugar, sólo habían quedado diseminados en el piso de tierra los cuatro casquillos calibre 22 y una bala intacta del mismo calibre.


Cambio de hipótesis
"Entraron al rancho a liquidarlo desde corta distancia y se fueron. Es un caso difícil y está bastante oscuro", opinaban la mañana de ayer voceros de la seccional 20ª, que junto con la Brigada de Homicidios investigaron el crimen. Incluso, llegaron a pensar que se trataba de una venganza o ajuste de cuentas vinculado al pasado delictivo de Silva. Es que el hombre había purgado una condena por robo calificado en el penal de Coronda, de donde salió hace unos dos años. Pero desde entonces, dijeron los voceros policiales, no volvió a tener problemas con la ley y ocupaba su tiempo a recoger escombros en un carro tirado por un caballo.

Así, el paso del día fue echando luz sobre el homicidio y descartando las hipótesis policiales. Es que en un primer momento, por disposición del juez de Instrucción en feria Eduardo Suárez Romero, Teresa quedó demorada en la seccional y prestó declaración informativa. De su testimonio no surgieron indicios para retenerla, pero si orientaron a los pesquisas hacia su entorno familiar.

La mujer habría admitido ante los policías la tortuosa relación que mantenía con Silva, quien la sometía a constantes golpizas, y lo mal que ésto le hacía a su hija y a su nieto. También recordó algunos pormenores del hecho, de cómo la sorprendieron las estampidas mientras estaba en el baño y de que al entrar a la casilla sólo vio el cuerpo sin vida de Silva debajo de la mesa en la que poco antes habían cenado y sobre la cual aún quedaban los platos y las botellas.

Con esos datos llegaron los investigadores hasta la casa de Pablo y entonces el pibe se entregó sin resistencia. Hasta dijo en qué zanja había arrojado el arma homicida, que ayer, hasta la caída del sol, fue buscada por la policía sin éxito.

Seguramente, entre hoy y mañana Pablo deberá desnudar su relato ante el juez que quedó a cargo de la pesquisa. Quizás allí, cuando el magistrado ya tenga en sus manos el resultado de la autopsia, el joven señale los pormenores de lo que hizo y tal vez, si es consciente de ello, podrá explicar por qué.

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La casilla de Empalme Graneros donde el pibe puso fin a una relación tormentosa.

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